-Maestro, ¿usted es hermano de Carlos Huertas? «Sí, señor, soy su hermanito de sangre y también soy nativo de La Guajira». Según Amilkar Huertas, el Cantor de Fonseca se hizo libre gracias a los viajes con su padre.
Por Jorge Sarmiento Figueroa – Editor General
Amilkar es uno de los cuatro hijos del matrimonio de Carlos Huertas y Dolores Gómez, ambos guajiros. La mayor es Laura, luego sigue Carlos, después Amilkar y Hugo. El único que queda vivo es él, a punto de cumplir setenta años. Tiene la misma memoria nítida de un niño, cultivada por la academia. Ha estudiado y viajado para saciar su interés infinito sobre el cuidado de los suelos y las aguas del planeta, desde La Guajira hasta el Valle de Cauca, en Colombia; y desde Israel hasta Estados Unidos y Centroamérica, en el resto del mundo. «Mi hermano hizo con la música lo que yo hice con la tierra», resalta ante tanta experiencia.
Sobre la historia musical de su hermano Carlos Huertas, uno de los hombres que definió la música de guitarra en el Caribe colombiano, Amilkar viaja a la infancia de ambos en el centro de La Guajira. «Mi padre trabajaba en ese entonces en el proyecto de ‘Vías nacionales’, construía carreteras y viajaba mucho. Se llevaba a Carlos en sus correrías, que desde muy niño siempre anduvo con su guitarra. Por esos viajes es que él canta que nació ‘en Dibuya, frente al Mar Caribe, de donde muy pequeño me llevaron, allá en Barrancas me bautizaron y en toda La Guajira me hice libre’. Yo nací en Distracción, que antes era parte de Fonseca y era la tierra de mi madre, donde se crió también mi hermano. Laura, que es la mayor, nació en Riohacha y Hugo en Barrancas. Nacíamos donde nos agarraran los viajes, pero siempre en La Guajira».
Amilkar estudió la primaria en la escuela pública, luego hizo hasta quinto año de bachillerato en el colegio Loperena de Valledupar. Allí conoció a Consuelo Araujo Noguera.
«Consuelo fue mi primera novia y yo fui su primer novio. Nos enamoramos con citas y carticas como era en los tiempos en los que a Carlos Huertas, Escalona y a todos los grandes compositores les nacían sus hermosas canciones». Pero luego Amilkar se fue a hacer su sexto año de bachillerato en el Liceo de Santa Marta y no la volvió a ver hasta entrada la vida.
De Santa Marta viajó becado a Palmira, Valle, donde estudió Agronomía y conoció a la que sería su esposa. Su recorrido se hizo más extenso por los estudios y trabajos, por lo que conoció varias partes del mundo.
Cuenta Amilkar que después de su largo periplo se fue a vivir a Valledupar, donde ya Consuelo Araujo estaba casada con Hernando Molina y era la mujer emprendedora que grabó su nombre en la historia política y social de la región Caribe.
Amilkar hizo amistad con ella, después de haber sido novios de infancia, y conoció a los más grandes compositores, cantantes y personajes de la música vallenata como Rafael Escalona, ‘Colacho’ Mendoza, Leandro Díaz y Emiliano Zuleta Baquero, con quienes departía en parrandas y además los asesoraba en sus proyectos agrícolas.
Campesinos, empresarios y artistas que ya ganaban pequeñas fortunas y querían invertirlas en cultivos, acudieron a Amilkar Huertas por sus vastos conocimientos. Le retribuían muy bien económicamente, aquellos años fueron la bonanza del ‘oro blanco’ en el Cesar y además fue el ‘boom’ de la música vallenata en el país. Amilkar asistía así a todos las parrandas y festivales a todo dar, rodeado de los más grandes exponentes del folclor.
«Uno de esos amigos parranderos fue a La Guajira y cometió la osadía de decirle a mi hermano que, si se hacía una comparación, él no me daba ni por las chancletas. Eso fue un error y mi hermano se enfadó y compuso una canción llamada ‘A mi hermano y yo’ relacionada con esa afrenta. Apenas pude encontrarme con Carlos nos reímos mucho porque le dije: ‘Tú has hecho tus cosas grandes y yo he hecho lo mío, pero por más grande que yo haga mis cosas siempre antes de presentarlas, para que me escuchen y me abran las puertas, tengo que decir que soy hermano de Carlos Huertas'».
Muchos años después, Amilkar sonríe feliz con los recuerdos de Carlos, fallecido en Maicao, La Guajira, en 1999. «Era tan grande su talento que no necesitó estudiar en universidades, como me tocó hacerlo a mí. Él andaba desde muy niño con la guitarra en la mano componiendo canciones. Eso era su pasión, a lo que dedicó todos sus esfuerzos y aprendió tan bien que hizo composiciones inmortales en nuestro folclor y todos los demás músicos de la región de la Guajira, el Cesar, el Magdalena y el país lo admiraron mucho.
Una vez fui a Barranquilla y me llevaron de sorpresa a un negocio de fritangas llamado La Tiendecita. Allá reposa una foto para la posteridad en la que el Nobel Gabriel García Márquez, el también escritor Álvaro Cepeda Samudio y otros grandes intelectuales aparecen rodeando a Carlos Huertas, quien los deleitaba con su guitarra».
Fueron hermanos entrañables. Nada los desunió a pesar de la distancia ni los comentarios torpes de los amigos parranderos, como el de aquel que quiso comparar sus talentos.
Cuando Emilianito Zuleta compuso una canción dedicada a su hermano Poncho Zuleta, y que luego sería la más famosa entre todas las melodías vallenatas que se inspiran en la fraternidad, fue a donde Carlos y le pidió que le diera un título tan bueno como el que él le había puesto a la suya. Amilkar cuenta que Carlos Huertas «con mucha grandeza le dijo a Emilianito que le pusiera a su canción ‘Mi hermano y yo’, igualito al título de la suya».