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Los barrios barranquilleros que no tuvieron dolientes

Uno de esos cadáveres urbanos insepulto es el Barrio Arriba del Río. ¡Ay 7 de abril sírvenos para refrescar la memoria!

 

 Por Adlai Stevenson Samper, especial para lachachara.co

581659_10151590977955186_1099305471_nEn la historia urbana de Barranquilla hay  barrios de los que solo quedan tristes rastrojos de su existencia y de los que hoy nadie recuerda. Los desaparecieron de los planos. Les negaron el certificado vital del nombre y terminaron diluidos, devorados, sin ofrecerles el atenuante de la nostalgia. Uno de estos enclaves urbanos pasados a mera referencia historiográfica fue el Barrio Arriba del Río, vencido irremediablemente entre las peleas de la feligresía conservadora de la iglesia de San Nicolás con la muy liberal de San Roque, asumiendo a la larga el sector el nombre del santo francés de Montpellier pasando a dominar el pastoril panorama de la Calle de Las Vacas. Allí se asentaron nuevos ricos (en su mayoría de origen árabe), y la creciente burguesía que no podía asimilar la escasez de vivienda del escueto y aristocrático centro de la ciudad. Se dieron el lujo de recurrir a lo más avanzado de la arquitectura de la época y por eso el barrio, estrenando su nombre de San Roque, se convirtió en un referente turístico. Aunque, usted, amable lector, no lo crea, hoy cuando va y lo ve en un caos total y esquelético.

La rica ciruela rebolera

SAN ROQUE Y EL TRANVIA

SAN ROQUE Y EL TRANVIA

Pero el nombre de Barrio Arriba siguió transformándose, multiplicándose, germinando en los calles polvorientas de los extramuros los árboles de la famosa ciruela rebolera dándole nombre al vecindario humilde permitiendo en sus limites, justo entre arroyos, mosquitos y aguas estancadas, el surgimiento a principios del siglo veinte de  la primera zona de burdeles con el muy africano y sonoro nombre de Takunga.

1174605_10152012836201918_296729595_nEl diario El Día de Barranquilla informaba en crónica aparecida el 7 de julio de 1921 una serie de hechos ocurridos en ese curioso barrio de jarana y sexo: “Ocurría que después de ordenar las autoridades el cierre de cantinas y establecimientos públicos a las horas reglamentarias, se daban casos de escándalos y riñas en los cuales tenía que intervenir la policía. Hubo casos en que un teniente de la policía le informó a un agente haber llevado preso a un alborotador, cogido dando escándalo a la una de la mañana en cantina que el teniente vio cerrar a las 10 de la noche. Se hizo preciso saber lo que ocurría y entonces fueron sacados del pasaje Takunga 17 trasnochadores empedernidos, sujetos maleantes que estaban escondidos en los cuartos de las meretrices, esperando que se alejara la policía para salir y formar su zalagarda.

 Takunga, donde sonaba la conga

 8801_4338930386131_1305615056_nAl inspector Vergara se debe esta recogida que muestra lo que estaba sucediendo en otras partes como en el club “París”. Una vez más pedimos a las autoridades extirpar esa llaga gangrenosa que se llama Takunga. Ni en los suburbios más sombríos de Londres hay escuelas de prostitución comparables con la de Takunga. Aquel lugar está lleno de niñas de 9, 10, 11 y 12 años entregadas a la vida más espantosa. Allí van los jóvenes y los niños atraídos por el maléfico influjo del vicio y la corrupción. Se dice que Takunga es una mina de oro para el tesoro municipal y para el departamento. Si lo es, más mérito hay en acabar con esa fuente de dineros podridos”.

De hecho, Takunga termina abruptamente por causa de la creciente presión ejercida por la prensa invocando las mínimas normas de decencia, obligando a la emigración de bares, cantinas y burdeles, subiendo el cauce del violento arroyo de Rebolo para incrustarse con un nuevo nombre en terrenos del alcalde y empresario naval Julio Montes ocupados parcialmente por los inmigrantes chinos cesantes de las obras del Canal de Panamá, dedicados a cultivar sus hortalizas con particular esmero oriental.

