
El caso en la cueva Tham Luang simboliza aquello en donde es fácil entrar pero la salida parece imposible.
¿Cuáles son las peores cuevas en las que te has metido? ¿Qué cualidades dejaste que se refundieran allí?
Por: Jairo Alonso Castañeda
Llevado por la curiosidad, exploras territorios inhóspitos que sumarían puntos a tu aprendizaje. Puede que termines arrepintiéndote cuando notas que la enseñanza tomó color de peligro y no supiste decir: ¡Basta Ya!
Pones en riesgo tu vida y simultáneamente sumerges en sufrimiento a los que te rodean.
¡El descontrol es Deporte Extremo!
Un buzo profesional estaba por iniciar sus vacaciones, las interrumpió por arriesgar su vida e ir tras la salvación de otros. Cualquiera lo haría, ¿cierto? Persona noble es aquella que hace por alguien lo que otro no haría por nadie.
Hay cualidades atrapadas en tu interior (tu equipaje, tu cueva) que ya quedan con poco oxígeno y tienen sus días contados si no envías una tropa de cualidades-rescatistas. ¿Minuciosa la planificación que debe tener un valiente que se ofrece a sacar a los atrapados?
Primero, enviar a un conejillo de indias que explore el territorio y le cuente a los demás qué tan altas son las probabilidades. Y, acto seguido, destacar la conveniencia de colocar en la ruta elementos para favorecer la misión: una cuerda guía a lo largo del recorrido, iluminación cada tantos metros y, ante la muerte de un buzo voluntario, unos balones de oxígeno por si alguno quedara sin reserva. La cuerda, el balón, la iluminación puede ser todo aquello que te llene de ánimos en la ruta hacia el renacimiento: la escritura sagrada (sin importar que religión practiques), algún mantra o terapia que te suministre fortaleza, el amor hacia la familia, entre otras.
Los niños tenían que aprender a nadar y nociones de submarinismo. ¿Qué tienes que aprender, o desaprender, para colaborar en tu mismo rescate? ¿o eres de los que esperan que te hagan la tarea completa?
El drenaje de la caverna fue fundamental y eso que al final casi se estropea (el rompimiento de una manguera casi imposibilita el rescate del último grupo). Apenas aceptas ser rescatado, te tranquiliza saber que instalaron una tubería que va extrayendo lo que no contribuye a la evacuación: librarse de amistades tóxicas, replantear cada hábito que conspira en contra de tu evolución, mejorar las condiciones del entorno ¡Deshacerse del lodo cotidiano!
Al comprobar que una cantidad considerable de tus valores ha quedado atascada ¿rescatarías a todos, o cómo priorizarías si la circunstancia lo exige? ¿Qué cualidades tienen que morir en ti para que otras se salven?
El equipo que atendió la crisis decidió rescatar primero a los más fuertes y de último a los débiles. De esta manera, los unos le daban aliento a los otros. Además que no era beneficioso informar sobre el buzo experto que había muerto en el intento. Esto podía disparar la ansiedad que había sido neutralizada con la meditación orientada por el profe (ex-monje budista). Era clave no perder el hilo y por eso no era útil hacer grandes pausas para celebrar ¡La Salvación estaba en caliente!
Hace meses, un amigo me confesó haber identificado 52 detalles a solucionar en su vida y acordamos en que lo más sensato era rescatar una por semana. ¡Descabellado era pensar que podían ser salvadas todas de un sólo! ¡Va por buen camino!
Una vez se supo que las 12 víctimas estaban con vida, se informó que el rescate podía tardar meses por las condiciones del entorno (lluvias monzón); sin embargo, duró menos de lo esperado porque cada quien puso de su parte.
Reflejando la nueva bofetada que la mentalidad Oriental le da a la Occidental: no se concentraron en buscar culpables sino en encontrar soluciones. ¡Todos unidos!
«Aprovechad al máximo vuestras vidas. Sed buena gente, sed una fuerza para el bien de vuestro país», dijo a los muchachos el comandante de la marina de Tailandia, antes de ser llevados al hospital.