
Por: Francisco Figueroa Turcios
El 22 de septiembre de 1985, es decir hace 40 años, ocurrió la trágica muerte del pugilista monteriano.
Cuarenta años después de la muerte de Robinson Pitalúa Támara, su novia, Amparo Acosta Morales, decide romper el silencio y hablar en exclusivo con el portal Web La Chachara sobre los últimos momentos de su relación con el pugilista monteriano, considerado una de las revelaciones del boxeo colombiano en la década de 1980, cuya proyección se cortó con su extraña y prematura muerte.

Amparo Acosta dialoga con el periodista Francisco Figueroa Turcios. Fotografía tomada por Jairo Buitrago hace 40 años.
Amparo Acosta, quien tenía 19 años de edad cuando murió Robinson Pitalúa, juró amor eterno enmarcado en la frase: Robinson seguirá viviendo en mi corazón. Cuarenta años después ella revela que su relación con Robinson fue muy especial. «La relación con Robinson me marcó para toda mi vida. Fue el amor de juventud. Significó felicidad» puntualiza Amparo sobre la relación con Robinson.
Amparo Acosta, revela que todavía sueña con Robinson Pitalùa. .»Yo hablo con Robinson en el sueño. Siempre lo veo contento», relata Amparo.
Hace una pausa en la charla y luego continua: «El único día que lo vi triste fue el día antes de su muerte. Lo voy a confesar hoy 30 años después de la muerte de Robinson. Ese día estuvo de cuerpo presente en mi cuarto, pese a que él estaba en Miami.
A las 10 de la noche cuando me dispongo a acostarme sentí un frío de muerte. Yo estaba despierta. Abrí los ojos y Robinson estaba de pie frente a mi cama. Me miraba fijamente. Él estaba vestido con la ropa que a mí siempre me daba rabia cuando él se la ponía: camisa de cuadros pequeños y un pantalón todo desgastado. Cuando lo vi que me miraba fijamente, yo grité fuertemente.
Del grito desperté a mi abuela, Manuela, que dormía en mi cuarto. Ella me preguntó: ‘¡¿qué te sucede, hija?!’ y le conté lo que me había ocurrido. Ella me dijo: «yo también sentí el frío de la muerte». Al día siguiente me levanté con una tremenda tristeza. Presentía que algo malo sucedería. Y no estaba equivocada: ese día murió Robinson» relata Amparo.
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A Robinson lo ahogaron
Cuarenta años después de la muerte de Robinson Pitalúa, la joven que era su novia, Amparo Acosta, continúa viviendo en Montería y hoy está casada con Renulfo Godín, y tiene un solo hijo, Javier.
Amparo, a raíz de la muerte de Robinson, decide irse a vivir a la casa de la familia Pitalúa Támara y estuvo allí hasta el día en que se casó con Renulfo.
«Cuando se cumplieron tres años de la muerte de Robinson, fui con sus hermanos Elías, María del Rosario y Luisa a verificar si en verdad era él quien estaba en el ataúd. Por la multitud de personas que estuvieron en el aeropuerto y luego en la casa y más tarde en el sepelio, había sido imposible verlo.
Cuando me cercioré que era Robinson quien estaba en el ataúd fue cuando acepté finalmente que estaba muerto, antes no lo podía concebir. Me hacía la idea que estaba de viaje boxeando2 reseña Amparo Acosta.

El sábado en las horas de la tarde del 21 de septiembre de 1985, es decir un día antes de la muerte de Robinson Pitalúa, Amparo Acosta tuvo la última conversación telefónica con él. Ella recuerda todos los detalles como si fuera hoy.
«Robinson peleó el viernes 20 de septiembre de 1985. Realizó en Miami su sexto combate profesional frente al puertorriqueño Julio César ‘Tarzán’ González, a quien le ganó por decisión en seis asaltos y habíamos acordado que él me llamaba el sábado en las horas de la tarde. Él siempre me llamaba al teléfono de la casa de sus padres, en la mía no teníamos» .
Yo le pregunté qué iba a hacer el domingo. Él me confesó que el boxeador Jaime Polo lo había invitado a pescar al lago artificial» relata Amparo detalles sobre los últimos dos días que estuvo vivo Robinson.
«Robinson- recuerda ella – me hizo énfasis en que le había dicho a Polo que él no se podía mojar con agua fría, porque Amilkar Brusa le había recomendado que todavía tenía el calor de la pomada que le frotaron para el calentamiento minutos ante del combate.
Amilkar le hizo mucho enfásis porque sabia que a Robinson le gustaba nadar en ese lago ya que era un excelente nadador, acostumbrado a nadar en el rio Sinú en Montería. Robinson le dijo a Polo, ya sabes que no me puedo mojar con agua fría…¿o es que tú quieres que yo me muera?», le contó Robinson a Amparo.
Robinson Pitalúa le prometió a Amparo Acosta que no se metería en el lago. «Tranquila, mi amor, yo no me voy a mojar. Voy solo acompañar a Polo a pescar».
Amparo Acosta, saca la conclusión de que Jaime Polo fue la persona encargada de engañar a Robinson Pitalúa para llevarlo al lago para matarlo. «Hoy estoy segura que fue Polo quien llevó a Robinson para que lo mataran. A Robinson lo ahogaron. Mirando las imágenes que presentaron los noticieros de televisión, observo que Robinson tiene las manos y los pies como si él hubiera estado luchando con alguien que le impedía salir del agua. A Robinson lo ahogaron, él no murió ahogado a raíz de un espasmo muscular cuando estaba nadando» es la conclusìòn que saca Amparo Acosta sobre la muerte de Robinson Pitaùa..
Las investigaciones nunca lograron esclarecer a ciencia cierta quien fue el autor del asesinato de Robinson Pitalùa… Las oscuras circunstancias que rodearon su muerte nos privaron de disfrutar de un gran boxeador, , y a lo mejor el nombre de Robinson apareciera en la galería de los campeones mundiales de boxeo colombiano..