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Análisis.- ¡Qué difícil es la paz!

Desde el comienzo mismo de la humanidad el hombre se ha peleado, ¡vaya qué cosa más contradictoria!, por la paz. 

Por Rafael Sarmiento Coley

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Los boleristas sostuvieron siempre que del amor nace el odio. Santos y Uribe lo confirman.

La ambición política es la más desgarradora y cruel de todas las ambiciones, porque, gota a gota, se bebe la vida de quien la padece. ¡Cuántos ejemplos cercanos! Gente en la plenitud de su vida, abatida por un cáncer por hacer el esfuerzo demás detrás del efímero poder político. Barranquilla tuvo un jefe de obras públicas brillantísimo, que en forma arrolladora sus mentores políticos muy pronto lo catapultaron al Congreso de la República y en el primer periodo ya estaba de Presidente de la Cámara.

Para poder llegar hasta el pináculo del poder político en tan poco tiempo tuvo que beberse la vida a borbotones. Asistir a desayunos, medias onces, almuerzos, cenas, cocteles, parrandas, whisky, polvos nasales y todo lo demás. En menos de tres años una leucemia se llevó en banda la vida de esta promisoria figura. Como se habría de llevar a un connotado dirigente conservador de Baranoa en un accidente de tránsito en un fallido intento por llegar a tiempo a tres reuniones en una misma noche.

No más recientemente el caso del Senador José Name Terán, fulminado por un cáncer cuando luchaba por ganar la Gobernación del Atlántico para cerrar su periplo político. Más no contaba el viejo zorro político con las celadas que le tenían preparadas para doblegarlo en la recta final, lo que le causó la peor decepción de su vida y una enfermedad terminal acabó con su resistencia física.

En los últimos 16 años de la vida política nacional Colombia ha sido sacudida como por uno de esos huracanes tropicales que la han atacado por todos los flancos. La política bipolar que se creía que había muerto en la escena mundial, se reprodujo de mala manera a escala nacional con un Centro Democrático inyectado de odio, rencor y venganza y una Unidad Nacional dispuesta a todo con tal de no dejarse sacar del poder. Porque sabe que, si sube el archirrival, caerá sobre el santismo las más abyectas modalidades de venganza.

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Estos tres ‘Mosqueteros’ sí que se han dado duro y parejo. Lástima que se murió D’artagnan.

Ya se ha llegado a los niveles más bajos de cinismo político. Diógenes el Cínico es un aprendiz de brujo frente a los Phd de la política colombiana. No más este jueves bien temprano, cuando los otro padres de la Patria cruzan la respetable Plaza Bolívar para dirigirse al santuario de la Democracia, el Capitolio, un coro de voces destempladas, y eran féminas, le gritaban al senador Armando Benedetti Villaneda que devolviera la plata de los dineros embolatados de la salud en Córdoba. Y el aludido, apelando a la más alta dosis de cinismo, les sonreía y hasta las saludaba con cariño, como si en vez de insultos, le estuvieran lanzando flores.

Y qué no decir del sainete Uribe-Santos, Santos- Uribe. Después de haber sido tan amigos, terminaron de archienemigos. ¡El poder! ¡Qué será el encanto que tiene el poder político! Los biógrafos de Hitler aseguran que la única forma de él lograr el pleno orgasmo era en medio del más incendiario de sus discursos, cuando bajaba de la tribuna todo tembloroso y con los pantalones mojados.

Lo más deplorable es que el epicentro de la lucha por el poder político entre los bandos en contienda en la realidad colombiana actual, es porque, en un pequeño parpadeo, el costo político es enorme. Porque el vencedor tendrá en sus manos todo el poder de las IAS (Procuraduría, Contraloría, Fiscalía, Comisión de Acusaciones, Consejo de Estado, Altas Cortes, Tribunales Especiales), para llevarse en banda al círculo más cercano del contradictor político. Lo raro es que nunca cae el máximo jefe que ha sido el culpable de todos los delitos habidos y por haber. De todas las modalidades de trampas para robarse el erario y tener el suficiente dinero para atornillarse en el poder.

