AgendaCrónicasLocales

Juan Gabriel Vásquez, Premio Alfaguara, abrió el Carnaval de las Artes

El escritor bogotano charló con su colega barranquillero Paul Brito, desde sus pininos hasta su eclosión como un renombrado escritor global. Evocaron a Conrad, a Hemingway, a Flaubert y, cómo no, a Gabo.

Por Jorge Mario Sarmiento Figueroa – Editor General

«¿Y mientras tanto de qué vivo?», se preguntó Juan Gabriel Vásquez cuando decidió ser escritor, a pesar de que ya era abogado titulado de la Universidad del Rosario. «¿Y mientras tanto de qué vives?», le preguntó también su papá, a pesar de que su hijo se acababa de ganar un alentador premio universitario de cuentos en Barranquilla. «Para un muchacho de 22 años ese premio fue un aviso portentoso, pero no bastaba -recuerda el escritor-. Me gradué de Derecho y pensé que la literatura sería una afición. Pronto me di cuenta que no, y me fui a París a estudiar Literatura».

Paul Brito y Juan Gabriel Vásquez.

Paul Brito y Juan Gabriel Vásquez.

La charla fue más bien una especie de taller literario. Paul Brito, contemporáneo del bogotano, se había leído hasta el anverso de sus obras y le había escudriñado fotos, amistades y referencias, hasta sorprender la intimidad del escritor. Quería saberlo todo, no solo de su trabajo sino de su vida, extraer cada detalle y devorarlo sin pudor porque él también sigue el sendero de la literatura y es evidente que tiene a Vásquez como uno de sus faros. Aquí cabría entonces de una manera distinta la expresión «cadáver exquisito» para describir lo que Paul Brito logró hacer en La Cueva este 29 de enero, en el inicio del Carnaval de las Artes, con el admirable Juan Gabriel Vásquez.

El autor de 'El ruido de las cosas al caer', 'Los informantes', 'Las reputaciones', entre otros.

El autor de ‘El ruido de las cosas al caer’, ‘Los informantes’, ‘Las reputaciones’, entre otros.

«Salvo sus primeras novelas, el grueso de su obra discurre sobre temas de interés público, y sin embargo preserva la mirada íntima de los personajes. Su narrativa es como un lente que se gradúa entre los primeros planos de la vida secreta y la panorámica de la sociedad», le comentó Brito, centrando casi de inmediato en lo que sería su foco de atención durante la charla. No quería hacer rodeos, como advertimos, quería beber la sangre literaria. «Yo nací en una Bogotá que creía conocer -le respondió Vásquez-, muy cerca de donde sucedieron varios de los grandes eventos históricos de la vida de este país. Me fui con ese imaginario y cuando escribí ‘El ruido de las cosas al caer’ o ‘Las reputaciones’ lo que hice fue descubrir lo que no conocía de mi ciudad y de Colombia. Lo que hice fue encontrar lo privado de lo público, para hallar un mundo que me era desconocido».

El escritor galardonado con el Premio Alfaguara 2011, entre otras distinciones, tiene sus propias posturas en la manera de ejercer el oficio. «‘Hay que escribir de lo que se conoce’, suelen decir los grandes escritores. Yo escribo de lo que me sorprende, osea de lo que no conozco», explica. Y da el ejemplo de Hemingway, que escribió un legendario retrato del mundo de los toros en ‘Muerte en la tarde’, «porque sí, lo conocía perfectamente, y sin embargo lo que impacta como nada de su narración es el momento de la cornada que el Nobel por primera vez analizó hasta llegar al contraste del hueso blanco con la carne ensangrentada, algo que hasta ese momento él no había tenido el placer y horror de ver a la cara». Su análisis es una ligera vuelta de hoja para decir que aunque se conozca el mundo hay que digerirlo para que la narración literaria sea un mundo nuevo, de sorpresas.

Sobre ‘El ruido de las cosas al caer’, el autor lo ve como un testimonio literario que desentraña el recuerdo vívido y palpable de la violencia por el narcoterrorismo en Colombia. «Tenemos videos en Youtube, fotos, pero… ¿dónde tenemos las emociones? ¿Dónde quedó retratada la zozobra del que no sabía si su ser querido regresaría a casa una de tantas tardes?».

El recorrido

Los contertulios recibieron las máscaras alegóricas en el Carnaval de las Artes.

Los contertulios recibieron las máscaras alegóricas en el Carnaval de las Artes.

