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«El mundo sin ética ni solidaridad no tiene futuro»

Joan Antoni Melé, español fundador de Banca Ética, envía un mensaje que en Colombia le cae como anillo al dedo a la clase política, empresarial, en especial al sector bancario que es el más usurero de todo el continente,

Por Chachareros/Compartir

“La sociedad civil en casi todo el mundo aguanta hambre mientras que en los grandes bancos las bodegas están llenas de dinero y metales preciosos como el oro y diamantes. Porque hoy en los bancos exitosos hay demasiada inteligencia artificial y muy poca inteligencia humana”.

Joan Antonio Melé, empresario catalán, fundador de la exitosa Banca Ética, luego de 35 años al frente de esa entidad que hoy se ha regado como la verdolaga por todo el mundo, hace poco dictó en Buenos Aires una conferencia que debería de ser, de ahora en adelante, la carta de navegación de Luis Carlos Sarmiento Angulo, y, en general de todos los multimillonarios empresarios colombianos que luchan por acumular fortunas con el vanidoso propósito de figurar en la revista Forbes siquiera dentro de los mil más ricos del mundo.

En la actualidad es presidente de la Fundación Dinero y Conciencia. Sin tapujos sostiene que, “cuando la banca empieza a aplicar ideas para ganar mucho dinero en poco tiempo a costa de sus clientes, siempre especulando, pierde todo norte moral y se nivela por lo bajo con los sectores más corruptos de la sociedad”.

Parece que estuviera hablando de Colombia, en donde existe un perverso y detestable contubernio entre los dueños del sector financiero, los políticos, (y, por supuesto, el gobierno de turno que, por lo general, es elegido con los dineros de los usureros banqueros). Es tal la simbiosis diabólica entre los dueños del poder económico y los políticos, que un Fiscal General es a la vez principal asesor de uno de los grandes grupos financieros; lo mismo que la actual vicepresidenta, quien considera que las personas que han exigido ayudas de la banca y del gobierno son unos ‘atenidos’ (que según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, RAE, significa “una persona que se acostumbra a vivir a costa de los demás”. En otras palabras, una lamprea que vive de chuparle la sangre a los peces más grande).

Para el colmo de las desgracias de los colombianos de las clases media y baja es que carece de una sólida organización civil, para reclamar con firmeza lo que ha ocurrido, por ejemplo, durante esta pandemia. El Gobierno Nacional anuncia todos los días que ha destinado cuantiosas sumas de dinero para préstamos fáciles, algunos de ellos no reembolsables, para la pequeña y mediana empresa, para emprendedores independientes, pero todavía no se conoce un solo colombiano que haya sido beneficiado con estos programas, por cuanto el dinero llegó a los tiburones de la banca que los utilizaron para cubrir sus necesidades y hacer préstamos a intereses de usura a quienes tengan con qué responder.

Y lo más decepcionante es que los gobiernos locales y departamentales no prestan la menor atención a esa situación. No mueven un dedo para gestionar esos recursos de créditos expeditos para mantener en movimiento una pequeña empresa familiar.

Ni siquiera para ayudar con esos préstamos a los pequeños comerciantes del sector de Barranquillita (en el caso de la capital del Atlántico), que llevan varias semanas perdiendo toda la mercancía que han recibido a crédito (yuca, plátano, tomates, pepino, en fin, alimentos perecederos), porque la cuarentena impide que tenderos y amas de casa vayan al mercado público a comprar.

Modelos de transparencia

Joan Antoni Melé, banquero catalán, modelo de lo que debe ser un banquero humano, no una máquina de hacer plata a costa de los pobres.

Joan Antoni Melé sostiene que una sociedad desigual (como la colombiana), estará siempre viviendo en penurias. Por culpa de una clase dirigente torpe, mezquina y ciega. Su idea es que los “bancos deben ser modelo de transparencia y buenos criterios de inversión”, pero, por encima de todo, no pueden olvidarse que prestan un servicio a seres humanos.

Con esas ideas empezó a crear la Banca Ética. Al comienzo los amigos se burlaban de él. Lo señalaban como un soñador, un iluso. Al final sus ideas se impusieron de manera amplia y contundente. Desde entonces es uno de los referentes globales en lo que se conoce como «banca ética». Es ex subdirector general y vicepresidente de Triodos Bank en España, una de las entidades modeladas sobre las bases de la transparencia y «buenos» criterios de inversión. Ahora, como presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, busca replicar ese modelo en la región.

El banquero español explica que “en Chile está todo muy avanzado. Si no falla nada a finales de año solicitamos la licencia bancaria. En Brasil también va muy rápido. Ya estamos llegando a Uruguay, Argentina y Colombia”

“Me preguntan si es posible que una banca sea ética. Y yo digo que la pregunta es al revés, ¿es posible que no lo sea, lo sepas y sigas llevando tu dinero ahí? En una banca ética simplemente el banco define cuáles son sus criterios a la hora de invertir y explica por qué. Y en estos criterios los seres humanos y el planeta están por delante del beneficio económico. El segundo puntal es la transparencia. O sea, los bancos no son los propietarios de ese dinero, lo gestionan. Los clientes tienen el derecho y la responsabilidad de saber qué están haciendo con ese capital mientras no lo usan. También es un banco que hace negocios y gana dinero. No vale todo, y no vale por ejemplo la especulación, solo se invierte en economía real. No es un oxímoron, no es una utopía. Hay cincuenta y cuatro bancos con más de 40 millones de clientes y que calculamos que en cinco años más habrá cien bancos en el mundo con estos criterios que Naciones Unidas está fomentando. Esto es el futuro”.

Como para que escuche Joan Antoni Melé

 

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