
Hoy no ha muerto un hombre.
Hoy ha florecido una leyenda.
La tierra no te despide: te honra.
El mundo no te pierde: te agradece.
Te vas como viviste: sin alardes,
sin miedo a la muerte,
pero con la vida latiéndote en la voz.
Fuiste campesino del alma,
presidente sin trono,
guerrillero de conciencia,
poeta de la política real.
En un mundo donde el poder se disfraza de grandeza,
tú elegiste la verdad de lo pequeño:
el mate compartido, la casa modesta,
el amor fiel, la palabra justa.
No hablaste para brillar,
hablaste para despertar.
No gobernaste desde arriba,
caminaste al lado.
Tu existencia fue una rebelión contra el cinismo,
una lección viva de ética sin discursos.
Nos enseñaste que ser libre no es tener más,
sino necesitar menos para ser más humano.
Hoy tu partida es semilla en el viento.
No se entierra tu cuerpo: se siembra tu ejemplo.
Y quienes creemos en la justicia,
nos inclinamos en silencio,
no por tristeza, sino por gratitud.
Gracias, Pepe, por vivir como pensabas,
por morir con el alma limpia,
y por dejarnos un faro
cuando más oscuridad hay en el mundo.
Hasta siempre, compañero del pueblo.
Tu vida no termina:
comienza en quienes aún soñamos despiertos.
Gaby, Artesano de Paz