Cada día que pasaba en la cárcel Modelo, David Barros no solo se sumergía en el mundo de la droga, sino que crecía su odio hacia la sociedad. (Historias: De la fama al hampa)
Por: Francisco Figueroa Turcios
Ni la familia se salvaba de la crisis emocional que padecía David. Un domingo cuando su esposa Luz Angela Paba fue visitarlo a la cárcel, la golpeó y la sacó antes del horario normal de visita.
«No sabía qué me pasaba. Cuando se fue, yo no aguantaba más, quería que me quitaran la vida. En la cárcel a eso le dicen ‘el candao’, porque a uno no le interesa si la sangre rueda o ver rodar la sangre de otro. Lo que uno quiere es que nadie lo mire, ni que lo toque. Uno se aísla para no tener contacto con nadie».
Ese mismo día decidió atentar contra la vida de un recluso que le caía mal y también contra su compañero de celda.
«Estábamos armados con unas navajas, a los pocos minutos entró otro recluso a nuestra celda y me dijo «escuché una voz que me dijo que ustedes me iban a necesitar». Yo le respondí: «a tí te atrajo fue el olor a marihuana». David relata que al poco rato entró una brisa fuerte, «comencé a llorar y también a temblar, sentí que una fuerza sobrenatural se apoderó de mí». El compañero de celda fue a buscar a unos reclusos que eran evangélicos y ellos comenzaron a orar y a reprender. David continuó llorando por largo tiempo.
«Cuando me tranquilicé, me dejaron solo en la celda. A los pocos minutos escuché una voz que me dijo ‘te quiero ayudar. Confía en mi’. Comencé a sentí una paz en mi corazón». David habló a esa voz que lo invitaba a confiar: «Si voy a sentir esta paz siempre en mi corazón, yo haría la misión que me encomendara».
De allí para adelante «le entregué mi vida al señor Jesucristo. Dejé de consumir droga y comencé a vivir los mejores momentos de mi vida. Comencé a leer la biblia y a predicar la palabra de Dios. Hacía culto entre los internos».
Pero nada cambió
Las dotes de liderazgo que David Barros mostraba en el fútbol y luego en el hampa, se convirtieron en una fortaleza para su labor espiritual. Fue un líder de congregación en la cárcel hasta cuando cumplió la condena.
El día que salió, se prometió continuar el cambio de actitud en la vida, empezando por no hacerle mal a nadie y serle fiel a su esposa. «Perseveré cuatro años, pero como dice la Biblia en 1 de Corintios 10:12: ‘por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer. Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir'».
Llegaron las pruebas a su vida. «Dios me puso pruebas para ver si en realidad esta en los caminos de él. Y volví a caer y más profundo. Con Dios no se juega y la Biblia es clara. ¿Por qué nos dice Pedro que el postrero estado de estos será peor que el primero? Muy sencillo, cuando las personas no conocemos a Cristo, entonces nuestro estado de pecado, en la mayoría de los casos, se podría alegar a la ignorancia. Pero, desde el momento que una persona acepta al Señor como salvador y se arrepiente de sus pecados, es totalmente consciente de lo que es y no es pecado y de sus consecuencias. Ahora bien, cuando un creyente regresa a sus hábitos pecaminosos, se dice que está en una peor condición que antes, porque está regresando a la maldad teniendo total conocimiento de ella».
Y se convirtió en sicario
David Barros hace una pausa, respira profundo, de pronto se abre en pecho: «Necesito liberarme. Voy hablar sin tapujo: Por no pedirle a Dios que me iluminara para que me mostrara el camino, para solucionar los problemas económicos…Una persona que sale de la cárcel ¿qué empresa le puede dar trabajo? Intenté buscar un trabajo digno para no volver a delinquir. Comencé a prestarle plata a un cobra diario. Pero para pagarle a uno, tenía que cogerle a otro, y cuando vine a ver tenía deudas con más de doce. Ante las altas deudas me tocó vender mi casa en el barrio La Luz y todavía continuaba endeudado. Allí le abrí las puertas al diablo y regresé adonde los amigos con quienes había trabajado de fletero. Pero cuando llego ya ellos no estaban en ese mundo, sino en uno peor. Se habían vuelto sicarios».
La primera vez cuando David llegó, estaban reunidos en el patio de la casa en la que siempre se encontraban. Al principio pensó: «Esta gente ahora sí está bien organizada. Me parece excelente». Lo que supuestamente fue mejor es que aprobaron su regreso al grupo. Le dijeron que cuando saliera el primer trabajo sería para él. Se fue animado para su casa.
Al día siguiente lo llaman para arrancar a trabajar. «Cuando llego a buscar las coordenadas me percato que el negocio era otro, pero ya no me podía echar para atrás porque si lo hacia allí mismo me hubieran matado: así es el mundo del hampa».
El primer trabajo fue la prueba de fuego maldita: Le tocaba asesinar a un amigo. «Cuando me entregan la foto del personaje a matar, descubro que me tocaría arriesgar mi vida porque decidí salvar a ese amigo. Le mandé avisar que habían ordenado que lo matara. Pero mi amigo, a quien apodan ‘El Golero’, en vez de huir lo que hizo fue que encaró la situación y buscó al jefe de la banda Los Paisas, con quien ya yo trabajaba».
Se descubrió que fue el mismo David el que alertó a su víctima, así que le tocó afrontar la situación con su jefe. «Le dije que no asesinaría al ‘Golero’ porque yo era leal con mis amigos, y si mañana a él lo mandaban a matar, seguro él tampoco lo haría».
Su jefe al parecer aceptó los argumentos y le dio el respaldo para continuar trabajando. Por ese trabajo, hoy, con vergüenza, reconoce el abismo al que cayó. «Y le pido perdón a la sociedad porque después maté a más de 10 personas»
El atentado
El 15 de noviembre de 2010, los diarios de Barranquilla y del nivel nacional registraron la noticia de una masacre en el barrio La Chinita. Se supo, según comunicado de prensa de la Policía, que lo que los perpetradores buscaban era atentar contra el el ex-futbolista David Barros.
“Iban a matar a uno solo”
Una vez realizadas las investigaciones preliminares sobre el quíntuple crimen, el Comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, general Jorge Gutiérrez, aseguró que los sicarios iban era por un solo hombre. “El atentado iba dirigido contra David Alberto Barros Escorcia, de 37 años, quien a la postre terminó herido. Las personas que murieron no tenían nada que ver con lo que motivó el ataque”, recalcó el alto oficial.
En vez de vengarse, eligió el amor
Días después se enteró que todo terminó en una masacre. «Estoy vivo por la misericordia de Dios, me duele que hubo 5 personas muertas y 9 heridas. Hubiera preferido que me hubieran matado solamente a mí. En es momento yo no quería continuar viviendo, era una ofensa para mi familia, los estaba poniendo en peligro y la única solución era que mataran. Yo duré cuatro años de puerta en puerta predicando la palabra de Dios y luego quitando vida, no tenía lógica».