581659_10151590977955186_1099305471_nHasta allá, a convivir de lejos entre cilantros, cebollines y tomates, llegaron las francesas, las cachacas y sabaneras con su mundano bagaje de sexo y baile, estrellas estrelladas por el tiempo en cabarets con nombres tan sugestivos como La Fuerza de Dios, ubicado en la calle Caldas entre Independencia y Providencia; el Yocasta ubicado en la calle de Las Flores, callejón de Independencia y Libertad, Campos Elíseos y Nuevos Campos, El Barrilito; Elvira Jaramillo ,La  Gaby, el Gaby, Carlota Medina y su famoso Botecito; la Pájaro, que era el muy volador apellido de su propietaria y el Nohaycaso. De todo este andamiaje surgió el asiático y continental nombre de Barrio Chino, pese a las reticencias de la colonia de ese país que no se resignaba a que fueran asimilados con toda la gama de actividades de la entrepierna.

La mala fama de los chinos

En efecto, en carta enviada en 1930 a la prensa de la ciudad, el señor Jacobo Wun, sobresaliente miembro de la laboriosa colonia china, solicitaba en nombre de sus connacionales, que “Por favor no utilicen el denominativo chino para referirse a ese barrio, pues allí no vive ningún oriental”. Y era cierto, pues según narra Gabriel García Márquez “El barrio Chino eran cuatro manzanas de músicas metálicas que hacían temblar la tierra”. El diario La Prensa menciona el 30 de marzo de 1932 que “En el barrio Sur casi todas las extranjeras son aficionadas a las drogas”. El barrio Sur era otro de los nombres del barrio Chino, sumándose al de las Damas de Balcón Bajo, Barrio de Aterrizaje y de los Bombillos Rojos. Todos hermosos y poéticos sobrenombres. En fin, todos estos apelativos pasaron al más memorable olvido cuando los burdeles trasegaron sus penas, cobros y músicas al nuevo barrio de La Ceiba de Rondón, creándose en los restos del viejo barrio Chino el nuevo y familiar barrio Montes.

¿Y qué pasó con Monigote?

1382002_10151613368480947_1821585506_nEn un mapa fechado en 1930 aparece el barrio Monigote ubicado entre la carretera a Soledad y el camino viejo a Soledad, conteniendo en su interior las calles Sol y Esperanza con las carreras Bocas de Cenizas, Concordia y Buen Retiro. Este curioso barrio desaparecido tenía en uno de sus predios las instalaciones de la Tropical Oil Company (la famosa Troco). Para el año 1944 la fábrica de tejidos Obregón patrocina un plano de la ciudad en pleno crecimiento dentro de la devastadora segunda conflagración mundial en donde el nombre de Monigote como barrio, había sido excluido. En ese mismo plano se encuentra el desaparecido barrio de Las Granjas, muy cerca al actual barrio Buena Esperanza. Parece que fue un esbozo de acomodar a la “decente” realidad urbana el barrio de invasión Las Tablitas, llamado así por el material usado en la construcción de las viviendas por sus pobladores.

Otro curioso nombre de barrio desaparecido que aparece reseñado en ese plano de 1944 es Luna, ubicado justo entre el tanque del acueducto en Recreo, el Hospital Infantil y el boulevard. Es decir, se trató de una denominación distinta del actual barrio Recreo, incluyendo el emblemático sector urbano de Siete Bocas. El nombre del satélite terrícola (¿se lo puso algún lunático?, no contó con suerte como nombre de barrio  y pasó a la larga a un definitivo eclipse: no pasó de ser un simple Recreo en el ajetreo de nombres barriales de la ciudad, (“mala suerte”, como diría Henry Fioll).

 Los borraron de un pincelazo

PLANO BARRANQUILLA 1922Como hecho curioso que presenta interesantes especulaciones sobre la el interés en la conservación de la memoria de la ciudad, en diversos planos realizados a mediados del siglo veinte se “evaporaron”  por arte de magia los primigenios barrios Arriba, Abajo y Centro. En otras palabras, se habían borrado sin atenuantes de ninguna naturaleza, los antecedentes más inmediatos de la historia urbana de Barranquilla y de sus asentamientos primitivos siguiendo el curso de los caños y del río Magdalena.

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