Es allí en donde asoma la cobardía de los que viven del miserabilismo de la política. Impedir que las clases populares se eduquen, tengan mejores niveles de vida, piensen y manden para la mismísima mierda a tanto político disfrazado de puñal, escondido entre las sombras de la noche para atacar al contradictor político, no con ideas, con proyectos, con programas, sino con lo más sucios que puede salir de un ser humano.

Por eso fue tan difícil llegar a un mediano acuerdo durante 52 años para que cesara la horrible noche. Porque cuando de buena fe y en forma cándida se entregó Guadalupe Salcedo, más duró en llegar de los Llanos a Bogotá, cuando ya estaba muerto a balas. Así ocurrió con Ricardo Lara Parada; con Carlos Pizarro Leogómez y casi sucede igual con Antonio Navarro Wolff, quien se salvó gracias a Gabo, como él mismo lo reconoció en forma reciente.

En fin. Colombia llegó a un nivel tal de degradación de la violencia, que en una competencia satánica e infernal, de la maldita guerra bipartidista en que la gente pobre de los campos se mataban por los partidos liberal y conservador mientras los jefes de dichas colectividades se reunían por las noches en los clubes sociales a tomar whisky y a contarse mutuamente “a cuántos te bajaste tú hoy”. “Creo, según me reportan mis capitanes, que a unos 300. ¿Y tú? “¡Uuy! Mijo, lo tengo jodido, yo le saqué el doble!”. De esa primitiva escala de violencia se fue bajando por todos los anillos del infierno de Dante. Los carteles de la droga. Las guerrillas de izquierdas, los paramilitares de la ultraderecha. El narcotráfico de uno y de otros y de todos metidos en ese mismo saco del polvo blanco que aspiran a raudales en Estados Unidos y Europa.

Por las gallinitas de Tirofijo

En algún momento de esta historia siniestra se negaron a salvarles las gallinitas y los marranitos a Tirofijo y se prendió la balacera más espantosa. La historia violenta de este país es tan inverosímil,  que se necesitó todo un Ejército armado hasta los dientes para acabar con Joaquín González, un bandido al servicio de uno de los partidos políticos, a quien buscaban por cielo, mar y tierra. Trepaban por todas las cordilleras. Bajaban a los acantilados. Nunca lo encontraron. Hasta cuando un ‘sapo’, por ganarse la recompensa, dijo que ‘Joaquín está encerrado con cuatro putas de una cantina en una casa en las afueras del pueblo”. Estaba solo, con sus cuatro invitadas. Por supuesto, se lo cogieron con los pantalones abajo…¡Bien abajo!

El Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, se dispone a firmar el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera en una ceremonia cumplida en el Teatro Colón de Bogotá.

El Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, se dispone a firmar el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera en una ceremonia cumplida en el Teatro Colón de Bogotá.

¿Qué vendrá ahora? Dios quiera que si algunos de estos dirigentes políticos bastardos quieren seguir guerreando, que alguna Corte Penal Internacional los entreguen a la Justicia de Estados Unidos para que en un próximo viaje interplanetario los envíen a la Luna para que se maten a punta de piedra. Porque la idea es que los dejen allá empelotos, como Dios los trajo al mundo, sin armas, sin aparatos de espionaje, sin servicios de inteligencia, sin hacker, sin Agro Ingreso Seguro. Para que sepan con quién casó Cañagúate. Y para ver si así se les quitan las ganas de vivir cazando peleas.

Y que por lo menos nos dejen acá en Colombia vivir en paz y gozar la vida sin esas indeseables compañías. Aclaración final. Ni santista, ni uribista, ni testigo de Jehová. Colombiano. A secas.

 

About author

Director general de Lachachara.co y del programa radial La Cháchara. Con dos libros publicados, uno en producción, cuatro décadas de periodismo escrito, radial y televisivo, varios reconocimientos y distinciones a nivel nacional, regresa Rafael Sarmiento Coley para contarnos cómo observa nuestra actualidad. Email: rafaelsarmientocoley@gmail.com Móvil: 3156360238 Twitter: @BuhoColey
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