La compañía decidió no dar más largas al asunto y ordenó recoger todas las unidades Galaxy Note 7 en medio del escándalo mundial por equipos incendiados y una estrepitosa caída de sus acciones en la bolsa.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
Ni siquiera los más pesimistas lo podían prever. Si la vergüenza de tener que recoger y paralizar la venta de un producto recién lanzado al mercado fuera poco, el tener que anunciar la paralización de su producción y venta a nivel global, por la persistencia del problema, aún en las unidades de reemplazo, rebasa lo previsto en el peor de los escenarios imaginados por la gigante de la tecnología.
Este martes, la empresa surcoreana anunció con un comunicado: «Podemos confirmar que detiene permanentemente la producción del Galaxy Note7».
La medida surge tras los continuos informes de problemas de la batería que provocan que los teléfonos estallen, incluidos los equipos de reemplazo que se ofrecieron a los usuarios. Incluso hay rumores de que la empresa surcoreana podría dejar de producir el teléfono de forma permanente. Samsung también urgió a los dueños de equipos Galaxy Note 7 “que los apaguen de inmediato”.
Las de seguridad surcoreana afirman que están investigando una posible nueva falla, que podría ser adicional a la batería.
«Como la seguridad de nuestros consumidores es nuestra prioridad, Samsung le pedirá a todas las telefónicas y socios del mundo que paren las ventas y cambios del Galaxy Note 7 mientras tiene lugar una investigación», dijo Samsung en el comunicado.
Mientras tanto, las acciones de la compañía cayeron un 8% este martes y algunos analistas creen que la crisis de Samsung podría impulsar las ventas de Apple, su principal rival.
La corta vida del Galaxy Note 7 nació el pasado 15 de agosto cuando el nuevo modelo del producto estrella de Samsung fue lanzado mundialmente al mercado. Solo en países asiáticos y los Estados Unidos, la empresa surcoreana logró vender al menos 2,5 millones de equipos en menos de dos semanas.
Pero a principios de septiembre, comenzaron los problemas con el estallido de las primeras unidades. Solo en el emblemático mercado norteamericano se habían reportado decenas de casos y las aerolíneas de diversas partes del mundo recomendaron a sus pasajeros apagar sus equipos Samsung a bordo.
El fabricante anunció una costosa campaña para recoger los equipos defectuosos, sustituirlos por unos nuevos, y achacó el problema a defectos de las baterías fabricadas por un tercero. Aseguró que la cantidad de aparatos afectados era mínima y que el modelo Galaxy Note 7, seguía siendo seguro.
Ya para la segunda mitad de septiembre el escándalo había bajado estrepitosamente las ventas del nuevo lanzamiento de Samsung, e incluso había paralizado su distribución en otros mercados, como el europeo y el latinoamericano. Las acciones de la compañía sufrieron también una baja importante. Pero lo peor estaba por venir.
El episodio en un restaurante de la franquicia Burger King en Korea del Sur y la evacuación de un vuelo por un teléfono que comenzó a emitir humo verde y quemase parte de la moqueta del avión, precipitaron la decisión de la empresa de cortar el problema de raíz; suspender la venta y fabricación del dispositivo hasta nuevo aviso.
Por ahora no todo está perdido. Aunque algunos analistas consideran que la retirada de su Galaxy Note 7 costó a Samsung US$5.000 millones en pérdidas de ventas y otros gastos, se espera que las fuertes ventas de chips de memoria y pantallas compensen parte de ese fuerte golpe. Es la ventaja de tener un gran portafolio de productos.