La manera en la que cada uno asuma su nuevo rol marcará el camino político de Colombia en la era del posconflicto.
Por Jorge Mario Sarmiento Figueroa y Rafael Sarmiento Coley
Empecemos por recordar que la Presidencia de un país no es un botín, no es una victoria. Es una responsabilidad.
Las elecciones que Colombia vivió en 2018, incluidos todos sus debates de campaña, hicieron sentir y transmitir al mundo que el país ha entrado de lleno en una era de pos conflicto donde la corrupción, el modelo económico, la sostenibilidad ambiental y la inversión social son ahora los ejes temáticos que la sociedad colombiana exige a sus líderes, por encima de la rancia violencia armada. Debatir tan fuerte como sea necesario y posible, pero sin necesidad de matarse, hace parte de esa nueva democracia que los colombianos se han dado la oportunidad de vivir pocas veces en su historia.
El resultado de las elecciones también reflejó que Colombia sigue siendo de derecha, como siempre, pero esta vez dejó claro con millones de votos que no le va a dar un cheque en blanco a la clase política tradicional para que haga lo que le de le gana, como antes, cuando Uribe logró su reelección en medio de la escandalosa Yidispolítica o cuando las campañas de Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga se repartieron los sobornos de Odebretch para financiarse.
El nuevo Presidente
Este panorama con el que amanece Colombia el 18 de junio pone al Presidente electo, Iván Duque, en el reto de demostrar que es un joven gobernante con visión y no un títere de Álvaro Uribe; porque esos 10 millones de votos que obtuvo no son un aplauso a su trayectoria, ya que a él nadie lo tenía como preponderante figura política nacional antes de las elecciones, y por tanto su nombre es un endoso que se convierte en la apuesta de más de 10 millones de personas por la propuesta de una derecha que busca una nueva cara. La encontró y todos los reflectores estarán sobre cada paso de Iván Duque, aunque Uribe haya sido su mentor.
El nuevo Senador
Gustavo Petro, con todos los miedos y prevenciones que despertó, tiene ahora la oportunidad como Senador de capitalizar los más de 8 millones de votos que por él depositaron, para hacer oposición efectiva y consolidar el siempre fragmentado perfil de la izquierda colombiana, de la mano de Antanas Mockus y de tantos nuevos líderes de peso, como Claudia López, para citar una, o el mismo Sergio Fajardo que, si bien tomó el camino de las ballenas en la Segunda Vuelta, hizo una Primera Vuelta que le deja sus propios réditos electorales.
Iván Duque y su mentor Álvaro Uribe fueron los principales ganadores este 17 de junio. Eso es incuestionable. Sin embargo, más que una victoria de bandos, lo que queda más claro a la luz de la expresión electoral es que la sociedad manifestó querer contrapesos necesarios para una democracia. Dicho de otra manera, que Gustavo Petro haya obtenido el segundo lugar es todo un mensaje político de país tratándose de un candidato de izquierda que remó sólo contra la corriente y que logró dar un debate hasta el final con pocos precedentes históricos que lo ubican ahora como principal líder de la oposición. Esto sin olvidar que por Sergio Fajardo votaron más de cuatro millones quinientos colombianos que claramente están en contra de cualquier forma de país radicalizado, sea de derecha o de izquierda.
En la cancha de Iván Duque y de su Partido queda ahora el balón, pero no la tendrán fácil si se quieren desmadrar con una sociedad que ha empezado a saber lo que significa el poder de elegir.
Un dato: La de 2018 es una de las pocas elecciones democráticas en Colombia en las que el candidato fuerte de la izquierda llega vivo al día de las votaciones. Por muy duro que suene, eso habla de la madurez hacia la cual el país quiere crecer.
Los votos que totalizo Gustavo Petro hoy en la segunda vuelta, no son todos petristas, tambien son antiuribista. habria que ver a Petro en una proxima contienda contra uno del partido verde a ver como le va. El mensaje de Petro despues de divulgado los resulatados, deja en claro que si gana la presidencia buscaria reelegirse indifidamente.