
EL COMENTARIO DE ELIAS por Jorge Guebely
Maravillosa tarde de septiembre, dos estudiantes colombianos nos reunimos en un café con Milán Kundera. Momento para despejar personales inquietudes literarias con el Maestro. “¿Usted para qué escribe novelas?”, pregunté. “Para combatir el olvido.”, respondió. Desconcertado, insistí: “¡Profesor, su respuesta es efectista, pero no entiendo nada!”
Me explicó con paciencia de maestro: “Todos los poderes, para existir y perpetuarse, crean modelos disciplinados de personalidad. Los tatúan en la consciencia de los pueblos, construyen sociedades alienadas olvidadas de su propio ser humano. Mis personajes viven en constante conflicto con esa construcción, no se acostumbran a la alienación, a la esclavitud; tampoco encuentran plenitud, el ser olvidado.”
Distintas novelas contra el poder surgieron en nuestra conversación: “1984” de Orwell, “El proceso” de Kafka, “El señor presidente” de Asturias y otras más.
Volví al Maestro, pregunté por sus personajes, especialmente los de “La insoportable levedad del ser”, novela de moda en ese momento. Nos develó el drama de Tomás, en su alienación libertaria, transita por varias mujeres, pero lo atrapa el amor de Teresa. Políticamente fluctúa entre el poder comunista y sus principios libertarios. Personaje interiormente triturado.
Teresa padece sus alienaciones. La destruyen sus sueños de pureza, su inseguridad, su cuerpo, su miedo al abandono. Ninguna paz en su existencia, ni con Tomás ni consigo misma.
Sabina, la artista del relato, soporta la moral oficial institucionalizada en su familia, su entorno. Busca constantemente superarla; al intentarlo, cae en un vacío sin sentido.
Jaromil, personaje de “La vida está en otra parte.” Vive alienado en su propio narcisismo poético. Cree ser poeta revolucionario, pero solo es una pieza manipulada. Termina perdiéndose en la falsa grandeza de la ideología.
Cruel la suerte de Ludvik, personaje en “La broma”. Su vida se arruina por una pequeña broma dentro del totalitarismo checo. Expulsado del partido, se convierte en resentido, lo destruye el sinsentido de la venganza.
Ruzena, mujer joven en la “La broma”, sufre los valores de su entorno provinciano. Busca escapar, queda al final atrapada en sus propias ilusiones rotas.
Deshumanización moderna, hedonista, los personajes de Kundera deambulan atrapados en engranajes de apariencia, poder erótico, vacío existencial. Malestar corriente de las personas desplomadas en el flujo ficticio de la sociedad, olvidando su propio ser humano. Sufren sus sueños que no son sus sueños, son los sueños del poder.
Tiempo después, leyendo “El libro de la risa y el olvido”, subrayé esta frase: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.” La entendí a planitud, me sentí también personaje de Kundera.