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Cartagena: cartografía de la esperanza

Tener el alcalde en la cárcel, la dirigencia política asustada y, no pocos, frotándose las manos, tienen que hacer de nosotros ciudadanos atentos. 

Por: Padre Rafael Castillo Torres

Padre Rafael Castillo

Padre Rafael Castillo

Cartagena, con todo lo que le ha pasado, sabe que las cosas siempre se deben ir completando con el aporte de nuevas experiencias y corrigiendo cuando el discernimiento nos señale la ruta correcta. Por lo general las ciudades a orillas del Caribe tienen algo en común: son vivas, abiertas, dinámicas, cambiantes y nunca acabadas. En ellas siempre es posible la cartografía de la esperanza.

Y, en el caso de Cartagena, no sólo somos la ciudad vieja con sus atractivos, ni el amanecer y el atardecer de nuestra bahía, ni únicamente un referente turístico para el Caribe. También somos geografía humana, adolorida y esperanzada, que siempre será muy superior a nuestros cálculos técnicos, sociopolíticos y socioeconómicos.

Cartagena, ante esta situación y con un alcalde (e) joven a quien le viene bien el consejo de Pablo en 1ª Timoteo 4, 12, tiene que resaltar las nuevas coordenadas, orientadoras del futuro inmediato de la ciudad, que han de ser conocidas e interiorizadas por todos. Tendremos viajes más complejos y difíciles… pero más efectivos y eficaces.

slide-img23Qué bueno poder comprender, en esta hora, lo fácil que es perderse en un mapa que se construye día a día. De ahí el reto de aprender a identificar, comprender y relacionar “altitudes y longitudes” que, al cruzarlas bien, nos permitirán llegar a la Cartagena de la vida querida. ¿Qué desafíos enfrentaremos?
Lo primero es ser cartógrafos de a pie con capacidad de oír y disposición para caminar al ritmo de nuestra gente.

Lo segundo es reconocer que el mapa del alcalde Manolo, con sus categorías y variables, tal vez nos permitió transitar…no sé si avanzar. Es un mapa al que le aparecieron más curvas de las calculadas cuando dijimos que “él iba”. Aparecieron desvíos, trayectos más largos y dispendiosos y algunos diferentes al trazado original. Requerimos un nuevo itinerario con nuevos pasos, caminos y jornadas. Necesitamos cartógrafos de la dignidad y la esperanza.

Lo tercero es no dejarnos embargar por la desesperanza. Caminemos esperanzados. Saquemos nuestro gusto intenso por la vida y el entramado de presencias vitales que aprendimos en la casa. Alimentemos la llamita de la más pequeña de las tres hermanas virtudes, que va bailando entre sus dos hermanas mayores, fe y caridad, y las conduce de la mano: la pequeña esperanza. Como dice uno de los jóvenes que le cantará al papa Francisco: “el pasado es la memoria, el coraje en el presente, la esperanza en el futuro, Ay Colombia se lo merece”.

*Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de Cartagena

ramaca41@hotmail.com

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