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Diosidencia al ritmo de Shakira

Por Ricardo Bustamante

Se dice que las Diosidencia son detalles, encuentros, situaciones inesperadas y sorprendentes que nos evocan y conectan con lo sutil y trascendente. Son las llamadas “sincronías de la vida donde justo, cuando menos lo esperas, pero cuando más lo necesitas te llega una caricia de la vida para animarte y levantar la esperanza”.

Compré por la página web de una aerolínea de bajo costo los pasajes ida y regreso en la ruta Orlando- Charlotte (Carolina del Norte ); en verdad, no tenía ni idea que Shakira en esta última ciudad se iba a presentar el día martes 13 de mayo. Es más nunca le había parado bolas ni a la artista ni a su música.

Llegué al hotel de Charlotte, y mi precario inglés, me hace o mejor, me obliga, a tener los ojos afilados y afinados, para buscar y hablar con latinoamericanos que intuyo llevan sus buenos años en la ciudad; allí, con ellos, una encuentra información certera sobre cómo moverse en la urbe y sobre todo, con base a la economía de bolsillo. Ellos, que han sufrido la urbe desde su llegada, saben que tren o Metro sirven para ir a tal parte, donde se consigue wifi gratis e indican, sin mezquindad, los lugares de interés, pero sobre todo, cómo llegar a ellos. Padecer en tierra extranjera es vivir dos veces.

Saliendo a pie del hospedaje, le pregunté a un muchacho que encontré en el camino sobre los sitios de interés, el joven con pinta de centroamericano, de estatura baja y porroquito, muy diligente y colaborador, me informó que en el estadio de fútbol americano se presentaba Shakira . El estadio queda en el centro de Charlotte.

Seguí caminando y a las dos cuadras o esquinas, vi a otro joven que me pareció, por su estructura física, hablaba español. Aquí el ojo me engañó: era jordano, pero colaborador. Le dije que iba para el centro, el joven me comunicó que estaba esperando un Uber porque iba a ver a Shakira, (Diosidencia) agregando que con gusto, me llevaba en el transporte y convine en contribuir con la mitad de 14 dólares que costaba el desplazamiento; complacido y agradecido, me embarqué.

Yo, reticente a la multitud, ya veía la vaina maluca, y me dije, al ver el extremo entusiasmo de la gente, “de esta no me salvo”. Pero, como inexplicablemente, todo conducía a conocer, por primera vez, en vivo y en directo, el espectáculo de la artista barranquillera, mi paisana, entré al majestuoso e impresionante escenario.

Tengo que reconocer que estaba alejado de la real valía de Shakira, como persona pero sobre todo, como artista. El espectáculo es grandioso, todo está sincronizado, ni un solo bache, nada que lamentar ni nada que criticar.

La artista lo deja todo en el escenario, este es sencillamente : hermoso y espectacular . Mal contados, son 100 personas que hacen parte del show, entre músicos, bailarines y bailarinas, auxiliares y demás . Ella, debe tener igual o mayor número de colaboradores fuera del escenario. Es un espectáculo que sorprende favorablemente y sobre todo: atrapa. Nada se deja al azar.

Al salir me dije: “oye, esa muchachita es una verraca, pero verraco con B grande”. Shakira como artista y como persona, es de otro mundo . Desde niña se lo propuso y lo consiguió. Quede maravillado y con los ojos cuadrados de ver tantas luces y maravillas juntas. Desde el martes 13 de mayo de 2025, soy fans de mi paisana.

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