
Logró dos títulos con el Junior: 1993 y 1995. (Serie: jugadores sin carisma en el Junior (10)) Entrega final.
Por: Francisco Figueroa Turcios
Carlos Araújo Oñate, fue un jugador de muchos altibajos en su carrera futbolística en el Junior, sin duda que era todo un crack, pero no tenía ´fuego en el corazón´. En su momento el periodista Fabio Poveda Márquez en un reportaje en El Heraldo Deportivo comparó a Carlos Araújo con Claudio Borghi, talentoso mediocampista ofensivo o enganche estrella del fútbol argentino. «En la temporada del año 1985 de la mano del técnico Roberto Marcos Saporiti, Carlos Araújo apareció como una de las grandes promesas del fútbol colombiano hasta el punto que Fabio Poveda en un extenso reportaje en el Heraldo y en el programa Deporte Espectacular por emisora Atlántico lo comparó con Claudio Borghi, en su momento estrella del balompié argentino. Araújo, nunca se consolidó como figura, pese a que tenía excelentes condiciones futbolísticas por lo que la expectativa creada a la afición a través de los medios de comunicación el efecto que produjo fue el rechazo» reflexiona Benjamín Bula, periodista Deportivo.
El periodista Alberto Salcedo Ramos, tiene una vivencia que plasma la falta de sinergia de Carlos Araújo con la afición juniorista. «El domingo 14 de enero de 1996, ese día jugarían Junior y Once Caldas. En las tribunas del Estadio Metropolitano Roberto Meléndez´ había sólo unas tres mil personas, en parte por el pobrísimo nivel de ambos clubes -en especial, del Junior- y en parte porque era apenas la primera fecha del Torneo Finalización.
Entre los escasos espectadores, algunos resolvían crucigramas, otros bostezaban, los de más allá comentaban el último chisme del barrio o hablaban de glorias ya retiradas de las canchas. Cada quien apelaba al recurso que consideraba más útil para matar el aburrimiento de la media hora que faltaba para que los futbolistas salieran al terreno de juego. El público no era ese todo indivisible y festivo de las épocas en que el Junior andaba bien en el campeonato. Ahora estaba fragmentado en grupillos de ocasión, en los cuales predominaban los rostros desganados.
Era un ambiente tan soporífero que si alguien hubiera propuesto cambiar las graderías por camas de lona, para dormir una siesta multitudinaria en lugar de ver el incierto partido que se aproximaba, a lo mejor el público habría aceptado. La situación no mejoró cuando comenzaron a entregar la alineación titular del Junior. Nadie coreaba los nombres de los jugadores. Nadie aplaudía Pero, de repente, el anunciador oficial mencionó a Carlos Araújo, un volante que generaba mucha resistencia en Barranquilla, y la apatía desapareció de un solo dolor: “¿No habían dicho por la mañana que ese petardo no jugaría hoy?”, protestó un fanático con cara de perro bóxer, que minutos antes parecía soñoliento y ahora botaba chorros de fuego por los ojos.
“Si yo hubiera sabido que jugaba esa mula infeliz”, dijo el calvo de los anteojos como fondos de botella, “no hubiera venido al estadio a perder mi dinero y mi paciencia”. “Es que cuando Araújo juega”, explicó su vecino, didáctico, “uno pierde plata hasta escuchando la radio”. Luego siguió mirándome con insistencia, como en espera de una aprobación para su sarcasmo»
El Junior salió por el túnel de Occidente. Carlos Araújo iba en la mitad de la fila, que era el punto preciso para que los compañeros le sirvieran de escudo contra las atrocidades del público. Se ve que el pobre ignoraba que en el Trópico la infamia siempre llega a su destino. “Hey, Araújo”, tronó uno de los hinchas, cuando lo descubrió, “le cae la madre al que meta más de un autogol”. Desde la gramilla, Araújo buscó con la mirada al autor del alevoso chiste. No había resentimiento en sus ojos. Sólo curiosidad. Para entonces, ya la voz estentórea del ofensor se había integrado a la granizada de injurias que caía desde las tribunas. “¡Te hubieras quedado en Valledupar ordeñando vacas o metido a sacristán!”, dijo el tipo de al lado, otra vez mirándome, pendiente del efecto de su apunte» reseña Salcedo Ramos sobre una de las vivencias de que fue victima Carlos Araújo.
Agachados: Henry Nieto, Carlos Valderrama, Hugo Galeano, Carlos Araujo y Oswaldo Mackenzie
«La afición de Barranquilla es muy exigente, quieren resultados a corto plazo y yo diría que ese es el punto flaco y siempre lo ha sido. En mi época era similar, sufrí fuetes critica, pero yo confiaba en mi talento” señala Carlos Araújo sobre la afición juniorista. Carlos Araújo convirtió 58 goles como profesional en su paso por Junior ( en Junior anotó 4 goles), Millonarios, Bucaramanga, Medellín, Unicosta y Unión Magdalena, sin embargo, siempre fue objeto de críticas, pero hoy solo tiene gratos recuerdos de su paso por el cuadro ´Tiburón´. “Soy juniorista hasta la muerte, eso no lo borra nadie”, advierte.
Jesús ´Kiko Barrios y Carlos Araújo Oñate nacieron en la Paz, fruto del equipo Juventud Pacifica de Jorge Oñate. A Kiko Barrios y Carlos Araújo vivieron en carne propia el ataque de los aficionados junioristas. «Carlos era un volante con mucho ida y vuelta atacaba y defendía, debemos recordar que los rechazos de la afición hacia varios jugadores del Junior nació en el estadio Metropolitano de Barranquilla, eso fue a partir del año 1986. Carlos ARAÚJO puro talento CRACK jugador completo de las dos areas, nunca entendi como algunos aficionados se metían con un CRACK como Carlos Araujo» señala Kiko Barrios. Carlos Araújo tenía todo el talento para ser un futbolista de exportación, pero no tenía ´fuego en el corazón´ y de allí que engrosó el listado de jugadores que en el Junior de paso de los aplausos a las rechiflas.