Hoy Barranquilla tiene el orgullo de acoger a los mejores deportistas de la región, es la anfitriona de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, el evento multidisciplinario regional más antiguo del mundo.
Por Ever Mejía
No habían llegado los escudos, ni las banderas ni las religiones, cuando ya se había erguido como patria. Mientras se escribían constituciones, sus leyes hacía tiempo que fluían en el viento, navegaban en el mar, transitaban como un rumor de boca en boca y se zarandeaban en las caderas de sus pobladores. No hubo descubridores, ni conquistadores, ni libertadores, tampoco la delimitaron en batallas o discusiones; el Caribe, espontaneo, simplemente estaba allí.
Damos unos pasos y sentimos el calor espeso, el viento obstinado, el olor a manteca, la habladuría indiscreta. Sabemos que estamos en el Caribe aunque tengamos los ojos vendados, al menos eso decía Gabo: “A mí me sueltan vendado, y yo sé que estoy en el Caribe porque el organismo me está funcionando de una manera que no me funciona en ninguna otra parte y la mente, todo. Es un reajuste que se debe a una identificación total del cuerpo y de la mente con el medio”.
A pesar de que no todos hablemos el mismo idioma, compartimos el mismo argot: a nuestras palabras las une la sabrosura. Mi hermano, my brother, mon frère, aunque su caparazón sea distinta, en el fondo es el mismo saludo afectuoso y gregario que reconoce al hasta ahora desconocido como hermano porque siempre ha pertenecido a la misma comarca.
Hoy Barranquilla tiene el orgullo de acoger a los mejores deportistas de la región, es la anfitriona de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, el evento multidisciplinario regional más antiguo del mundo. Disfrutemos la fiesta deportiva del Caribe.