Entrevistas

Hernando Gómez Oñoro, 60 años en el periodismo

Por Ricardo Bustamante

Este señor no aparenta la edad que dice tener. Luce joven, vigoroso y feliz. Es afable y sonríe con la facilidad de un niño. Si no fuera por su cabello blanco podría afirmar que tiene 60 septiembres entre pecho y espalda, pero está próximo a los 82. Además, su voz es intemporal. Cuando lo llamé pensé que del otro lado de la línea estaba hablando un joven veinteañero. Muy atento, sencillo y cálido, no puso cortapisas para conversar y sentarse pacientemente hora y media.

Dos tintos negros, hirvientes, recién elaborados, servidos en una cafetería de una cadena de supermercados fue el escenario. Lo demás fue camaradería de la buena. Media hora antes del encuentro había llegado a su casa, pero el señor había salido. Allí conocí a Amira Morales, compañera del entrevistado. Ella se apersonó inmediatamente de la visita anunciada. Bajó al primer piso con un libro en la mano como regalo para el visitante, el texto es la vida escrita en 60 años de periodismo de su pareja. Amira se apuró en atenderme de la mejor manera, preocupándose porque la persona buscada había salido por allí y no contestaba el celular para avisarle que el entrevistador había llegado a la cita.

En primera persona

Ahora tengo al señor frente a mi y lo Invito a que hable en primera persona, procurando ordenar las etapas de su vida de manera cronológica:

Me llamo Hernando Álvaro Gómez Oñoro, ese Hernando Álvaro no me gusta mucho, porque no son nombres armoniosos, en palabras coloquiales no pega el Hernando con el Álvaro, pero colega, mira lo que son las vainas de la vida, ya vas a ver más adelante que un Álvaro cambio mi vida.

Nací en Baranoa en 1942. Soy hijo de José de Jesús Gomez Heredia y Olinda Gómez de Oñoro; mi abuelo materno de nombre Ángel, fue jefe del partido liberal en mi municipio natal. Yo aprendí a leer y escribir gracias a los periódicos que llegaban a mi casa, especialmente El Siglo y la revista Cromos, me acuerdo que el maestro Jose Consuegra Higgins tenía una publicación y también su lectura me ayudó en el aprendizaje . Después me enviaron a Barranquilla, inicié y terminé la primaria en la Normal Anexa y cursé el bachillerato, gracias al Icfes, graduándome en 1972 en el Colegio Barranquilla.

Después de tanta suela acabada, andando de aquí para allá, estudié Derecho en la Universidad Libre, graduándome en 2001. Se me olvidó decirte que de niño sufrí porque era asmático. Tener esa enfermedad es una pesadilla, pero gracias a Dios después se fue de mi vida así como llegó.

El nene Cepeda

La vida no me fue fácil. Caminé mucho, me equivoqué cantidades y por años no encontraba el buen camino para mi vida. La vida me cambió en 1964, conocí a Álvaro Cepeda Samudio y me llevó de su mano a Diario del Caribe. Allí hice de todo, lo mejor que me sucedió fue que me dejaban escribir y tuve de maestro a Cepeda, quien con paciencia me enseñó a mejorar el vocabulario y la sintaxis. Él me alumbró la vida . Puedo decir que mis padres y Álvaro Cepeda fueron mis autores.

Álvaro se fue en 1972 a encontrarse con Dios. Cepeda fue amigo de Julio Mario Santodomingo, dueño con su familia de Diario del Caribe; tal vez Julio Mario, en el fondo, quería ser como Álvaro, es decir, desenvuelto, con un tinte de hippy, calzar con sandalias, vestir ligero y usar el cabello largo y tener un vocabulario procaz y su risa o mejor su carcajada de caballo. El papá de Julio Mario también gustaba de Cepeda pero lo observaba como un rector de colegio mira a un alumno.

Los 10 años que tuve con Cepeda se fueron volando y luego llegó de director el doctor Francisco Posada de la Peña, todo un señor, un humanista, excelente abogado de la Javeriana. Posada era preciso y serio en sus indicaciones . Un caballero a carta cabal.

Después me fui de redactor para donde mi amigo y jefe Gustavo Castillo García, radio periodista y buena persona. Él nació en Magangué pero quería mucho a Barranquilla. Yo andaba en un trans móvil visitando los barrios de la ciudad. La Costa en Noticias, así se llamaba el radio periódico de Castillo, marcó un hito en las comunicaciones no solo en la capital del Atlántico sino en la costa Caribe colombiana. Tengo mucho agradecimiento con Gustavo. Me hace falta su presencia y su amistad.

Qué decir del doctor Mario Ceballos Araujo, quien me estimó mucho. Él fue el creador y rector de la Universidad Autónoma del Caribe . Me llamó un día y me puso a trabajar . Yo era Coordinador de Prácticas del periodismo y también impartí clases de redacción, Introducción al periodismo, Ética periodística y periodismo latinoamericano . Con dolor recibí el fallecimiento del doctor Ceballos y con pesadumbre viví y sentí los problemas administrativos de la Autónoma. Estoy muy agradecido con esa alma mater.

Igualmente laboré en El Heraldo bajo la égida del siempre bien recordado Arturo Fernández Renowisky, el propio Tury, un bacán en el mejor sentido de la palabra. Él hizo mucho por el periódico y por el Junior. Fernandez fue la persona junto con Alberto Mario Pumarejo quien hizo que el equipo rojiblanco volviera al fútbol profesional.

Mi vida personal

Colega, aquí donde me ve con esta pinta de criollo, residi en Canadá por 3 años. Bella experiencia. Mis hijos me llevaron a ese lindo país. Allá trabaje y disfrute la vida.

Tengo 4 hijos : Mauricio, Claudia, Luis Santiago y Martha Luz y 6 nietos. Llevo una vida sencilla: a las 5 de la mañana estoy barriendo el frente de mi casa y me tomo el primer tinto; leo la biblia, tengo un desarrollo espiritual que me ha ayudado para sobre llevar mejor la existencia; estoy terminando una novela sobre Shakira y Sofia Vergara, a quienes conozco personalmente; soy vegetariano total, nada proveniente de un animal pasa por mi boca.

Recuerde que le dije que había estudiado derecho, pues tengo oficina en el World Trade Center y litigo en las mañanas. Me gusta el derecho igual que el que el periodismo, y para no perder la costumbre realizó en el programa “Todos Hablan”, que se transmite por la emisora Sintonía on Line, notas políticas. Admiro a los periodistas Rafael Sarmiento Coley y a Benedicto Molinares. Ellos fueron muy buenos y tenían excelentes olfatos para la noticia.

Esa es y ha sido mi vida, colega, ni mas ni menos. Si volviera a nacer hiciera lo mismo. ¿Qué me falta por hacer? Nada, lo que Dios disponga, lo acepto. Todo llega en el tiempo de Él. A nosotros los mortales, a veces nos parece que las cosas tardan en presentarse, pero no es así. El tiempo de Dios es perfecto.

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