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‘Pelusa’, pianista barranquillero de talla mundial

Después de desfilar por los más respetables escenarios de la salsa, este barranquillero hizo gala de esa talento innato que hay en la juventud del Caribe Colombiano.

Por Rafael Sarmiento Coley

«Ahora tengo una banda aquí en mi tierra conformada por talentos del Caribe Colombiano»

Para aprovechando que este sábado arribó a sus primeros 6 años de vida, fue un buen motivo para un breve repaso por su maravillosa obra musical en el mundo de la salsa.

Pelusa, el barranquillero que vistió la gala de elegancia, alegría, sano esparcimiento para el disfrute sin llegar a la locura

Este sábado 13 de enero, sentado en un sofá con una pierna sobre la otra, recordó que “a esta hora, hace 61 años, vine al mundo, y da la casualidad que era también sábado de Carnaval con su famosa batalla de Flores, pero yo no lo vine a saber sino cuando cumplí los diez años y me encaramé, contra viento y marea, en el camión viejo donde los pelaos del barrio íbamos ‘guindaos’ como micos en palo de guama’, entonces, en un atasco en la vía, doña Mery, la esposa de César Pompeyo, el dueño del carro en el que iba ‘enganchao’ (era el trompetista y director de la Sonora del Caribe), me dijo, ‘arajo, muchacho, a sí que te gusta la fiesta, ¡claro, si naciste un sábado de Carnaval!’ fue entonces cuando comprendí que yo nací para esta vaina, ser músico, ser pianista”.

Después de recorrer medio mundo como pianista, arreglista y co-director de los mejores grupos de salsa y música tropical, Álvaro Cabarcas, conocido en el mundo musical como ‘Pelusa’, regresa a su Barranquilla natal. A reencontrarse con lo primero que vio cuando Dios lo trajo al mundo. Y a revivir aquellos comienzos difíciles en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico.

El profesor de piano cascarrabia. Discutían por cualquier tontería. Hasta cuando un día le dijo que la verdad: “Álvaro, es que usted no me cae bien porque anda con ese pelo que le tapa las orejas como pelusas y por eso no escucha mis instrucciones. Además, le dejo clases para que practique a Bethoven con el tema ‘Para Elisa’, y me sale con esa ‘Vaca vieja’. O me hace caso, o hago que lo saquen de la escuela”.

La suerte siempre se atraviesa, como dama coqueta, en el camino de Álvaro Cabarcas. Enterado el director de la escuela de la situación convocó a profesor y alumno a una reunión. Tras escuchar ambas versiones, el director decidió: “Mira, muchacho, yo estoy seguro de que no te quieres motilar porque las muchachas te dicen que lo más bonito que tú tienes es la cabellera tipo ‘Tarzán’. Pues sigue así con tu cabeza llena de pelusas como dice el profesor. En cuanto a tu estancia aquí, hombre he escuchado buenas referencias tuyas y te vamos a dar una segunda oportunidad, con otro profesor. Si no te amoldas, ahí sí, chao, pescao”.

La vida es un fandango

Aquel trago amargo lo pasó rápido, aunque le dejó un ardor en el galillo, pensando en que el profesor que no quería que tocara ‘La vaca vieja’, sino ‘Para Elisa’, le fuera a hacer mala atmosfera con el resto de los profesores. Y entonces sí lo pondrían de paticas en la calle. Pero, qué va.

Se conoció con varios muchachos de diferentes cursos e instrumentos distintos, varios de ellos vivían cerca de su casa en el barrio Cevillar, entonces, debajo un palo de mango empezó, como para matar el tiempo, a hacer sonar los cueros, las trompetas, las guitarras y un piano viejo que ya casi no servía y por eso Él Tigre’ García, pianista de la Sonora del Caribe de Cesar Pompeyo, se lo regaló a ‘Pelusa’. En menos de tres mes ya era un grupo que sonaba “goddo”, según recuerda uno de los antiguos compañeros del grupo que tuvo nombre antes de nacer: ‘Los Fantasmas’, porque nadie los veía llegar ni marcharse, porque era un patio escueto y cada quien estaba en lo suyo.

Tuvieron un rápido acoplamiento y de inmediato el ‘bembeo’ rodó por el barrio sobre la bacanería del ‘Grupo Fantasma’. Hasta cuando llegó la temporada carnestoléndica y el Grupo Fantasma fue contratado de manera formal para animar los cuatro bailes de las verbenas que se harían en el barrio con su reina popular.

