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¡Por la gloria!

Faltan pocas horas para que esta noche en el Estadio de Curitiba, en el Estado de Paraná en Brasil, el Junior de Barranquilla intente escribir una página histórica inolvidable en su trayectoria profesional de más de 94 años.

Por: Vitor Herrera Michel

Victor Herrera Michel

Se presenta la oportunidad de obtener el primer título internacional y continental al enfrentar en la final de la Copa Sudamericana al Atlético Paranaense, un club con su misma edad y con la fama de ser un Huracán (Furacao).

Pocas veces hablamos de deportes o de fútbol en este espacio, pero lo hacemos esta vez de manera especial por lo que significa el momento histórico que vive el cuadro Tiburón y lo que ello significa para los barranquilleros.

El Junio forma parte de nuestro ADN porque simboliza mucho más que un simple equipo de fútbol. Ya lo decía el escritor y periodista Álvaro Cepeda Samudio: “…El Junior es la querida de Barranquilla…” para significar el encanto que genera y que enloquece a pesar de que muchas veces nos alejamos porque nos sentimos heridos y defraudados cuando su comportamiento no ha sido el adecuado. Sin embargo, a los pocos días volvemos al estadio seducidos por el recuerdo de los mejores momentos y la ilusión de volver a ser feliz.

Es que el Junior es la reivindicación social del barranquillero. Es la causa de su comportamiento económico. Hasta llega a ser un motivante político para participar en las elecciones de sus mandatarios. En suma: es una de las mejores excusas para vivir o volver a Barranquilla.

Incluso para los que no les gusta el fútbol. Alguna vez Juan Gossaín expresó: “…Detesto al fútbol, pero amo al Junior…”. Por ello, cumplía su cita todos los domingos – casi que religiosamente – en el Romelio Martínez, encaramado en la tribuna de prensa cuando trabajaba en la radio en Barranquilla.

Ahora vemos una película que da cuenta del 7 de agosto de 1924 – cuando fue fundado el entonces “Juventud Junior”, debajo de un árbol de almendra en “La Calle de las Vacas” – mostrando sus épocas gloriosas del Estadio Moderno con “Memuerde” García a la cabeza o las del Romelio de la Calle 72 con los  inigualables tiempos de la gambeta y la floritura de los brasileños encabezados por Víctor Ephanor hasta los argentinos que culminan ganando la primera estrella bajo la batuta de Juan Ramón “La bruja” Verón.

Como no recordar en el Metropolitano a “El pibe” Valderrama con Pachequito y Valenciano, hasta llegar ahora a este nuevo Junior de puros jugadores costeños que con “…unas de cal y otras de arena…” nos tienen ad portas de tener la dicha inconmensurable de ganar dos títulos de un solo, y uno de ellos continental.

Capítulo aparte merece el técnico Julio Comesaña. Si hay alguien que merece – por su constancia, persistencia y capacidad de aguante – vivir plenamente este momento, que ojalá termine en la gloria, ese es el uruguayo. Luego de obtener la primera estrella en el Junior como jugador ha insistido ocho veces – doblegando muchas veces su orgullo y varias veces en contra del escepticismo de los aficionados –  para seguir guiando al conjunto rojiblanco. Ojala tenga la fortuna de gozársela toda.

Finalmente, el gran ausente de esta doble finalísima que comienza hoy: El Campeón Édgar Perea. Aquel que se rompió el alma por el equipo y que hoy no podrá narrar el momento de la gloria. Aquel que nos enseñó a decir la frase que esperamos poder repetir luego del partido y hasta el cansancio: “…Junior, tu papá…”.

@vherreram

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