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Barranquilla enloqueció con sus noches iluminadas

Luces de obelisco y árbol de Navidad se ven a 10 millas náuticas de Bocas de Ceniza, El ‘Puerta de Oro’ se ha convertido en el faro-guía de navegantes nocturnos. El Malecón, un homenaje de luces al Río. 

Por Rafael Sarmiento Coley

A cinco y media millas náuticas del coloso Mar Caribe, testigo de tantas guerras de piratas y mercenarios de países europeos colonizadores de naciones caribeñas, “a lo lejos se ve el resplandor de las luces de mi ciudad…eso creía yo cuando veníamos en un gigantesco buque de carga para entrar por Bocas de Ceniza”.

En efecto, Laureano Acuña estaba equivocado. O tal vez emocionado porque regresaba a casa luego de seis meses en altamar. Ahora deseaba “llegar pronto a casa para abrazar a mamá, a mi esposa y a mis hijos, entregar los regalos y prender las velitas el 7 de diciembre. Tú sabes que para nosotros los ñeros ese es un día sagrado”.

Chirstian Daes, Director Ejecutivo del Grupo Tecnoglass, se siente muy feliz al contemplar desde lo alto del edificio de las oficinas administrativas la romería atraída por la Ventana al Mundo y el gigante Árbol de Navidad y Año Nuevo.

Ciertamente, la Virgen María es la matrona de Barranquilla. No es por casualidad que su templo mayor se denomine ‘Catedral Metropolitana María Reina’. Por eso la noche del 7 para amanecer 8 la ciudad no duerme, y la chiquillada lo hace por unas pocas horas, y sus familiares adultos los despiertan para celebrar la tradición de encender las velas protegidas con faroles de papel celofán de mil colores.

No era el esplendor de las luces de Barranquilla, sino el fogonazo del más gigante Árbol de Navidad que se levanta en Colombia: 51,36 metros de altura y 66.500 luces LED (por sus siglas en inglés Light Emiting Diode) o ‘Diodo emisor de luces’, en buen lenguaje español, con la modernidad del juego de luces de mil colores que se mezclan a partir de los colores primarios rojo, verde y azul formando diversas figuras, sistema que se denomina RGB (por sus siglas en inglés Red, Green, Blue).

Miguel Ruiz, veterano exdirector de la Dirección Marítima (Dimar), calcula que las luces que Laureano vio titilando en el cielo barranquillero fue en el momento en que el barco en el cual venía estaba a unas 5,5 millas náuticas de Bocas de Ceniza (9.9 kilómetros, un kilómetro equivale a 1.852 millas náuticas).

La novedad es que a partir de ahora el obelisco ‘Ventana al Mundo’ será atractivo turístico y el faro que servirá a los navegantes que vienen y van por el anchuroso Mar Caribe. Como lo fue en su época el famoso Faro de Alejandría (Egipto) construido de piedra y mármol en el siglo III antes de Cristo, con una altura de 134 metros y un espejo que emitía una luz extensa con los rayos solares, y de noche se encendía una hoguera rodeada de vitrales, con lo cual servía de manera eficiente a los navegantes.

Se cambió la rutina

Char se propuso convencer a los barranquilleros de no darle la espalda al Río Magdalena que la vio nacer y crecer, y lo logró.

En todos estos años anteriores la administración distrital contrataba la instalación de las luces de Navidad y Año Nuevo (que quedaban encendidas hasta el Carnaval) en diversas avenidas de la ciudad, en sus cuatro puntos cardinales.

Este año se modificó la costumbre, centrando la iluminación más hermosa en los cinco kilómetros del Malecón que bordea los últimos pasos del Río Magdalena antes de llegar a Bocas de Ceniza y entrar al Mar caribe (‘dándole cuchilladas’ para poder meterse a la brava a las aguas del azuloso piélago).

Si desde cuando fue inaugurado el Centro de Eventos Puerta de Oro, y el Malecón que parte desde este escenario, ya eran un referente turístico para propios y extraños, ahora con mayor razón los barranquilleros se van en masa todas las noches, desde el primero de diciembre cuando el alcalde Alex Char prendió las luces. Es una romería inmensa, algo parecido a un anticipo de la Noche de Guacherna y la Batalla de Flores del Carnaval barranquillero.

Ahora el paseo de las familias barranquilleras y de los turistas que llegan a la ciudad, es el Malecón, desde donde empiezan las luces y adornos de esta Navidad.

Lo mismo ocurre con el obelisco “La Ventana al Mundo”, que ahora tiene de compañero el gigante arbolito de Navidad. Desde cuando el obelisco estuvo listo hace algunos meses, las colas eran inmensas. Ahora con el nuevo adorno, el gigante árbol metálico, el atasco causado por vehículos, motos, ciclas y peatones empieza desde la fábrica de cementos en la Vía 40, y del otro lado desde el puente de la Circunvalar con la carrera 46 (Olaya Herrera).

Este bello atractivo turístico barranquillero se levanta en una rotonda que había sido convertida en basurero por los carromuleros que se ganan la vida recogiendo los desperdicios de los barrios periféricos y, por la línea del menor esfuerzo, tiraban sus fardos podridos allí, a pocos metros de donde se levanta el exitoso grupo empresarial Tecnoglass, Alutions y C.I. Energía Solar Eswindow, de los hermanos Christian y José Manuel ‘Yuyo’ Daes Abuchaibe.