En La Cueva, Paul Brito y Juan Gabriel Vásquez se perdieron entre palabras para traernos los recuerdos juveniles del escritor bogotano. Paul Brito los puso de presente como si trajera una presa en su mano. «Hay una diferencia de estilo y obra lograda entre sus primeros trabajos y los demás. ¿Cómo se explica que haya podido hacerlo en una diferencia de apenas dos años? Porque a los 27 usted tiene publicados ‘Persona’ y ‘Alina suplicante’. Y a los 29 sale ‘Los amantes de todos los santos’, que es su primer salto literario hasta consolidarse con ‘Los informantes’, en 2004».

Juan Gabriel Vásquez se apoya en su ídolo Joseph Conrad, y le responde: «El cambio de mi calidad está marcado por el mismo paso del tiempo que estableció Conrad, a lo qué llamo ‘el paso de la línea de sombra’. El escritor polaco decía que a los 27 años el hombre suele tener una evolución en su capacidad de ver la realidad, cosa que para un escritor es esencial».

Es en ese período cuando Vásquez termina su Doctorado en Literatura en París (La Sorbona) y se encierra como un ermitaño en las montañas belgas a tomar las decisiones primordiales de su vida. En esa esquina de Europa decide que será escritor, con mayúscula. «Que si voy a contar cómo se castran caballos, que el lector sienta cómo si él mismo lo hiciera», dijo las palabras con cruda pasión.

«¿Por qué hay seres inexistentes que revelan tantas cosas de seres que sí existen?», pregunta Brito. Y Vásquez responde: «Porque no nos conocemos y somos un misterio para nosotros mismos. Por eso nos reconocemos en lo otro más fácilmente. Eso hace que lo literario y lo real no siempre tenga una división marcada. Por ejemplo, el momento en el que Ana Karenina se suicida lanzándose hacia los rieles del tren es tan vívido para mí que hace parte de mi historia de una manera tan importante como lo fue mi grado del colegio».

Durante la charla también abordaron la posición dura que Juan Gabriel Vásquez expresó en un ensayo sobre el ‘realismo mágico’ de Gabo, a lo que el escritor aclaró, en el santuario del Nobel que es La Cueva, que sus palabras son de admiración insaciable por el escritor de Aracataca, pero que esa admiración la lleva por un lado distinto al de los «seudo-discípulos» del maestro que creen que a punta de mariposas amarillas van a poder contar algo eterno como ‘Cien años de soledad’.

Hay muchas cosas que reveló Juan Gabriel Vásquez sobre su filigrana literaria. Pero hubo muchas otras que jamás revelaría. Emilia Sáez de Ibarra, gestora cultural de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, quería que Vásquez le dijera si Cuellar, el personaje «antagónico» de ‘Las reputaciones’, cometió o no el atroz acto que luego se convirtió en un escándalo insoportable gracias a la obra caricaturesca de Mallarino, el personaje protagonista. Jamás se lo revelaría: «No tengo la menor idea de lo que en realidad pasó. Yo solo sé lo que cuenta la novela. Si te digo el secreto, dejaría de tener el punto ciego que tienen los libros, como el crimen de ‘La ciudad y los perros’, de Vargas Llosa, que nunca se supo quién fue».

Ni Paul Brito pudo sacar más del escritor al que tuvo una hora y media sentado mientras le devoraba las entrañas. Si Juan Gabriel Vásquez no se levantaba a ponerse la máscara de tigre, todos nos hubiéramos abalanzado también a comer de su genio. El canibalismo literario se habría apoderado de La Cueva hasta crear en su plenitud la nueva acepción de un ‘cadáver exquisito’.

 Brito devora el genio literario de Vásquez. El público observa.

Brito devora el genio literario de Vásquez. El público observa.

Sobre el autor

Practicante del periodismo desde niño, comunicador de profesión, artista por vocación. Email: jorgemariosarfi@gmail.com Móvil: 3185062634
Noticias relacionadas
CrónicasLocales

Diabolín o yabolín, el sabor está en su crujir

LocalesMovilidad

Se implementa laboratorio vial de prohibido girar a la derecha en la carrera 51B con calle 82

Arte y CulturaLocalesNacionales

José Rebimbas lanza su nuevo sencillo "Quiéreme" junto a Luz del Mar y Adrián Reales

CrónicasMundo

Las alegrías y las penas del joven Chino Yin Yuguo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *