César Giraldo, uno de los pioneros que ayudó a poner las primeras barandas de Rock al parque en Bogotá, narra para Lachachara.co su experiencia y comparte sus sueños para un festival en Barranquilla.
Por César Giraldo – Chacharero
Hace 20 años la sangre caliente corría por las venas de Javi, aunque su aspecto era frío y lúgubre. Su caminar pesado, sus desgastadas botas y su cabello largo y desordenado, se combinaban a la perfección para lograr que lo catalogaran como un «marihuanerito» más sin sentido y sin futuro en la vida.
Cada vez que hablaba con Javi me sorprendía su conocimiento sobre la literatura que los demás mortales llaman maldita, oscura o pagana. La edad media finalizó hace seis siglos, pero algunos aún creen que Dante o John Milton deberían ser prohibidos por satánicos. Sus lecturas sobre la poesía de Rimbaud y Baudelaire eran famosas. Mientras tomábamos vino moscatel y fumábamos Pielroja sin filtro en los parques de Chapinero Javi se transformaba en un poeta que declamaba con aires de muerte cada verso. Mientras tanto se ambientaba con la música de Iron Maiden.
Corrían los años 90 y entre los “mechudos” circulaba el rumor que Mario Duarte, el cantante de La Derecha, quería crear un festival de rock al estilo de los más grandes festivales del mundo. Los más escépticos no creíamos en los festivales. La mayoría solo conocía los conciertos por televisión. La clase media y baja de Bogotá no podía asistir a los pocos conciertos que se daban.
Cuando Guns and Roses se presentó en el Campín, aquellos que fueron eran los niños bien de la ciudad, afuera nos quedamos varios incontrolables e indeseables sin entrar y nos enfrentamos a la Policía. Ese era el mejor recuerdo y lo más cercano a un concierto grande, los rockeros estábamos relegados ante la música de Alfredo Gutiérrez y los ídolos de la canción de plancha.
Un día, por la emisora de la Universidad Nacional que era nuestro paraíso, pues era la única que nos daba gusto con los géneros que buscábamos, escuchamos el anuncio de la primera convocatoria de Rock al Parque para bandas distritales y nacionales. Javi y yo mirábamos con estupor y no creíamos que lo de Duarte era real. El locutor era el hijo de Héctor Mora, el mismo que nos aburría en Televisión con su gangoza voz hablando de sus viajes a Asia y Europa.
Y ahí estábamos en la Oriol Rangel, la sala de conciertos del Planetario, donde se cocinó lo que hoy años después ya sin cabello y con protuberancias metabólicas, contamos el tiempo que pasamos frente a los escenarios del Simón Bolívar, La Media Torta, El parque del Olaya, la Plaza de Toros de la Santamaría. Ante nuestros ojos ha desfilado la crema y nata del rock latinoamericano, lo más fervoroso del rock pesado noerteamericano.
El Pote, un gigante que andaba por los lados del metal, nos reclutó por desocupados y desadaptados, nos uniformó y nos dio una misión clara. Este festival era para nosotros y nosotros lo organizaríamos. Así nació Fuerza de Paz y fuimos nosotros con una mínima preparación quienes cuidamos, vigilamos y armamos los escenarios. Así aprendimos muchos, improvisando. De ese grupo de vigilantes emergentes nació la verdadera escena del Rock contemporáneo de la capital y una red de bandas y productores, ingenieros de sonido, diseñadores, productores de televisión y medios que crearon lo que es hoy el festival.
En los primeros años los metaleros crearon una simbiosis con el festival. Era el evento que esperábamos años tras año, siempre el metal fue el fuerte. Aunque el consumismo y la falta de planeación lo relegaron en los últimos años. Y de ahí los malos resultados del año pasado. Ahora el instituto Idartes que es dirigido por varios “hijos de Rock al parque” entendió que la raíz de lo sencillo y de darle importancia a lo subterráneo y nuevo es la esencia del festival más grande gratuito de Latinoamérica. No lo dice este humilde servidor, que ahora sueña con algún día crear una escena así en Barranquilla en donde han nacido grandes bandas como Los de Adentro o 69 Nombres que también han hecho parte de este festival con gran acogida. Lo dijo el mismísimo Fito Páez y lo siguieron Robi Draco Rosa, Vicentico y hasta el mismo Manu Chau, Bogotá sin su festival de Rock al Parque sería una ciudad gris.
Lachachara.co cubrirá este evento para aquellos costeños que aunque vivan en el paraíso de la música tropical les mueva el corazón lo alternativo y contestatario del Rock y el reggae. En Barranquilla y demás ciudades de la región Caribe son muchos los que desean tener espacios de expresión.
Gracias a Rock al Parque se celebra, Jazz al Parque, Salsa al Parque, Opera al Parque, HipHop al Parque, Cine al Parque, Poesía al Parque y por supuesto otros más que le han dado a Bogotá un impulso cultural que anteriormente lideraba la capital del Atlántico y que este cachaco que vive y adora a Barranquilla quisiera un día vivir en esta gran ciudad…
¿Qué tal un Rock a la Playa?











