La histórica decisión abre el debate de que si lo que ha ocurrido en Brasil es una trama bien orquestada para sacar del poder a la izquierda o si se hizo justicia a los escándalos de corrupción y el deterioro de la situación económica para la mayoría de los brasileños.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
El Senado brasileño destituyó este miércoles a la mandataria Dilma Rousseff, por 61 votos a favor y 20 en contra, en una decisión que también confirma como presidente de Brasil a Michel Temer, quien seguirá en el poder hasta el 1 de enero de 2019.
La decisión aunque era la esperada por la mayoría de los analistas, sorprendió por la cantidad de votos a favor, opción que finalmente tuvo más apoyo del que se esperaba originalmente.
La decisión supone el fin a un trámite que comenzó en diciembre pasado en el Parlamento y fue supervisado en cada uno de sus pasos por la Corte Suprema, como garante constitucional de un juicio que Rousseff, condenada por graves irregularidades fiscales, califica de «golpe».
Sin embargo, los opositores no lograron anular a Rousseff del todo. Pese a la mayoría de los votos a favor de la destitución de Rousseff como presidenta, la política no será inhabilitada durante ocho años gracias a la segunda votación. 42 senadores votaron a favor, 36 en contra y hubo 3 abstenciones. La inhabilitación de la presidenta Dilma Rousseff fue rechazada al no alcanzar los 54 votos necesarios para la misma. Tras la decisión, Rousseff podrá ejercer funciones políticas a pesar de su destitución de la Presidencia de Brasil.
Rousseff fue hallada culpable de alterar los presupuestos mediante tres decretos no autorizados por el Parlamento y de contratar créditos a favor del Gobierno con la banca pública, lo cual ha negado durante todo el proceso, que califica de «golpe».
De «ruptura constitucional» y «golpe» hablaron hoy los senadores que hicieron la última defensa de la mandataria, que llegaron a tildar de «canallas» a aquellos senadores que apoyaban la destitución.