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Un minuto de silencio para que nos escuche Heriberto Fiorillo

El Carnaval Internacional de las Artes, que arranca este jueves 11 de abril, necesita del apoyo de todos los barranquilleros para seguir festejando la reflexión como espectáculo.

Por Alejandro Rosales Mantilla

Fotos por Orlando Amador Rosales

Su voz estuvo a punto de quebrarse. Para evitar que quedara al descubierto el sentimentalismo que se agazapa en su figura fortachona, Carlos Polo levantó la voz que se amplificaba en el micrófono que sostenía.

-Hace un año, ‘Fiori’ me estaba preguntando en un mensaje: “Charlie, ¿cómo va la vaina?”. Hoy ya no está y por eso pido un minuto de silencio para que nos escuche Heriberto Fiorillo. Ojo, silencio para que nos escuche-, repitió el escritor, poeta y exsoldado de la sala de redacción de El Heraldo.

Periodistas, gestores culturales, profesores, músicos, fotógrafos, viudas e infaltables asistentes a cuanto evento de lanzamiento ocurre en la ciudad, se levantaron de sus sillas esa mañana en La Cueva y callaron por 60 segundos.

Una llamada entrante al teléfono de un celular interrumpió ese silencio. De seguro, si Alejandro Obregón hubiese estado en el recinto, habría destrozado contra el piso el aparato y obligado al dueño a comprarle una botella de ron por el desagravio.

Terminado el momento solemne, que en cualquier ceremonia se da al inicio, más no en La Cueva donde “nadie tiene la razón” y todo lo que se vista de frac se trasviste con guayaberas coloridas, Miguel Iriarte agradeció el gesto a Carlos.

El maní lo pone Pachalo

El lanzamiento para medios de comunicación del XVIII Carnaval Internacional de las Artes prosiguió ese viernes con música e historias. La trompeta del músico cubano Pachalo y el piano de Leo Donado arrebataron la nostalgia de las pupilas de los presentes. La Piragua y El Manisero se fusionaron entre el jazz, el rock, la cumbia y el son montuno.

Mientras Leo Donado seguía tocando su piano, Pachalo recordó cuando era niño y esperaba al señor que pasaba por las calles vendiendo maní mientras su madre planchaba. Fiel a su estilo, el lanzamiento del festival que llega a su mayoría de edad promoviendo desde el día uno “la reflexión como espectáculo”, cerró con unas picadas de fritos, queso costeño, café y jugo de naranja. Fiorillo, que escuchó en el cielo el minuto de silencio, aplaudió de pie al lado del cuadro ‘Los Amigos’ junto a Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas, Eduardo Vila, Nereo López, y su autor, Juan Antonio Roda.

Ahora, antes del arranque este jueves 11 de abril de la nueva edición del Carnaval de las Artes, debemos preguntarnos qué hacemos como barranquilleros para que la fiesta de la reflexión de Fiorillo siga sonando a todo timbal.

¿Ahora qué hacemos?

La labor titánica de mantener vivo el Carnaval Internacional de las Artes necesita del aporte de todos: público, artistas, periodistas, empresarios, autoridades distritales y nacionales, músicos, hoteles, etcétera.

Dejarle esta misión solo a Miguel Iriarte, heredero de esa lanza guerrera que defiende el sentir cultural y reflexivo del Caribe desde La Cueva, iría en contravía de lo que el propio Fiorillo y Antonio Celia Martínez-Aparicio se les ocurrió cuando idearon un evento de esta naturaleza.

Por ahora, a Iriarte le tocó bailar con la más fea. El evento no cuenta con los recursos frescos de sus inicios cuando los principales escenarios eran el Teatro Amira de la Rosa o el Parque Cultural del Caribe (cerrados y a expensas de las gestiones del Banco de la República, el Ministerio de Cultura y la Alcaldía de Barranquilla); sin embargo, este se sigue realizando con una agenda de lujo y entrada gratuita al público.

“Es un desafío, ahí está el detalle, se trata de llevar adelante una idea con los recursos que sean posibles. Con la voluntad, con la colaboración de los artistas que no cobran lo que deberían cobrar, de los intelectuales que asisten sin las retribuciones que deberíamos hacerles, con el voluntariado de los estudiantes, con el sacrificio personal de mucha gente porque estamos guiados por esa idea extraordinaria que no puede decaer”, resaltó Iriarte, director ejecutivo de la Fundación La Cueva.

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