Hoy la Ganadora es Estela Monterrosa Cabarcas. Educadora Preescolar ganadora del concurso «Premiamos tu Talento» patrocinado por Metrotel SA y organizado por @lachacharaco
También se veía el progreso. En el sueño veía altos edificios de enormes ventanales semejaban una inmensa urbe, grandes centros comerciales con la más alta tecnología, industrias manufactureras que daban cabida a un gran número de trabajadores; de pronto se sentía un gran calor y ni los árboles se movían, a excepción del viento y del polvo que traía y seguía recorriendo las calles de esta ciudad que está irreconocible.
Es una gran urbe, pero intempestivamente a lo lejos se escucha un tambor, una flauta y se forma un ritmo melodioso que me recuerda en mi sueño que estoy en Barranquilla, la ciudad del mejor Carnaval del mundo, la ciudad de los brazos abiertos, de las mujeres hermosas, de los hombres trabajadores, la ciudad alegre y bullanguera que tiene la mejor energía del planeta y veo grupos de extranjeros que entran y salen de hermosos hoteles, otros que viven en esta tierra y ya hacen parte de ella y de su desarrollo y en mi sueño me sorprendo de esta ciudad que ha crecido y se ha desarrollado tanto, pero que no pierde su esencia.
Y en el sueño digo: ¡Qué hermosa gran urbe! Donde el orden vehicular reina, donde se observa una limpieza en sus calles, donde el fútbol es pasión; pero lo que más me asombra en este sueño, es que el desarrollo en la calidad de vida del barranquillero es maravilloso, que existe una convivencia e integración, en lugar de la segmentación a la que estábamos acostumbrados y ¡oh sorpresa! Una clase política renovada totalmente, con buenos canales de comunicación, eficiente y sin impunidad, sin clientelismo y con el mínimo de corrupción tolerable.
Yo seguía soñando y caminaba y caminaba y el recorrido que hacía me llevaba por la ruta de los olores a suave brisa del mar, de vegetación, de río, de alegría con coco y anís de butifarra, del raspao para mitigar la sed, del arroz con liza, del bocachico; pero también veía unos sitios donde los comensales disfrutaban de exquisitos platos foráneos; era una conjunción de culturas que hacían más interesante este paseo que yo estaba haciendo, pero mi ciudad era inmensa, era una gran urbe, con un desarrollo a la par de cualquier ciudad de ese mundo que admiramos, puede ser Europa, Norteamérica o cualquier otro continente.
Pero no, es Barranquilla, mi Barranquilla del alma, la ciudad pujante, luchadora, alegre, calurosa, la de los grandes edificios inteligentes, pero también la de los matarratones y trinitarias, la de las grandes empresas multinacionales, pero también la de la hermosa luna, la del Júnior, la de los mejores carnavales y lo mejor, la Barranquilla emocional, la de la esquina, la del barrio, la del bacán de siempre.
De pronto un viento suave me despierta, miro el calendario y veo que estamos en el año 2033, como ha pasado el tiempo, y como he soñado yo. Pero como decía Tomás Moro en su libro ‘Utopía’. Esto es algo de lo que más deseo, que espero, y pienso: voy a dormirme de nuevo a ver si sueño otra vez.
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