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Cuando una juventud empezó a cantar contra la desesperanza

Muchos pueblos de la Costa Caribe recogieron del suelo el último aliento de vida al son de un acordeón, de un tambor y una gaita. Muchos años después, Barranquilla revive esa historia.

Por Chachareros

Desde tiempos que se pierden en los confines de los siglos, las comunidades han encontrado en la música la magia para superar los dolores y tormentos, de los más disímiles orígenes, desde infernales tempestades y tormentas, hasta las más insoportables ansiedades, angustias y depresiones, o, en tiempos recientes, los tsunamis, los huracanes e incendios devastadores.

Hoy es una pandemia llamada Coronavirus, tan mortífera, que tiene al Mundo arrodillado a sus pies, sin que todavía se sepa a ciencia cierta cómo nació, de dónde surgió, quién o quiénes lo crearon y para qué.

Aun en los momentos más insufribles, cuando el ser humano resiste y pierde el miedo, sabe que el enemigo no es más fuerte que él. Entonces comienza a pensar en lo bello que era la vida cuando no estaba esa monstruosidad y, en ese instante, el sentimiento se vuelve canción.

Los pueblos -en tiempos recientes en Colombia—que han sido víctimas de las peores atrocidades, ya sea por la naturaleza o por la mano cruel y salvaje del propio hombre–, han encontrado en la música el elixir para aliviar su pena y su dolor. Y siempre hay que recordar a Gabo, cuando llegó a un pueblo perdido en los confines de lo que antes fue el Magdalena Grande. Había sido asaltado por bandoleros de uno de los partidos tradicionales de Colombia. Mataron a decenas de hombres, mujeres, ancianos y niños. Quemaron casi todas las casas. Y, tal como llegaron, se fueron.

Pasaron tres meses sin que nada en el pueblo se moviera. Los hombres encerrados debajo de lo que había quedado en pie de su rancho. La mujeres de luto cerrado. No se escuchaba una voz ni de día ni de noche, como diría años después García Márquez, “era un pueblo muerto en vida”.

Julián Andrés Sarmiento Figueroa, guitarrista, compositor, productor, editor y director del proyecto musical Taller de Audio en Casa.

Bastó que un forastero, perdido en esos andurriales, llegara al pueblo. Sorprendido por el silencio y el feo paisaje de mujeres vestidas de negro de la cabeza a los pies sin darle la cara al sol ni al recién llegado. Hasta cuando se encontró a un anciano que le contó la causa del silencio, el luto y el dolor. “Como será que ni siquiera Juancho López, el mejor acordeonista de todas estas poblaciones, ha vuelto a sacar el acordeón, cuando él era quien nos alegraba todas las noches, porque, cuando abría ese fuelle, iban llegando de uno en uno, cantantes, guacharaqueros, maraqueros, cajeros, gaiteros, viejos saxofonistas, guitarristas y hasta violinistas. ¡Esas sí eran noches de alegría, compa!”.

“¡Pues, no se diga más, vamos a repetirlo antes de que tengan que venir de otros pueblos a enterrarlos vivos a todos ustedes!”. El forastero, que era un vendedor de libros sobre agricultura y ganadería, tenía la genialidad de acudir a todo un repertorio de vendedor de algo tan difícil. Con ese talento de vendedor de ilusiones, convenció a Juancho López para que sacara su viejo acordeón. Y no bien sonaron las primeras notas, todo el pueblo fue saliendo de sus casas como sale el armadillo de sus cuevas después de que ha pasado el cazador con sus perros y su escopeta.

Aunque parezca mentira, más de medio siglo después, por iniciativa de la Secretaría de Cultura del Distrito Especial Industrial y Cultural de Barranquilla, que lidera la dinámica María Teresa Fernández Iglesias, con su estrategia de Taller de Audio en Casa, ha empezado a convertir el miedo en esperanza, el dolor en inspiración para cantarle a la vida, para pensar que algo bueno debe venir después de tantos pesares, amarguras, encerramientos y temores.

El primer resultado de ese positivo proyecto es este video-canción ‘Hoy nací’. ‘Llegó. No lo esperaba/. Ha llegado cual ladrón de madrugada’. Y, como decía Diomedes Díaz, “se las dejo ahí”.

Esta canción fue creada por 40 músicos colombianos, en su mayoría de la Costa Caribe colombiana, (y, especial, de Barranquilla, que es un epicentro musical caribeño), participantes del Taller de Audio en casa.

Dirigido y producido por JULIÁN SARMIENTO F.

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