«Marcela ha tenido que sacar el perrenque del que está hecho», dice. Pocos se dieron cuenta que la reina bailó la Guacherna con una rodilla infiltrada.
Por Jorge Mario Sarmiento Figueroa
Marcela García Caballero atravesó ya la polémica que cada año se forma en torno a las reinas del Carnaval. Casi siempre se les critica con la misma vara: que no saben bailar, que está gorda, que está flaca, que tiene los ojos verdes, azules, marrones, negros, que no sabe nada de las tradiciones, que tiene que ser rica e hija de político para que la nombren («porque el pueblo no tiene ni voz ni voto para elegirlas», afirma un curtido hacedor del Carnaval).

La reina Marcela García Caballero, a la derecha, actúa en La Guacherna con la original ‘Loca tira piedra’, que esta vez se vistió de bella garabato.
A juzgar por la tendencia de las opiniones en redes sociales, la polémica de este año se cerró de manera contundente con la presentación que hizo la actual soberana en la Lectura del Bando. A voz de su padre, «su show en el Bando le permitió sacar su sangre de Carnaval». Y su decisión de disfrazarse de ‘La loca tira piedras’ en la Guacherna para rendir homenaje en vida a Ninfa Barros terminó por ganarse la admiración de quienes aún no creían en ella.
Nadie recuerda ya que hace apenas tres semanas en las redes sociales se encendió un matoneo tan fuerte contra ella que hasta en los medios a nivel nacional su nombre era el centro de atención.
Pasado ese agite, su padre, Augusto García Rodríguez, reflexiona sobre Marcela: «A cualquier persona que se le ataque públicamente de esa manera y que se le repita sin piedad que tiene un defecto, se lo puede terminar creyendo y generarle consecuencias irremediables. Por eso valoro mucho cómo Marcela sacó el perrenque del que está hecho y le dio frente a las críticas sin perder su esencia. Porque ella es una mujer hecha y derecha a pesar de su juventud, a la que no le afecta demasiado lo que digan sobre ella, y se supo poner en los zapatos de los niños y jóvenes que hoy son víctimas del matoneo de las redes sociales, por todos ellos habló». García Rodríguez es un hombre curtido de opinión pública y que sabe muy bien de lo que habla si se trata de reinas del Carnaval de Barranquilla. Su esposa, Mireya Caballero, madre de Marcela, fue reina del Carnaval en 1982 y directora de Carnaval SA.

Augusto García Rodríguez en la terraza de su casa, convertida en el palacio de la Reina del Carnaval.
Los padres de las reinas del Carnaval no se suelen meter en las polémicas en torno a sus hijas, ya que saben que estas experiencias son pruebas de fuego que tienen que afrontar solas en una sociedad como la barranquillera, donde las diferencias sociales, culturas, políticas, económicas y de toda índole todavía se dirimen en la mayorías de las veces, por fortuna, a punta de burlas y mamaderas de gallo. Así que quien quiera figurar tiene que preparar bien el ego y ajustarse la humildad para sobrellevar el matoneo. Sino pregúntenle a Gabo qué fue lo que le agarraron apenas se bajó del avión en el Ernesto Cortissoz convertido en Nobel de Literatura.
Pero Augusto García aprovechó que la marea está baja para asomar su opinión y dejar en alto su orgullo de padre por la manera como siente que su hija se está desenvolviendo. «La verdad es que no tenía planeado que Marcela fuera a ser reina del Carnaval. Pero su madre sí. Nosotros vivíamos en un apartamento cuando Mireya me dijo: ‘nos tenemos que mudar para una casa, para que la reina tenga espacio para las decoraciones, para que le queda fácil cambiarse y que la maquillen y para recibir a la gente, a los medios’. Yo le pregunté: ‘Aja, pero si ya tu fuiste reina’. Entonces ella me respondió: ‘Es que no es por mí, sino por Marcela, ella algún día será reina'».
Cuando esa conversación sucedió, Marcela era aún una niña que se quedaba viendo admirada a ‘La loca tira piedras’. Años más tarde todo se cumplió. La casa en la que ahora viven ella y sus padres tiene la terraza engalanada con las mariposas amarillas de Macondo, símbolo del mundo loco que los García Caballero crean cada año alrededor del Carnaval. En 2015, cuando estaba de moda ‘María Niño’ por la pelotera de los cachos que se armó en un Jhonson, Mireya Caballero se fue al caño, compró una de estas embarcaciones, lo subió al techo de la casa y puso un disfraz de ‘María Niño’ en él. Así se vive el Carnaval en esa casa. Este año, en vez de un Jhonson está un Titanic carnavaleros, y en vez de ‘María Niño’ está la figura en escala real de Marcela como capitana y soberana de las fiestas.

Guirnaldas de mariposas amarillas se elevan hasta llegar a la base donde se erige un Titanic carnavalero, con Marcela como protagonista.
Lo del Titanic sonaría a mal augurio, por el naufragio histórico, pero en esta familia están haciendo lo que sea para que el reinado de Marcela no tenga nada hundido. Augusto García volvió a recordar los tiempos en los que recogía plata entre sus amigos para las campañas al Senado de Fuad Char, de las que él también se benefició recibiendo la palomita del Congreso, y ahora recoge entre esos mismos amigos para que la reina tenga todo lo que necesite. «¡A Marcela la acompañan cinco asistentes! Entre prensa, redes sociales, maquillaje, vestuario y chaperona. Es que eso de ser reina del Carnaval vale más que una campaña al Congreso».
El miércoles pasado, a solo tres días de la Guacherna, a Marcela se le descubrió una lesión en la rodilla que amenaza de manera terrible su salud frente al gran esfuerzo que supone el trajín del Carnaval. Nada, ni eso la detiene. Se fue a la clínica a que la trataran. «Ella dijo que así la infiltraran, como a los jugadores de fútbol, salía en la Guacherna», dice su padre. Y cumplió. Este viernes, vestida de ‘La loca tira piedra’, Marcela García Caballero siguió extendiendo las locuras de su dinastía carnavalera. Y al día siguiente, arrancó bien temprano para el Carnaval de Santo Tomás. Para orgullo de su reina madre. Y de su padre, quien ya se ganó en 1982 el Congo de Oro como el mejor novio de una reina de carnaval, y de pronto se gane ahora el Rey padre.