CrónicasEspecialesLocalesNacionalesReportajes

Un vaso de peto para los pescadores

En María la Baja, Bolívar, Reinaldo Ballesteros Maza vende la tradicional bebida a orillas de la ciénaga del pueblo. Su historia simplifica la grandeza de una vida sencilla.

Por Alejandro Rosales Mantilla

Reinaldo Ballesteros Maza vive de vender peto en el Puerto de los Pescadores de María la Baja, Bolívar. Buena parte de su vida trabajó como obrero y campesino, pero hace cuatro años descubrió que no tenía que molerse la espalda y llenarse de callos las manos para llevar el sustento a su casa.

Tiene 53 años, varios hijos y algunos nietos. Su esposa es la mano creativa detrás de su delicioso peto.

No miento, nunca probé uno tan bueno como el que vende Reinaldo.

A las 4 de la mañana, junto a su mujer, prepara la bebida con los siguientes ingredientes:  leche, maíz, maicena, unos toques de vainilla, miel moscada y azúcar. Me dice que hay un toque secreto, pero tiene terminante prohibido revelarlo. Su matrimonio de varias décadas podría estar en riesgo de llegar a hacerlo.

A eso de las 5:30 de la mañana el peto está listo. Lo mueve con una cuchara de palo. Tiene el espesor coqueto que invita a probarlo. Aún caliente se sirve un poco en la palma de su mano. Lo prueba, mueve las cejas, sonríe sin mostrar sus dientes y se acomoda sus gafas para ver de lejos.

Las noticias en la radio

Desayuna bocachico guisado con yuca y un poco de café mientras escucha las noticias en la radio. El periodista informa que las aguas del río Cauca reventaron el dique ‘Caregato’ y La Mojana se volvió a inundar.

Por allá viven unos primos, recuerda.

El periodista continúa dando noticias, malas noticias. Ahora informa sobre otro escándalo de corrupción multimillonario, esta vez protagonizado por los que deberían atender la emergencia de ‘Caregato’. El país sigue descuadernado, sin autoridad.

La logística de los baldes

Reinaldo pasa el peto de la olla a un balde amarillo que cuidadosamente lavó antes. Por lo menos deben caber de 5 a 7 litros. En otro más pequeño, de color azul, sirve dos litros más. También alista agua en un termo rojo, dos taburetes de madera, dos paquetes de vasos desechables y un bolso pequeño en el que lleva su billetera, un lapicero y una libretica que se parece al libro bíblico del Nuevo Testamento.

Vive cerca de la ciénaga, así que el recorrido es corto y lo hace caminando. Faltando 15 minutos para las 7 de la mañana, llega al ‘Puerto de los Pescadores de María la Baja’. Arriba, hay un puente oxidado a punto de caerse por el que nadie pasa.

Al lugar se le conoce con ese nombre, solo de palabra, porque allí llegan los pescadores después de sus faenas nocturnas en la Ciénaga a vender el bocachico, la mojarra, la arenca, el bagre y otros pescados.

En el Puerto, diferentes tipos de pájaros compiten por el Premio Oscar a mejor banda sonora natural. Al fondo se escuchan grillos, sapos, ramas moviéndose, ranas, garzas, patos, micos, los diálogos apáticos de los pescadores negociando sus pescados con los mayoristas del pueblo y los remos de las canoas entrando al agua.

Más al fondo, un cucharón de madera empuñado por Reinaldo entra al balde de peto, saca el líquido y lo deja caer lentamente en el vaso de plástico. Vaya sonido. Elixir espeso y típico, tan caribeño como el pueblo mariabajense, por solo 2.000 pesos y con derecho a ñapa.

El Nuevo Testamento

Los pescadores ‘Yota’ y ‘Figura’, montados en su canoa, disfrutan del manjar que Reinaldo les acaba de servir. Hay un caldero de arroz en la mitad de la embarcación que cocinaron allí mismo. La pesca fue buena, pero el peto estuvo mejor.

En uno de sus taburetes, al lado de los vasos, Reinaldo tiene la libreta que se parece al Nuevo Testamento. Con el lapicero anota en un renglón: ‘Yota – 2000’, ‘Figura – 2000’.

Antes de ellos hay otros nombres, los que están tachados ya pagaron. Se pueden leer apodos como: Gordo, Mila, Mocho, Sinfo, Ana, Cuqui, Payo, Jota, Sergio, Cecilia, Yoyo, Dolores, Negra María, Luqui, Jose y Flora.

A las 10 de la mañana, Reinaldo regresa a su casa para almorzar antes del mediodía y después hacer la siesta.

A las 4 de la tarde, cuando baja el sol, Reinaldo recorre el barrio de los pescadores y cobra los vasos de peto que le deben. El que no le paga con plata le da pescado fresco.

Reinaldo Ballesteros Maza vive de vender peto fiado en el Puerto de los Pescadores de María la Baja.

Noticias relacionadas
EntretenimientoLocales

Presentan en La Cueva el libro de cuentos de Ramon Vinyes

EntretenimientoNacionales

Canal Capital le pone salsa a este fin de semana  

EntretenimientoLiteraturaLocales

"El ring poético" un duelo literario: Adriana Acosta VS Getulio Vargas

EntretenimientoLocales

El comediante Cubano Joel Sánchez presenta "Yaguajai": Humor caribe Luneta 50

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *