El lanzamiento de la temporada de la compañía coreana tuvo un duro tropiezo y ahora deben retornar todos los equipos a sus proveedores para revisar un defecto de diseño puede ser fatal para los usuarios.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
Con bombos y platillos, Samsung Electronics, la más dura competencia de la norteamericana Apple en el ámbito de los teléfonos inteligentes, lanzó al mercado mundial el pasado 16 de agosto su producto estrella de la temporada: El Galaxy Note 7, que entre otras novedades, incorpora el escáner de iris de su usuario para activar la pantalla.
Pero 15 días más tarde, la empresa coreana ha tenido un duro revés al recibir decenas de quejas de los primeros entusiastas compradores del dispositivo. La batería explota. Tras conocer la anomalía de diseño, desde Seúl la empresa ha decidido retirar todos los terminales del mercado hasta averiguar lo que pasa y solventar la situación.
El gigante de la electrónica ha anunciado que ofrecerá a quienes ya han adquirido el Note 7 la posibilidad de reemplazar su terminal por otro modelo de forma temporal, según ha explicado Koh Dong-jin, director de la división de telefonía móvil de la empresa, en una rueda de prensa.
Tras una investigación, la compañía ha concluido que las igniciones de los Galaxy Note 7 «fueron causadas por baterías defectuosas», según Koh. El director de la división de telefonía móvil ha asegurado que en la investigación se detectaron 24 de estas baterías en un total de un millón de terminales.
También han ofrecido a los usuarios que hasta ahora no han tenido problemas con su ‘phablet’, servicio técnico para que sometan sus aparatos a revisión y determinar con un software, si los teléfonos pueden o no presentar anomalías.
Aunque los problemas se han presentado en dispositivos comercializados en Estados Unidos e Inglaterra, la empresa ha preferido suspender su venta a nivel mundial hasta conocer todos los elementos involucrados en esta anomalía que supuso un duro golpe al orgullo de Samsung y a la batalla por el mercado que mantiene con Apple. La decisión es un hecho sin precedentes desde que el gigante coreano comenzó a comercializar teléfonos inteligentes en el año 2010.