El alcalde Alejandro Char y su esposa Katya Nule de Char presidieron el acto del encendido de las luces del Malecón cerca del Centro de Eventos Puerta de Oro.

Y fue, precisamente, ese portentoso centro de tecnología de punta el que regaló a Barranquilla el obelisco y el gigante árbol de Navidad.  Lo que motivó al alcalde Char a tuitear:  “¡Así luce el árbol de Navidad más grande de Colombia que acompañará a La Ventana Al Mundo en esta época decembrina! Agradecemos a @TecnoglassSA por este regalo a los barranquilleros”.

Es bueno recordar que desde cuando Alex Char era candidato para llegar a la Alcaldía por primera vez (hace 11 años), mantuvo en su discurso el propósito de lograr que Barranquilla volviera a mirar al Río Magdalena, pues de no existir este enorme caudal de agua ‘dulce’, las vacas de un rico hacendado de Galapa, acezantes por la sed de un verano severo, no habrían abierto trocha, atraídas por una fresca brisa y el olor nítido del líquido que con tanta angustia buscaban. Después de abrevar en estas riberas, el ganado galapero jamás quiso volver a su corral, y su dueño tuvo que levantar una casa, corrales y puerto en las que en aquellos tiempos se llamaron ‘Barrancas de San Nicolás’, que después se redujo a su nombre de hoy: Barranquilla.

Fue, entonces, gracias a la tenacidad del alcalde que según los barranquilleros no se quita la ‘cachucha bacana’ ni cuando se mete ala ducha, que Barranquilla dejó de darle la espalda al Río que la vio nacer.

Una aventura china

Tan pronto los ejecutivos del grupo Tecnoglass definieron el regalo que darían a Barranquilla en estas fiestas de Navidad y Año Nuevo, enviaron a dos funcionarios a la China (concretamente a la ciudad de Guangzhou), con el fin de que aprendieran lo mejor y más pronto posible todo lo necesario para construir un árbol de Navidad de 51,36 metros de alto.

Lo primero que tenían que hacer era profundizar sus conocimientos en el idioma del gigante asiático. Y luego meterse de cabeza en el monstruo de una zona inmensa en donde los chinos desarrollan su más avanzada tecnología electromecánica. Al explicarles a sus colegas chinos que el árbol sería levantado en una parte alta de la ciudad, de frente al Mar Caribe y al Río Magdalena, en donde la brisa es tan fuerte, en especial en diciembre y enero, que llega a alcanzar los 35 kilómetros por hora.

Christian Daes, Director Ejecutivo del grupo Tecnoglass afirma con toda seguridad que:

«Este árbol no es similar a los del Rockefeller Center, en Nueva York ….¡es mejor!. Está compitiendo por ser de los más hermosos que hay en el mundo entero instalados. Este árbol no tiene nada que envidiarle a ningún otro. Lo más importante es que normalmente son las ciudades las que pagan la decoración navideña con dinero público, este es capital 100% privado».

Los Daes no solo le han cambiado la cara al inmenso sector que rodea su imperio industrial. También han contribuido a mejorar las condiciones de vida de los habitantes del barrio Las Flores, en donde vive gente muy pobre que, en su mayoría se dedica a la pesca, mientras que mujeres y niños atienden la venta de lo los pescadores traen. Repararon calles. Construyeron un moderno Centro de Atención Inmediata, y lo dotaron de sistemas modernos de comunicaciones, motos y un centro de documentación y logística.

Eso sí, nunca ninguno de los hermanos Daes dicen cuánto costó esto o aquello. “Uno no lo hace para vanagloriarse, sino para empujar a Barranquilla, porque si la ciudad crece de manera ordenada, vienen más inversiones, se crean nuevas fuentes de trabajo, se mejora el nivel de vida de los barranquilleros que viven en los extramuros de la ciudad. Por eso no es costumbre nuestra decir qué nos costó cada cosa que hacemos para el bien de todos los barranquilleros. No sé cuánto valor ponerle ya que sería cuantificar algo que no es cuantificable. A esto le trabajamos muy duro y queremos que este regalo a Barranquilla sea para todos. La Ventana al Mundo ha tenido un gran impacto”.

Siempre pensando en las fuerzas que viajan por el universo, Christian Daes piensa que cuando alguien “pone la planta de sus pies en La Ventana al Mundo ocurre algo especial. La brisa y el clima cálido convergen en una armonía exquisita. Energías que invitan a soñar. El mundo nos abrió las ventanas. A pesar de todos los problemas vivimos un futuro que es de todos y tenemos que echar para adelante como la familia que somos”.

Sobre el autor

Director general de Lachachara.co y del programa radial La Cháchara. Con dos libros publicados, uno en producción, cuatro décadas de periodismo escrito, radial y televisivo, varios reconocimientos y distinciones a nivel nacional, regresa Rafael Sarmiento Coley para contarnos cómo observa nuestra actualidad. Email: rafaelsarmientocoley@gmail.com Móvil: 3156360238 Twitter: @BuhoColey
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