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A Campo Elías lo mató la política

Campo Elías Terán Oriundo de San Antero, Córdoba, arribó a Cartagena y a través de la narración del béisbol, fútbol y boxeo, logró la fama. Llegó inclusive a representar a RCN en eventos de caracter internacional. En fin. Fue uno de los más talentosos, admirados y escuchados narradores y comentaristas de las disciplinas deportivas que más dominaba: el béisbol, el softbol, el boxeo y el fútbol. Con una voz portentosa y una claridad envidiable para describir lo que sucedía en los eventos que cubría. Le tocó el gusanillo de la radio social y, como director y presentador del Noticiero Popular de RCN, ayudaba día a día a resolver toda clase de problemas a la gente más humilde de Cartagena. Los funcionarios públicos de la ciudad le temían por su poder con el micrófono y salían corriendo a solucionar la denuncia que Campo Elías difundiera. Por ese poder, los políticos de Bolívar y en especial los de Cartagena lo vieron como un bastión electoral capaz de mover por ellos las masas populares. Fueron ellos quienes le vendieron la idea que si podía resolver los problemas a la gente invisible del «corralito de piedra», cuánto más no podría hacer si fuera un Alcalde con el poder visible para arrasar las barreras burocráticas. Inocente, Campo Elías no lo dudó y se lanzó a la política. Alcanzó la Alcaldía con una votación récord, reflejando en las urnas su alta popularidad.

Pero pasar del micrófono a ser Alcalde es una tarea ardua.  Eso que la medicina moderna llama estrés, avivó en Campo Elías a un enemigo oculto, el cáncer pulmonar. En poco tiempo sus defensas sucumbieron y la enfermedad acabó con su vida.
Hoy sus amigos comentan que si Campo Elías hubiese continuado narrando los goles del Real Cartagena y dirigiendo su Noticiero Popular, «a lo mejor hubiese Campo para rato». Pero el destino se llevó sin probabilidades a un hombre de 63 años cuando disfrutaba las mieles de un poder que él creía conocer.
Tenemos que decirte adios, Campo Elías. Tu familia, tus amigos y el periodismo son los que están de luto. Ni los votos ni el poder, esos ya lo tienen otros.
Paz en su tumba.
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