Carnaval es magia, alegría, música, colores, disfraces, pero sobre todo es una explosión de emociones.
Por Estela Monterrosa
Un cargamento de emociones fue lo que vivieron los pequeños estudiantes, los padres de familia, las profesoras y todos los que integran la familia Happy Time, al celebrar su Batalla de flores, una réplica del tradicional desfile que se realiza en el cumbiodromo el sábado de Carnaval.
Los grupos musicales que a lo largo del recorrido hacían sonar sus instrumentos para interpretar los ritmos autóctonos de esta fiesta, lograban que aquellos pequeños niños sintieran en sus cuerpos el ritmo del tambor y de la cumbia, y como cualquier experimentado bailarín se movieran y expresaran con una sonrisa su felicidad. Felicidad que se veía aumentada con los disfraces que lucían y que hacían parte del colorido y de la magia que es el Carnaval de Barranquilla.
Con los pequeños protagonistas estaba una sola fuerza integrada por la familia Happy Time, que los apoyaban en el desfile, una muestra de que es una fiesta patrimonial que no se acabará, porque los niños de hoy son la base segura que todas las tradiciones, la música y todo lo que conforma el Carnaval de Barranquilla se seguirá transmitiendo de generación en generación. Un tiempo cargado de movimiento, el momento de olvidar pesares y para expresar emociones y pequeñas locuras.
Es que el carnaval infantil, organizado y llevado a la calle como lo hizo la familia Happy Time, es garantía de transmisión de generación en generación y de su sostenibilidad. ¡Por eso que siga el repique de tambores, el sonido de la flauta de millo marcando el día, el ingenio y la continuidad infinita de esta maravillosa fiesta como es el Carnaval de Barranquilla!