Cuando ya estaba por terminar el contrato, el papá de la reina les dijo: “Muchachos, no sé cómo van a hacer, pero esta noche tienen que tocar como la Billos o Pacho Galán, porque el padrino de Elisa (así se llamaba la reina), que es el más reconocido profesor de Bellas Artes, viene porque hoy cumple años la niña”.

Con Juan Piña, ‘La Canillona’, y el piano inconfundible de Pelusa y el clarinete de Carlos Piña

Comenzó la tercera tanda. Ya el profesor regañón estaba en la verbena. Pelusa le dijo al presentador: “Anuncia lo del cumpleaños de la reina y pide una algarabía”. Ya tenían todo listo para que, cuando terminara el animador, entrara Pelusa con largo solo de piano con el tema ‘Canto a Elisa’ y luego sobre la inmortal pieza de Bethoven salió ‘La vaca vieja’ al mejor estilo de las bandas papayeras, pero con un piano que se tragaba la orquesta. Cuando menos lo esperaba, Pelusa alcanzó a ver al profesor quitándose saco y corbata, la mano izquierda levantando el fundillo del pantalón y la derecha bien arriba con un sombrero vueltiao que nadie sabe quien se lo dio, mientras no se cansaba de gritar, “¡Guapajé, esta sí es la vida nomejoda!”.

Desde aquel día Pelusa piensa que, en verdad, la vida es un fandango. Si eres una persona de mal genio y llegas a un ambiente de fiesta y sigues con tu cara de vinagre, perdiste el año, “pero si te metes en la rueda del cumbión, desde ese momento tu vida será otra cosa, y ya no te verán como ‘aquel viejo amargado’. Y esa es una de las tantas virtudes que tiene la música”, reflexiona Álvaro Cabarcas. O Pelusa. Que es lo mismo.

A partir de aquella experiencia con los ‘Fantasmas’, a Pelusa le llovieron ofertas y empezó su recorrido por Alma Latina, Los Rivales, Latin Brother, hasta cuando llego a las grandes ligas de la música tropical y salsa.

Una etapa de éxitos

Nadie pone en duda que la época de oro de Juan Piña y su Orquesta fue la de aquellos éxitos insuperables como ‘La canillona’, ‘La rama del tamarindo’, ‘Con media de ron’, ‘El Machín’, casi todas de la autoría del compositor Alejandro Martínez, de San Marcos, Sucre.

Era la agrupación que no tenía un día de descanso durante ocho meses del año, porque, además de ser la agrupación estrella del Carnaval de Barranquilla desde fin de año, precarnaval, Carnaval y Festival de Orquestas, era el grupo de moda en todos los demás festivales, reinados y fiestas de toros y contratos para Carcas, Panamá, Miami y Nueva York.

Era la música del Carnaval de esos años

El piano de Pelusa era el más apetecido por las demás agrupaciones, por su rica melodía, su olfato para los arreglos de las canciones y ese talento para sacarles las mejores notas a las negras y las blancas, esas teclas caprichosas que no le dan su sabor a todos los dedos.

Luego de siete años con la orquesta de Juan Piña, el grupo tuvo un bajonazo. Su hermano Carlos Piña, también tremendo arreglista, clarinetista y saxofonista, se fue a vivir a Medellín.

“Entonces encontré la puerta para salir y entrar a la tremenda agrupación del Joe Arroyo. Fue una temporada maravillosa. Hicimos cuatro trabajos formidables en donde quedaron temas que no pasan de moda como ‘Tumba techo’, ‘Me le fugué a la candela’, ‘El Barbero’ y tantos otros”.

Cuando estaban en lo mejor, una noche, en la Feria de Cali, al terminar la tanda, bajaron a los camerinos. Y allí estaba Jairo Varela. Apenas vio a Pelusa se le fue encima, lo abrazó fuerte y lo invitó al pequeño bar que había en el camerino. Y fue al grano. Cuánto gana usted allá, en promedio, por mes. ‘Gano tanto’, dijo Pelusa. Varela le dijo: ‘Yo le pago tres veces más que eso, y si quiere le doy dos meses ya por adelantado para que arregle sus cosas en Barranquilla y se venga cuanto antes a Cali”.

Pelusa quedó en un estado de sonambulismo, de incertidumbre, una mezcla de alegría y tristeza. “Niche, ¡uy qué nota!”, “¡Y Juancho? ¿Cómo dejar a Juancho colgado de la brocha? Como diría Jonny Ventura “Qué dilema tan grande/ el que tengo en mi vida!”.

Sucedió así. El pianista estrella de Niche era Nicolás Cristancho, el popular ‘Macabí’, quien recibió una oferta que era imposible rechazar, a no ser que se tratara de un mentecato. Por supuesto, Macabí no lo era y aceptó y se fue.

