Por: Francisco Figueroa Turcios
Ana Isabel Pimentel, durante 12 años todas las noches antes de acostarse y al igual una vez al abrir los ojos en cada amanecer sólo le pedía a Dios que le permitiera reencontrarse con su hijo amado Juan David Herrera, sentenciado el 15 de septiembre de 2014 a pagar una condena de 15 años y seis meses de prisión, por acceso carnal abusivo y actos sexuales en menor de 14 años.
En las dos oportunidades que tuve la oportunidad de dialogar vía telefónica con Ana Isabel Pimentel, siempre me hizo énfasis que ella podía morir feliz si, Dios le permitiera la oportunidad de ver libre a su hijo y darle un abrazo de madre.
Ana Isabel, esperó ansiosa durante 12 años la salida de prisión de su hijo, pero las horas de felicidad fueron pocas. El sábado, justo cuando Juan David llegó a Valledupar, su progenitora comenzó a presentar problemas de salud. El domingo fue trasladada a una clínica, donde recibió atención médica y regresó a su vivienda ubicada en el barrio San Martín. El lunes 22 de enero, la salud de Ana Isabel volvió a recaer madre y al final falleció de un infarto fulminante en el Hospital Rosario Pumarejo de López, siete días después que le dieran libertad a su hijo Juan David, acordeonero y Rey Vallenato 1996
Juan David ´El Pollito´ Herrera, detenido en abril de 2012 por miembros de la Sijin en Valledupar y condenado en septiembre de 2014 por el Juzgado Primero Penal del Circuito con Funciones del Conocimiento al ser hallado responsable de acceso carnal abusivo y actos sexuales en menor de 14 años.
La lucha jurídica de Juan David, por tratar de demostrar su inocencia en el caso de abuso sexual a una niña menor de edad, luego de ser condenado a 15 años de prisión, no le dio resultado por lo que estuvo detenido 12 años. Inicialmente Juan David, estuvo retenido en la cárcel de Valledupar y finalmente en el Centro Penitenciario de máxima seguridad de Cómbita, Boyacá.
El día del reencuentro Ana Isabel le susurro al oído dentro del bullicio en el emotivo recibimiento en el barrio San Martín de Valledupar para decirle una frase que fue como una premonición sobre su muerte. «Mi padre me confeso que se podía morir feliz, porque Dios le había permitido ver a su hijo en libertad”, confeso Juan David ‘El Pollito’ Herrera, a raíz del fallecimiento de su progenitora. Ana Isabel Pimentel murió feliz porque pudo ser testigo de la libertad de Juan David Herrera.