Ganador del primer puesto en el Portafolio de Estímulos de la Secretaría Cultura.
En el libro Terrores Nocturnos, el autor explora las sensaciones más hondas del miedo y la angustia, pero no a partir de la fantasía de lo desconocido y oculto, sino a partir de lo conocido, de lo cotidiano, el horror de lo simple, que nos acompaña a todas partes. Cada verso es un intento de presentar la angustia de la cotidianidad que se convierte en una especie de sin sentido, pero que da algunas treguas mínimas, como la infancia, el recuerdo o la posibilidad de hacer poesía.
También encontramos una sesión del libro en la que el autor decide explorar el circo, metáfora de la vida. Incluso podría decirse que el libro se va convirtiendo en un circo a cada página, y al final, somos todos los payasos.
Aquí un par de sus poemas:
LOS JUGUETES HAN MUERTO
No sonarán trompetas fúnebres
ni el periódico publicará una nota necrológica,
no vendrá una viuda a llorar ni habrá huérfanos,
a los soldaditos de plástico
no les despedirán como héroes aunque lo fueron.
El pulpo lila que era villano ha perdido su horror,
se ha hecho simple como una almohada
/o como un pulpo lila.
Los tambores de colores, el piano que encerraba
/todos los sonidos,
el cohete donde exploré la luna,
/el barco de papel en la lluvia,
las pelotas del mundial,
nada sobrevive de ellos.
Ya no trasporto tesoros en el lomo
/de un triciclo metálico,
el caballo de madera donde andaba
/por los desiertos de la casa
sirve para colgar la ropa sucia,
las cometas que papá construyó
son una imagen perdida en el cielo.
Ya no hay nada de ellos
ni sus juegos donde perdía y ganaba la vida,
ni su conjuro para ahuyentar los fantasmas
/en la noche,
ahora todo es mero utensilio
moneda de cambio
tiempo que pasa como saltar de un puente,
aunque en el vacío estén ellos
con la mirada quieta
preguntándose por qué.
ME GUSTA CUANDO TRAES VESTIDO
Me gusta cuando traes vestido,
la brisa viaja por tus piernas
como un pájaro entre árboles
nocturnos y silenciosos.
Tú que vives saltando y corriendo
de un lugar a otro,
que asumes la vida como una carrera
contra la quietud,
esos días eres tranquila y leve
como un barco a punto de atracar;
te mueves despacio,
contemplas las cosas
como si apenas las descubrieras,
te liberas de ese feo destino
de llegar a algún lugar
y andas como si el tiempo fuera
un helado derretido entre tus dedos.
Me gusta cuando traes vestido
así como a ti cuando llevo sombrero,
como aquellos domingos cuando imaginábamos
que de mi sombrero salían alas
en las que volaban las margaritas
que caían de tu vestido.
