El Carnaval del Caribe colombiano no es únicamente una fiesta popular ni un espectáculo turístico. Es, ante todo, un territorio de las artes vivas, un espacio donde el cuerpo, la música, la máscara, el rito y la comunidad se articulan en una experiencia estética compleja y profundamente contemporánea.
Por Samuel Buelvas Ochoa, artista plástico
Desde esta comprensión, la Maestría en Artes Vivas de la Universidad Nacional de Colombia ha venido abordando el Carnaval como un campo legítimo de investigación, creación y pensamiento académico.
El Carnaval —y de manera emblemática el de Barranquilla, reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad— puede entenderse como el mayor festival de artes vivas del Caribe colombiano. Durante sus días de celebración, la ciudad se transforma en escenario; la calle se convierte en aula abierta; el cuerpo colectivo asume una dramaturgia propia; y la fiesta se despliega como una forma de conocimiento sensible, transmitido de generación en generación.
Desde la academia, este fenómeno no se reduce a un objeto de observación distante. La Maestría en Artes Vivas ha insistido en que el Carnaval también se vive en la academia, no para ser domesticado ni folclorizado, sino para ser pensado desde la investigación-creación, el análisis crítico y el diálogo con los saberes del territorio. El cuerpo carnavalesco es archivo, la máscara es dispositivo escénico y la comparsa es una forma de composición colectiva.
En este cruce entre universidad y fiesta popular, se reconocen saberes que históricamente han sido excluidos de los discursos académicos formales. El Carnaval aporta metodologías propias: aprendizaje por repetición, transmisión oral, ensayo en la calle, creación comunitaria y memoria corporal. Estos procesos dialogan de manera directa con las preocupaciones contemporáneas de las artes vivas, que cuestionan los límites entre escena y vida, entre arte y cotidianidad.
La experiencia del Carnaval permite comprender que el conocimiento no habita solo en los libros ni en los salones cerrados. También baila, canta, se disfraza y ocupa el espacio público. Por ello, integrar el Carnaval a la reflexión académica es reconocer que el Caribe colombiano no solo produce fiesta, sino también pensamiento estético, político y cultural de alto nivel.
Así, la Maestría en Artes Vivas de la Universidad Nacional de Colombia reafirma una postura clara: el Carnaval es un laboratorio expandido de las artes vivas, un patrimonio en movimiento y una fuente inagotable de creación y reflexión. Academia y Carnaval no son opuestos; se necesitan. En su encuentro, el Caribe colombiano se revela como un lugar donde el arte no se representa: se vive.











