Por todas partes se respira optimismo en los sectores corporativos.
Por: Jairo Parada – @jparadacor

Jairo Parada
Los gerentes corporativos olvidan que estas políticas del trickle-down (goteo) donde se les rebaja a los ricos los impuestos para que inviertan más y generen más empleos nunca dan resultado, pues ellos atesoran estos ahorros y solo invierten si la economía va bien.
Muy pronto el déficit fiscal se expandirá y la economía americana estará en problemas, como pasó en la época de Reagan. En Davos no se habló de la creciente inequidad salarial en Europa y EEUU, en un modelo de crecimiento donde solo los ricos (el 1%) se hacen más ricos. Se ignoró el tema ambiental y todos regresaron optimistas a sus cuarteles corporativos.
Y en Colombia ya aparecieron los imitadores de Trump cuando en esta campaña electoral predican la necesidad de bajar los impuestos a las empresas. Ha hecho carrera la tesis de que las empresas pagan un 70,7% de tributación sobre la renta, cálculo que José Roberto Acosta (El Espectador, dic. 29/2017) ha refutado señalando que allí se incluyen pagos que tienen que ver con la seguridad social, pensiones y cesantías, que se refieren a costos y no a impuestos.
Otros estudios serios señalan que depurando las cifras no se llega a una tasa efectiva del 17,5%. Personalmente no me disgusta que se baje la tasa a las empresas en forma razonable, pero no a costa de subir más el IVA sino elevando los impuestos a los hogares más pudientes en materia de rentas de capital, especialmente. Nuestro déficit fiscal no da para tanto. Claro que en Barranquilla, al calor de la Guacherna y el Carnaval, se castiga a las clases medias con impuestos exagerados que convierten a los ciudadanos en arrendatarios del Distrito si no quieren perder sus casas y apartamentos. El excesivo gasto y deuda local hay que cubrirlo como sea.