Álvaro Cabarcas ‘Pelusa’ y el difunto maestro Jairo Varela, fundador, director y arreglista del Grupo Niche.

El dialogo con Juan Piña fue cordial y de mucho colegaje, porque Pelusa quiso que fuera así. Entre os tres. Y Juancho Piña, hombre de buen corazón, le dijo, ‘Pelu, lo que tú hiciste con nosotros no tengo con qué agradecértelo ni con qué pagártelo. Además, quedas en las mejores manos”. Los tres se dieron el abrazo del oso, y esa misma noche comenzó el trabajo del barranquilla Álvaro ‘Pelusa’ Cabarcas, con el mejor grupo salsero que ha tenido Colombia y uno de los grandes de América.

‘Cómo podré disimular’

Al día siguiente Pelusa estaba instalado en una suite de un hotel 5 estrella en Cali, con una habitación especial en donde en menos de lo que sube el gallo y baja de la gallina tenía un estudio para entrenar y hacer arreglos. Hubo una empatía inmediata. A veces Jairo Varela se le presentaba a Pelusa a las tres de la madrugada.

“Vení, Pelu, que este temita no me ha dejado dormir. Te lo tarareo y tu lo agarras en el piano”. Listo. Ahora Pelusa le dice “te cuento tres y arrancas: “A lo lejos se ve/mi pueblo natal”. Tres días con sus noches a punta de café amargo, hamburguesas y soda, y un tema que batió récords en ventas.

Su primer trabajo fue ‘Tapando el hueco’ , con temas inolvidables como ‘Nuestro sueño’ (Pelusa fue el arreglista de ese tema); ‘Cómo podré disimular’, un tema de Jairo Varela de una historia real.

Jairo quería mucho a los muchachos del grupo. Los trataba como a sus hijos. Por eso cuando les ocurría algo triste a alguno de ellos, a Jairo eso lo acongojaba. Fue una desdicha de amor. Tito Gómez, nacido en Puerto Rico, residente en Nueva York, tan pronto vino a Cali se enamoró locamente de una despampanante caleña que le presentó el periodista y fonomímico barranquillero residente en Cali, Montedgardo. (Poco conocido como Edgardo Montes). Fue amor a primera vista, y pronto empezaron a salir los frutos de aquel idilio, dos hermosas niñas y un varón.

Era el momento cumbre del Grupo Niche. Una de las más cotizadas agrupaciones de la salsa mundial, que se daba el lujo de tener a un trombonista y arreglista como en caraqueño (ex-Dimensión Latina César), ‘Albóndiga’ Monje, a un cantante de la talla de Tito Gómez que se había paseado por las mejores orquestas de Puerto Rico y Nueva York. Precisamente en este última ciudad era donde más presentaciones hacia.

Y fue lo que le destrozó el corazón a Tito Gómez. Su esposa caleña y sus hijos, en un viaje a ‘La Capital del Mundo’ le hicieron motín a bordo y en coro le dijeron que no regresarían a Colombia. Querían vivir allí en rascacielos, lejos de los tiroteos, los carrobombas, las guerras entre los carteles y entre los mercenarios contratados por aparte por los llamados ‘Señores de la Droga’.

No hubo más qué hacer. Tito Gómez aceptó. De mala gana, claro, que su bonita esposa y sus queridos hijitos se quedaran viviendo en Nueva York y él seguiría en Cali, o donde se los cogiera la noche desgarrándose el galillo y el alma po sacarse siquiera por unos minutos esos cuatro rostros lindos de su familia. Empezó a tomar más de la cuenta. Y de ahí dio el paso a algo más fuerte, que, a la postre, en buena parte, fue causa de su muerte.

En aquellos momentos críticos fue cuando Jairo Varela apoyó más a Tito Gómez. Lo abrazó como se abraza a un hijo, y lloró junto a él la noche en que se lo llevó al apartamento- estudio de Pelusa. Eran las 4 de la mañana. «Ponte una jarra de tinto que esto va pa´largo», dijo Varela a Pelusa. La primera taza de café. «Ponte al piano, Pelu, que la traigo aquí en la mollera». El director del Grupo Niche se quitó la chaqueta, carraspeó fuerte la garganta, le dijo a Tito que agarrara los dos trozos redondos de la clave y escuchara atento la melodía y la letra, para que después siguiera el piano de Pelusa, la clave de Tito y las maracas de Jairo.

