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Entre máscaras y sombras

EL COMENTARIO DE ELIAS por Jorge Guebely

Insólito este personaje llamado político colombiano, transita permanentemente entre dos zonas. Unas veces con la máscara en público diría Jung y Nietzsche agregaría: frente al rebaño. En el deber ser para conquistar incautos, afirmo yo. Otras veces en las sombras siguiendo a Jung, en su íntima ineptitud humana. En su verdadero ser y hacer complemento yo.

En los funerales de Miguel Uribe, saltó al escenario público con su máscara pidiendo paz mientras su sombra acicalaba odio. Habló del deber ser, pero se le vio su verdadero ser. Hizo política electoral con el dolor ajeno.

Inconmensurable su hipocresía, solicitó desescalar el lenguaje mientras su discurso tejía triquiñuelas políticas. Palabras patrióticas para la muchedumbre sin superar su oscuro ser político.

En su astuta concepción de Estado, consideró el lenguaje como el origen de la guerra. No pidió desescalar la desigualdad, ni la codicia de poderosos terratenientes y empresarios, ni la corrupción de políticos, fogón donde se cocinan todos los odios nacionales. Desescalar el lenguaje es tan inútil como curar la fiebre del enfermo mientras los microbios lo devoran desde la sombra.

Sin importar el pensamiento de Miguel Uribe, me duele su asesinato. Ninguna ideología define a una persona en su esencia, solo es su antifaz social. Me duele por ser un ser humano; por el dolor real de su esposa, sus hijos, su padre, sus familiares…

Me duele porque nadie deber ser asesinado por su pensamiento. Me duele como me dolieron los 5.733 miembros de la Unión Patriótica asesinados por sus preferencias marxistas. Tanto como los 6.402 falsos positivos, trabajadores con necesidad de trabajo. Duele ver a las madres de Soacha llorando sus hijos desaparecidos y asesinados. Y aun cuando no se las vean por televisión, sus dolores duelen tanto como el dolor del padre de Miguel Uribe.

Duele tanto la muerte de Miguel Uribe por ser síntoma de un país enfermo, gobernado desde siempre por políticos menores. Personajillos injuriándose todas las mañanas en medios de comunicación sin ninguna idea respetable de Estado. Nunca un plan verosímil por la justicia, la seguridad, el desarrollo humano… siempre ataques mezquinos. Aprovecharon un cadáver para sembrar más odios, su mediocridad cubre de sangre al país.

Enorme precio pagamos los colombianos por la mala suerte de ser gobernados por políticos anodinos y, muchas veces, corruptos. Poseídos por una espesa doble moral, usan máscaras para pedir paz, pero utilizan las sombras para promover miserias, origen de todas las guerras. Quizás lo dijo Séneca: La hipocresía es el colmo de las maldades: predicar contra de lo que uno mismo practica.

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