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Ebaldo Pérez, la promesa que se viene abriendo paso en el fútbol

Por: Fausto Pérez Villarreal

“Dadme un punto de apoyo y os moveré el mundo”…

La célebre frase atribuida al griego Arquímedes, uno de los matemáticos y físicos más trascendentes de la antigüedad, quien habitó este planeta en el siglo III antes de Cristo, tiene varias interpretaciones. Una de ellas, aplicable para el caso que voy a exponer, hace referencia a la oportunidad, a ese ‘empujoncito’ que, en algunas circunstancias, muchos requerimos en el propósito de despegar hacia la materialización de nuestros sueños. Porque, no siempre, el talento, el sacrificio, la constancia, la disciplina y el coraje son suficientes para ascender a la cúspide. A veces se requiere ayuda, un ‘empujoncito’, sin desestimar, claro está, un poco de suerte.

“Dadme un punto de apoyo y os moveré el mundo”…

Esa frase le cae como anillo al dedo a mi sobrino Ebaldo Pérez Romero, talentoso jugador de fútbol, de 17 años, poseedor de una zurda prodigiosa de la que emergen pinceladas de arte en el terreno de juego, mientras maniobra el balón, al tanto que en las tribunas los asistentes elogian sus faenas.

Periodistas de amplia trayectoria en el fútbol aficionado de la región y el país como Arsenio Estrada, Andrés Macías y Abel Pérez Cassiani, quienes han seguido el derrotero del novel jugador, no dudan en ponderar sus cualidades.

Foto: Ebaldito con su padre Ebaldo y sus tíos Omar y Fausto Pérez Villarreal

Su estilo le da ese toque singular que marca la diferencia en el césped”, asegura Abel Pérez. “Es creativo, solidario, anota goles y da asistencias espectaculares”, agrega Arsenio Estrada. “Es calidoso, es ese jugador diferente que sobresale en las canchas”, sentencia Andrés Macías. 

A su corta edad, Ebaldito se adueñó de la camiseta número 10 del equipo Junior Categoría sub 20, equipo que, en estos momentos, compite en los gramados y cabalga en la tabla de posiciones. De igual modo, es el portador de ese mismo número, el que distingue a los cracks, en la Selección Atlántico Sub-17 que dirige Gean Carlos Torres.

Pero para llegar al Junior, Ebaldito requirió, en los albores de su carrera, de ese ‘empujoncito providencial’, cuando le faltaban seis meses para festejar su noveno cumpleaños, por allá, en el primer semestre de 2016.

Recuerdo que mi hermano Ebaldo Alves me contó una mañana, notoriamente descorazonado, que el niño no había sido admitido para ingresar a las divisiones inferiores del Junior, equipo de sus amores. “De la masiva convocatoria que hicieron, a Ebaldito no lo tuvieron en cuenta”, me dijo mi hermano. Y enseguida apuntó: “Uno de los entrenadores del Junior fue alumno tuyo, en Tecnicor. Se llama Henry Peralta”.

¡Ah, caramba, Henry Peralta! -exclamé-. Me acuerdo de él: un morenito que admira sobremanera a Agustín Garizábalo. ¡Buen estudiante!, dije meditativo. Al día siguiente «me le boté» a su lugar de trabajo, en Bomboná, en el municipio de Malambo, al sur de Barranquilla. 

Llegué en compañía del niño. Había gente agolpada frente a la puerta, a la espera de que esta se abriera. Aguardamos alrededor de 20 minutos, al término de los cuales la puerta se entreabrió. Avisté a Henry Peralta. Lucía unos finos espejuelos oscuros. Levanté la mano y grité su nombre.

Me reconoció en el acto: “Mi inolvidable profesor Fausto Pérez, venga para acá, para darle un abrazo. ¿Qué lo trae por estos lares? No me diga que tiene un hijo por acá”. Le conté la razón de mi intempestiva visita y mi querencia de que me ayudara con el sobrino, que por lo menos lo viera. Lo enteré de que el día anterior lo habían descartado, ahí mismo en Bomboná, en una preselección de más de cien aspirantes…

Por favor, dele una oportunidad, le supliqué. 

“¿Cuál es?”, me preguntó. Se lo presenté y lo envió de inmediato a la cancha. “Quédese tranquilo, el niño se queda con nosotros”, apuntó. Así se dio el ingreso de Ebaldo Pérez Romero a las toldas del cuadro ‘Tiburón ‘. Entró por una recomendación especial, respaldado por un ‘empujoncito’. De lo demás, se encargó él.

Desde entonces, Ebaldito ha sabido mantenerse. Henry Peralta saldría de la institución no sin antes bautizarlo como ‘El mago de la zurda’ luego de caer rendido ante sus atributos futbolísticos.

“¡Por Dios!, este niño es un prodigio”, diría Peralta. Después vendrían otros entrenadores que contribuirían al crecimiento del joven jugador: Juan Cantillo, Deyler Sacramento, Gean Carlos Torres, Yelkin Pardo, Fabián Bolaños, Eder Hernández y Kelvin Niño. A todos ellos, mi sobrino ha cautivado y convencido gracias a su fútbol creativo, solidario, preciosista, efectivo.

“A Ebaldito, ‘El Mago’, lo ha sostenido su talento, la constancia y, sobre todo, la magia de sus piernas, en especial la zurda. Él es un ser ungido”, me dijo recientemente Henry Peralta.

El exfutbolista Dayler Sacramento, uno de los entrenadores del Junior, tampoco escatima elogios: “Lo tuve desde niño y por tanto he sido testigo de su evolución. Siempre se ha destacado por ser un jugador diferente. Espero que Dios lo siga bendiciendo”.

