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Tomás Zuleta, el heredero de la dinastía que quiere ser Rey Vallenato

Hijo de Poncho y acordeonero como su tío Emiliano, los homenajeados de este festival vallenato en su edición 49, debuta a sus 18 años en la categoría aficionado.

Por Óscar López Lobo

Tomas Zuleta

Entre el estudio y la música divide su tiempo, pero la sangre llama y su amor por el vallenato, por el acordeón son imposibles de evitar.

Tomás Alfonso Zuleta Arnedo es un músico como los de antes, cero academia, pura sangre, pasión, oído y sudor. Lo tiene todo en su genética, desde su abuelo el gigante Emiliano hasta la gota fría que lo recorre cuando digita el acordeón, como si la fuera a destrozar en pedacitos de cristales al interpretar un merengue, su aire favorito, una puya, un paseo o un son.

Desde junio del año pasado ensaya en el apartamento donde vive con su madre, padrastro y hermano menor en el barrio Los Pinos, sur occidente de Barranquilla, donde reside desde hace tres años cuando se mudó de su natal Valledupar para estudiar y graduarse de Ingeniería Civil.

En lo que va del año, no hay semana en la que no suene el acordeón, en los ojos del estudiante de tercer semestre se percibe, se siente, que el instrumento de origen europeo habita en sus entrañas.

Puede levantarse en medio de una siesta vespertina para darle vida a una melodía que se le cruzó entre sus sueños, o en la noche, pese al enfado momentáneo de su mamá quien lo apoya incondicionalmente pero sin dejar de recordarle que primero están sus estudios. «Mi mamá me tiene celos con la música porque quiere que no me desvíe del estudio. Pero yo me veo en el futuro como un músico importante e ingeniero», dice un convencido Tomás.

Barranquilla y el Caribe arden con una humedad agobiante que por momentos deja respirar por las noches ante unas brisas refrescantes que se resisten a abandonarnos. Tomás se prepara con su acordeón, le da la bienvenida a su cajero y guacharaquero y preparan, repiten, improvisan y perfeccionan las doce canciones, tres por cada uno de los aires típicos del vallenato que tocarán desde las eliminatorias del Festival en el que anhela clasificar hasta la final que será el próximo sábado. Quiere que ese día quede inmortalizado el apellido con el que su abuelo, el viejo Mile, iba a firmar el primer Rey vallenato del Festival y que no pudo hacerlo en beneficio de Alejo Durán porque andaba en una parranda el día de la final cuando lo llamaron a tarima las tres veces reglamentarias. Quien sí tiene dos títulos de Rey en el Festival, pero no en el acordeón sino en Canción inédita, es Emilianito. Tomás, la nueva generación, quiere ganar el de Rey aficionado, que es un paso casi obligado para quienes quieren entrar a la gallera de los profesionales.

«Siento mucha presión, como si tuviera la obligación de resaltar por la tradición que me acompaña en mi familia», se limpia el sudor de su frente luego de ensayar en una noche húmeda barranquillera. La carga por ser un Zuleta no lo desorienta del camino que sólo él debe recorrer y construir a base de sacrificio y disciplina.

Parte de su alma

Siente la música, describe el acordeón como una parte más de su alma y, a pesar de su juventud, tiene claro que su nombre en el mundo vallenato llevará una firma única, la que él transmita hacia un público conocedor pero que a veces se diluye en las marañas del mercado, lo que imponen y lo que para muchos conocedores del ahora Género patrimonio musical e inmaterial de la humanidad según la Unesco, las nuevas generaciones del legado de Francisco El Hombre llaman, a todo lo que se toque con acordeón, vallenato. Y no todo los que interpretan música de acordeón tocan vallenato.

«La música ya está hecha, uno tiene que respetar la tradición pero sin dejar de crecer como músico, con su propio estilo», reflexiona. Tomás resalta que mantendrá el sello del vallenato clásico, no solo durante su participación en el Festival, sino en su carrera que apenas comienza.

No es la primera presentación de Tomás Zuleta en el Festival. Recuerda que fue una experiencia «única, llena de nervios pero que me gustó muchísimo y de la que aprendí». En 2012, a los 14 años de edad,  participó en la categoría infantil. Llegó hasta la segunda ronda. No estuvo mal. Quedó entre los primeros 25 acordeoneros entre aproximadamente 160 participantes de todo el país.

Tomas Zuleta 2

Aunque sueña en convertirse en el próximo Rey Vallenato, Tomás reitera que quiere ganarse el cariño de la gente, que lo reconozcan por su talento.

«En ambas ocasiones, la de 2012 y la de ahora, me ha tocado ser uno de los más jóvenes ya que, en  la infantil, la habían cambiado de 14 a 18 años y justo cumplía ese año los 14, así que me tocó enfrentarme con muchos jóvenes mayores que yo. Y ahora que tengo 18 repito la historia», cuenta el acordeonero.

Tomás nació escuchando vallenato y aprendió a tocar solo con una acordeón que tenía su papá en su casa, veía a algún vecino tocarla y le preguntaba cómo había hecho para sacarle una nota, un acorde. «Desde cuando tengo uso de razón agarraba una acordeón y le daba, hasta que a los once años me decidí a aprender en serio», recuerda.

Sorprendido por la habilidad, talento y genialidad de Chelito de Castro, del que no ahorra elogios cuando lo ve interpretar en acordeón el clásico del guitarrista español de flamenco Paco de Lucía, Tico Tico, a través de su celular. Recuerda también a Álvaro López como una de sus mayores influencias a la hora de hacer que del acordeón nazca ese sentimiento que expresa la nueva sangre vallenata a través de Tomás, mientras cierra los ojos y hace sonar ese instrumento que es una extensión de él, como lo hizo su abuelo, su padre con su potente voz, su tío y primos desde que esa gota fría bajara para inundar al mundo de música y tradición.

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