En navidad la magia se apodera de los corazones de todas las personas y las lucen llegan como por encanto e iluminan el paisaje barranquillero, llenando de felicidad a grandes y a chicos.
Por: Estela Monterrosa
Se ha ido el 2016, pero todavía reina en el ambiente ese especial sentir de la época de fin de año, la familia reunida, las expresiones de amor de los familiares que llegan de lejos, los niños corriendo en los parques y calles, y de manera particular en Barranquilla, las brisas, el cielo azul y soleado, le dan un aspecto maravilloso a la ciudad.
Es una época que nos hace añorar tiempos pasados, cuando éramos niños y gozamos de las tradiciones que nuestros abuelos le inculcaron a nuestros padres, y que a su vez ellos nos inculcaron a nosotros. En años pasados la tecnología parecía que le estaba ganando la partida a todas esas costumbres bonitas de los regalos tradicionales y en muchos casos artesanales, pero este 2016, nos percatamos al darnos la tarea de recorrer las calles y diferentes barrios que los niños estaban volviendo a jugar con carros de madera, mecedorcitos pequeños hechos por artesanos, las típicas escobitas y traperos, las patinetas con diseños, aquellos de la tabla con las tres balineras, los trompos de madera, esto nos llenó de felicidad porque en estos detalles vuelve a revivir la navidad que todos conocemos.
Pero lo más interesante fue la congregación de la gente en los parques, eso sí que daba gusto verlo, los parques súper llenos, las familias enteras reunidas, los niños haciendo amigos nuevos lo mismo que los adultos, y de eso si hay que “culpar” a las dos últimas administraciones distritales, que a pesar de las críticas que hablan de la cultura del cemento, pues también hay que hablar de la parte social, porque esto que se vio en fin de año 2016 es producto del trabajo de las administraciones distritales y su interés porque las familias estén integradas y gocen de sitios de esparcimiento en la ciudad.
Se redujeron los regalos tecnológicos y volvieron los niños a gozar de juguetes verdaderos, esos que te hacen crear fantasías, imaginar momentos que tú quieres vivir, esos que dejan expresar lo que tú quieres ser o sentir, en fin dejaron que los niños fueran ellos, no personitas presas de un aparato y de un juego que los aísla de relacionarse con otros niños que eso es lo más hermoso y mágico de esa edad.
De las novenas ni hablar, los parques fueron el escenario perfecto para ese encuentro maravilloso con el nacimiento de Jesús, los niños y adultos congregados alrededor del pesebre, rezando con devoción y siguiendo esas tradiciones que nunca deben morir. Un ejemplo de esto, sucedió en el barrio la floresta, donde los vecinos se reunieron y con la guía de Alexis Recio, William Bruges y Milenis Bruges, llevaron a cabo de forma ordenada la novena en el parque. Cabe destacar que el pesebre maravilloso fue realizado por Alexis Recio y motivaron tanto a los residentes que ya se está hablando para la novena de este diciembre. Fue un fin de año maravilloso, de tradiciones renovadas, de costumbres que no deben morir, de familias verdaderas continuando las enseñanzas de sus antepasados, pero lo más importante, derrochando amor, amor que es el motor de la verdadera vida, del día a día, de la educación de los hombres y mujeres del mañana, de la generación de la paz, libres de odios y resentimientos, de la gente creadora y creativa que este país necesita cada día más.
Comida, árboles de navidad, adornos, regalos, pólvora y hasta peleas hacen parte de las tradiciones que algunos países mantienen cada año para darle la bienvenida a Jesús. Aunque cada país tiene tradiciones distintas, todos se reúnen en la celebración más importante del año, pero Barranquilla es mágica y con su ambiente en el 2016 se sobró. Esperamos este año con el mayor optimismo posible, para la realización de los proyectos de todos los habitantes de esta ciudad, y para seguir en ese tono de hermandad, de inclusión, de solidaridad y de amor, para lograr con la fuerza de la unión, muchas tareas que debemos llevar a cabo en Barranquilla. Es que tenemos que ser multiplicadores de todo lo bueno.
¡¡¡Bienvenido 2017!!!