“Déjalo todo y sígueme”, frase que apareció en la vida de la hermana Bertha Mira Meza para consagrarse a Dios.Por Cristian Ibañez– Chacharero – cristian_ir@outlook.es
No estudió en un colegio de religiosas, ni se mantenía en la parroquia de su barrio en Carolina, Medellín, (su lugar de nacimiento y crianza). Ser bailarina de ballet fue su sueño hasta la juventud. En octubre de 1970, con 17 años de edad, sin esperarlo, se entrega a la vida religiosa, luego de haber experimentado, de una manera casi inexplicable, el llamado a servir.
¿Hermana, cómo encontró su vocación?
-“Solo sé que antes de yo nacer a mi madre le diagnosticaron un tumor en la matriz, y después de que los médicos aprobaran las gestiones para la respectiva operación, en ese preciso momento en el que ya estaban a punto de colocarle la anestesia, ella llamó a mi papá diciéndole que se fueran para la casa, que mejor encomendaran todo al Señor de los Milagros. Tiempo después, mis papás van donde un médico amigo en Medellín, quien les dice que el supuesto tumor era un embarazo que no fue notado, al parecer, porque el bebé (que era yo), estaba escondido en la panza de mi mamá y no mostraba ningún tipo de forma. Por tal motivo mis padres me encomendaron a Dios en manera de agradecimiento. Por eso considero que no necesité de otro milagro, como lo es el de la vida, para darme por completo al seguimiento de este camino”.
¿Cuál fue el momento exacto en el que decide claramente ser monja?
-“Cuando trabajaba en un lugar para el adulto mayor como ayudante de enfermería, sin ningún título, se me acercó una monjita y me preguntó que si tenía vocación, yo de inmediato le dije: ¿y eso que es?, y me explicó durante varios días de qué se trataba todo. De esta manera descubrí que contaba con las capacidades para tal invitación de llevar a Cristo en mi vida”.
¿Qué es lo mas difícil del estilo de vida que lleva una religiosa?
-«No tener los recursos necesarios para suplir las necesidades de las personas en la comunidad. Quisiera poder ayudarlos a todos, pero hago lo que el Señor me permite”.
La hermana Bertha continúa su labor en compañía del sacerdote Marcos Lopera en la parroquia Cristo Rey del barrio Lipaya, dentro de los proyectos que planea con la comunidad se encuentran: una escuela deportiva y una escuela de Artes (música, baile, dibujo), que irán dirigidos especialmente a la población infantil y a los adolescentes del sector con el fin de que ocupen de manera productiva el tiempo libre que les queda.