Muchos de los niños que, como Ebaldito, llegaron a probarse aquel día de 2016, ya no están en el equipo. Él, en cambio, lleva ya nueve años en la institución, como jugador del Barranquilla y del Junior.

Es el segundo de los dos hijos de Ebaldo Alves Pérez Villarreal, ingeniero eléctrico de profesión y profesor del Colegio Marco Fidel Suárez y de la Universidad de la Costa. La madre es Marcela Romero, ama de casa y su más fiel hincha. Ebaldito vio la primera luz el 6 de junio de 2007 en la Clínica General del Norte de Barranquilla y juega fútbol desde los tres años de nacido.

EL ORIGEN DEL NOMBRE

Ebaldito heredó el nombre de su papá: Ebaldo Alves, bautizado así por nuestro progenitor Fausto José Pérez Gómez.

En 1966 llegó a Junior el crack brasileño Edvaldo Alves de Santa Rosa ‘Dida’. En diciembre de ese año, mi madre, Victoria Elena dio a luz su segundo hijo. Inspirado en ‘Dida’, jugador que le cedió la titularidad a Pelé, en el Mundial de 1958, pero que tuvo un esplendoroso desempeño en el Junior, mi padre tomó el nombre de pila de ‘Dida’ y se lo endilgó al recién nacido. Sucedió que al momento de redactar la partida de bautismo se cambió la grafía del nombre. Escribieron Ebaldo en vez de Edvaldo.   

“A Ebaldito nunca le llamaron la atención los muñecos o los carros. Siempre pedía un balón de fútbol y unos guayos. En cuanto a la televisión, sus programas favoritos giraban en torno a los partidos de fútbol”, recuerda Marcela, la madre. 

Empezó la práctica futbolística en la Escuela Barranquillera, a los tres años y medio. Y en 2012 jugó su primer torneo. Aún no había cumplido los cinco años. En 2013, de la mano del entrenador Jorge Luis Salas Gutiérrez, ganó su primer título por equipos. Fue en un torneo en el barrio Las Margaritas de Soledad. Permaneció dos temporadas en la popular Escuela de Carlos Bolívar, antes de ir, en calidad de préstamo, al equipo Huracán, bajo la batuta de William Navarro. En ese equipo logró una de sus primeras hazañas: anotar seis goles en un partido. Defendiendo los colores del Huracán, llegó a la final del torneo efectuado en el barrio La Magdalena, pero debieron conformarse con un honroso segundo puesto.

Más tarde se vincularía al Junior, en 2016. De la mano de Henry Peralta, saboreó el primer título colectivo de su vida. Aconteció en un torneo relámpago que se jugó en Sincelejo, en Semana Santa. Ese mismo año, de la mano de Juan Cantillo, el Junior se coronó campeón de la categoría 2007, en el torneo del barrio La Magdalena.

El palmarés de Ebaldo Pérez incluye los siguientes títulos: campeón del torneo del barrio Simón Bolívar, campeón Asefal, campeón departamental y campeón de la Super Copa Juvenil con Junior; campeón Cup Élite Soccer con Barranquilla FC y campeón de la Copa Win Sport, en 2023, con la Selección Atlántico.

En 2020 obtuvo el subtítulo, con Barranquilla FC, en el Caribe Champions, certamen en el que fue designado el futbolista más técnico del torneo. El trofeo lo recibió de manos del mediocampista del Junior de la Primera División, Luis ‘Cariaco’ González. 

La práctica del fútbol, Ebaldo la combina con sus estudios de inglés en el Colombo Americano. Sus ratos libres los disfruta con su novia Angie Carolay, con su hermano Víctor Mario y su primo David Alejandro. Le gusta ejercitarse en el gimnasio, escuchar música y dormir.

De su tío Omar Lorenzo Pérez, extraordinario jugador que no pudo llegar al profesionalismo, valora sus sabios y constantes consejos. Omar es su gran estimulador.

A Ebaldito no le agrada tanto hablar ante los micrófonos. Es poco amigo de las entrevistas. El micrófono lo cohíbe.

“No me gusta hablar”, dice. “Las palabras se las lleva el viento”. “En la cancha mi fútbol habla por mí”, remata.

Tienes que acostumbrarte, le digo. Las entrevistas te van perseguir durante un largo y continuo tiempo. La sonrisa, la amabilidad y la humildad siempre deben brotar de ti. Le enfatizo que él es el orgullo de la Familia Pérez Villarreal.

Su comida preferida la componen arroz, lenteja, chicharrón y agua de panela. En el fútbol sus amigos más íntimos son José Munive, Billy De La Rosa y Santiago Castro.

Después del Junior y la Selección Colombia, dos equipos están arraigados en su corazón: la Selección Brasil y el Real Madrid. Admira a Kylian Mbapé y a Vinicius Jr. Su gran sueño es convertirse en una rutilante estrella profesional y entregarle a Junior el primer título de la Copa Libertadores de América.

Por último, le digo que no pierda las ilusiones, que no pierda la alegría de jugar. Él es una promesa que poco a poco se va convirtiendo en realidad…

Sobre el autor

Comunicador y Periodista. Editor deportivo de Lachachara.co, tiene experiencia en radio, prensa y televisión. Se ha desempeñado en medios como Diario del Caribe, Satel TV (Telecaribe), RCN, Caracol radio, Emisora Atlántico, Revista Junior. Fue Director deportivo de la Escuela de fútbol Pibe Valderrama y dirigió la estrategia de mercadeo y deportes de Coolechera. Para contactarlo: Email: figueroaturcios@yahoo.es
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