En un dos por tres ya estaban en el viaje hacía uno de los grandes éxitos del Grupo Niche, porque salió de lo más profundo de los sentimientos de tres hombres que esa vez no supieron cuando comenzó ni cuando terminó el día. Solo supieron, tres meses después en una presentación ante un público eufórico que tarareaba la canción, que aquel sacrificio valió la pena: ‘Como podré disimular/si tu recuerdo me hace daño/llevo una pena tan honda/que no puedo yo ocultarlo’.

Fueron nueve años de éxitos, de enormes conciertos alternando con lo mejor de la salsa. Después vino esa presentación en Nueva York. En medio del furor de un público que bramaba, aparecieron las figuras de la esposa y los tres hijos de Tito. Y el público, pidiendo a grito ‘Cómo podré disimular’. Tito Gómez que le chorreaban las lágrimas. Jairo Varela que había botado uno de sus cuatro pañuelos empados de lágrimas. Y el pianista con las teclas mojadas como si del techo del escenario ovalado cayera una gotera. Hasta cuando Varela se paró firme en medio del grupo, y gritó: «¡Ya basta! ¡Cantemos, a eso vinimos, si no queremos que nos linchen, dejemos el llanto para luego en el hotel».

Sonó la fanfarrea y el aire se llenó de las notas de la canción que Jairo Varela le compuso –con los arreglos de Álvaro Cabarcas ‘Pelusa’- a su amigo Tito Rojas, uno de los mejores cantantes que pasó por su grupo a lo largo de su brillante historia. Y mientras Tito cantaba ‘Cómo podré disimular’, en verdad él, ni su esposa ni sus hijos, podían ocultar la nostalgia y el llanto por no poder estar unidos nunca jamás.

Porque Tito regresó a Colombia y estuvo un tempo formando grupo con Pelusa. Grabaron varios trabajos, entre los cuales sobresalió el tema ‘Página de amor’.

Pelusa levantó el vuelo

Ya suelto de madrina porque los años se le vinieron encima a Jairo Varela de un día para otro. Las cosas se le complicaron. Y Pelusa decidió montar tolda aparte,.

Andy Montañez lo invitó a grabar el tema vallenato ‘La Reina’. Oscar De León lo invitó a grabar ‘Casas de Cartón, el bello tema de Alí Primera. La Nueva Sonora Matancera lo invitó a una internacional por varios países porque Rogelio, Laito y Caito decían que tocaba el piano como el mismísimo Lino Fría, consagrado en el teclado, el hombre que impuso los largos solos de pianos en los temas jacarandosos. Guayacan Orquesta, fundada y dirigida por Alexis Lozano, lo invitó a grabar dos trabajos musicales, en los cuales participó como arreglista y pianista. Fue productor y arreglista del Grupo Galé.

Un día, mientras descansaba en casa, ya acá en Barranquilla, lo llamó uno de los más prestigiosos managers de estas agrupaciones internacionales, Álvaro Gómez, de Producciones AG. Había sido toda la vida el gerente del Grupo Niche. Y ahora represeta a Andy Montañez, Charlie Aponte y a Pelusa.

«Oye Pelusa– Richie Rey quiere que grabes un tema con su orquesta porque eres quien más ha asimilado esa vitalidad para acariciar las teclas». Así fue como el pianista barranquillero grabó con una de las más respetables orquestas de salsa del mundo, con arreglos e interpretando el piano con la voz de Bobby Cruz, en el tema ‘Metiendo mano con Dios’.

Luego vinieron más y más ofertas, pero siempre poniendo como cláusula no volver a ser arreglista y pianista de planta «porque eso desgasta mucho», dice. De todas maneras grabó con Gabino Pampini una nueva versión de ‘A nuestro modo’, y con La Suprema Corte ‘Amarte como yo’, y siguen muchos más: Gabriel Rumba Romero, Pacho Galán, Hansel Camacho, The Boricua Leyends.

Ahora, como el águila en reposo, no se tira en picada a cada presa que ve allá en las profundidades del pie de monte de la selva, sino que tiene conformado un grupo de salsa brava, que, por el mmento, es apenas un proyecto. Un proyecto en grande. A la altura de un pianista que ha recorrido el mundo como embajador de la salsa barranquillera, caribeña, colombiana y latinoamericana.

Sobre el autor

Director general de Lachachara.co y del programa radial La Cháchara. Con dos libros publicados, uno en producción, cuatro décadas de periodismo escrito, radial y televisivo, varios reconocimientos y distinciones a nivel nacional, regresa Rafael Sarmiento Coley para contarnos cómo observa nuestra actualidad. Email: rafaelsarmientocoley@gmail.com Móvil: 3156360238 Twitter: @BuhoColey
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