El festival de jazz más importante de Colombia y el Caribe celebró sus primeros 18 años con una combinación exquisita entre madurez y juventud, entre virtuosismo y sensibilidad. Convocando a los mejores. Como debe ser.
Por Jorge Sarmiento Figueroa – Editor general
Chick Corea, Jimmy Cobb, George Cables, Eric Alexander, Bryan Lynch, Yasek Manzano, Leila Pinheiro, Pedrito Martínez, Ariacne Trujillo, Ismael Miranda, Cotó, Chano Domínguez. Vale nombrarlos a cada uno. Para que puedas copiar y pegar en una mayor búsqueda de información en internet. Su trayectoria. Su música. Ellos y los artistas que los acompañaron en este Barranquijazz 2014. Y no están en esta lista los que hicieron parte del festival en su versión de calle y de plaza, que se refuerza para dar a Barranquilla el acceso masivo que se necesita para subir nuevos peldaños en el universo musical.
Del 10 al 14 de septiembre, de principio a fin, Barranquijazz puso en su público una combinación de raíces ancestrales, las leyendas del jazz mundial arriba enlistadas junto a expresiones excelsas de otros géneros, con el fulgor de la savia joven, las nuevas figuras.
De primero el plato fuerte
«Fue una decisión fortuita inaugurar el festival con Chick Corea. Si hubiera estado en nuestras manos no lo ponemos de abrebocas, sino de plato fuerte. Pero su visita incluía una gira por Bogotá y Medellín. Si lo traíamos a Barranquilla un día distinto al miércoles, ya no nos costaba 15 mil dólares sino 30 mil», reveló uno de los más cercanos al grupo de organizadores. En palabras de Miguel Iriarte, co-director del festival, «volvimos a ver a Corea jugando como él solo sabe hacerlo con sus juguetes de teclados frente a un grupo que le hace transfusión de toda la sangre nueva que sus 73 años necesitan y que su imaginación creativa agradece».
Entre leyendas
Adlai Stevenson Samper dijo en la revista Latitud del diario El Heraldo que Miles Davis estaría recorriendo este año el Barranquijazz, que su espíritu musical haría rondas en todos los escenarios. Lo anticipó con precisión. Las bandas locales competidoras por un cupo en el gran cierre del festival en la Plaza de la paz lo homenajearon con su So What. Pero quienes lo trajeron directo al sonido fueron sus propios compañeros de leyenda. Jimmy Cobb, desde Kind of blue, en el puesto principal.
La noche del jueves, de nuevo las palabras de Iriarte: el concierto fue de una asombrosa pulcritud y rigor jazzísticos en manos de dos instrumentistas de prodigio como el saxofonista tenor Eric Alexander y el superdotado trompetista Brian Linch ambos brillantes tanto en sus pasajes coordinados como en sus desempeños solísticos, por supuesto cabalgando seguros sobre una sección rítmica impecable con Cables en el piano, inspirado, recursivo y creativo; un Jimmy Cobb a sus 85 y en plenas facultades, exacto y puntual como un metrónomo, con alientos intactos para un brillante solo final; y un contrabajista esforzado y capaz dando la talla al tamaño compromiso. Grandes temas del repertorio jazzístico, Miles Davis, Horace Silver, Jhony Mandel… que en manos de estas leyendas recibían un nuevo bautizo en Barranquijazz».
‘El caminante’ en Leila Pinheiro y la salsa viva de Ismael Miranda
Dos notas distintas, dos mundos diferentes para ponerle cereza y limón al Barranquijazz. Leila Pinheiro, desde Brasil con su bossa nova, con su voz de cuerdas deslizadas en tensión y placer. Cuando se le escucha junto al piano, la guitarra, el bajo y la batería, ella es un sonido que fusiona y los envuelve a todos. No es solo una melodía rectora, es un vibración omnipresente, un rumor y al instante un estallido de música. Su gesto hermoso con lo nuestro, con Barranquilla, fue la versión bolero de una de las canciones insignes del «gran Joe Arroyo», como ella mismo lo presentó: El caminante.
Y si de sabor de salsa hablamos, el limón sigue picante, intacto en la garganta del «niño bonito de Puerto Rico», Ismael Miranda. «Lo que pasa es que todavía puedo quejarme con Jhonny Pacheco, que fue el que me puso el apodo, porque casi toda la plata de mi carrera me la he venido gastando en cirugías estéticas para no perder la niñez. Por culpa de él». Así bromea con su figura el cantante de 63 años cuyo talento y carisma tienen en vigencia al género de sus islas que se tomó a Nueva York y que llegó a su cúspide mundial con la Fania all stars. Allí también se graduó para la posteridad Miranda y es ahora el responsable de mantener «joven» a aquella fuerza, aquel sabor llamado salsa. «Maestro – le dijo un fanático atrevido en el concierto del sábado en el Jumbo del Country Club, en la noche de baile en Barranquijazz -, usted tiene que volver a grabar todos esos discos de la Fania. Es el colmo que se quede solo grabado en esas producción primitivas. No lo podemos permitir». Y el maestro contestó desde el escenario, en su acento más ‘puertorro’: «Volvel a hacel-lo vale 1 millón y medio de dólares. Y la veldá es que la gente prefiere aquel sonido viejito pelo oliginal. Pero yo te amo y si te consigues la plata te colaboro de gratis». El resto, lo más importante, es que Ismael Miranda sigue siendo la voz que ordena lo que se necesita para componer un son y sigue siendo un artista que supo correr por las esquinas encontradas de la fama y el hampa, y a tiempo supo quitarse las caretas para ser el ejemplo y el camino de una música para no olvidar.
De principio a fin, nuestro deseo más sincero para que Barranquijazz siga arando con el propósito de que conozcamos la raíz y siga siendo el escenario de las nuevas semillas. Mención especial para nuestra apreciada banda barranquillera La Margarita, de Julián Sarmiento, Keren Vargas, Camilo ‘Tete’ Sarmiento y ‘Pochi’ Vengochea.
Barranquijazz, felices 18 años.