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Democracia de rebaños

EL COMENTARIO DE ELIAS por Jorge Guebely

Admirable la democracia brasilera, condenó a Bolsonaro por su asonada en el Congreso Nacional. Acontecimiento de fuerza, de naturaleza fascista, enteramente antidemocrático. Diferente a la norteamericana; por acto similar de Trump, no solo no lo condenó, lo eligió democráticamente presidente de los Estados Unidos.

Inquietante acontecimiento, siembra dudas sobre la validez de la democracia libero-conservadora. Semeja más una democracia económico-empresarial y menos de consciencia política ciudadana. Democracia sin demócratas en la dirección de los Estados, elegidos por una cautiva feligresía en las urnas.

Nos recuerda al Hitler de ayer y a los Netanyahu y Putin de hoy; todos elegidos por la misma democracia de rebaño. Fracaso político denunciado por humanistas del siglo XIX: “Cuando el poderoso puede aplastar al débil, no es libertad, sino la ley del más fuerte.”, afirmó Thomas Carlyle poeta y ensayista escocés. No menos contundente el novelista ruso Dostoyevski: “El liberal de nuestro tiempo no es más que un servidor de Europa, un adulador incapaz de amar a su propio pueblo.” Similar a muchos líderes colombianos.

Peor aún, la democracia norteamericana posee, además, el sello imperial; instrumento para someter a sus neocolonias. La impone con mendrugos o con fuegos para su beneficio patriótico. Similar a los falsos predicadores quienes predican en público la castidad y practican en privado la lujuria. La bandera democrática norteamericana es una dictadura.

Otro fracaso de la revolución liberal; destronó a muchos reyes, pero jamás el espíritu aristocrático, tan conservador, origen de muchos fascismos de derecha. Sus políticos liberales adhirieron al conservadurismo sembrando una nueva desesperanza en la Historia de occidente. No hubo libertad, ni igualdad, ni orden; muchos menos desarrollo del ser humano. Por el contrario, surgieron nuevas esclavitudes con máscaras libertarias más difíciles de desenmascarar.

Muchos mandatarios del nuevo orden resultaron tan monstruosos como los monstruos del viejo orden. Diferenciables únicamente por su ascenso al poder: los reyes ascendían por su condición de eupátrida; los presidentes autócratas, por elección democrática de su rebaño ideológico. Por ninguna parte elecciones libres para construir Estados con sentido humano, concepto escasamente vislumbrado por dirigentes y dirigidos

Hoy transitamos mentalmente anquilosados en Estados comerciales impulsados por la ilusión de triunfar económicamente y montar la escala social. Estados clientes, premium, AAA, para la banca internacional; al servicio del mercado, no del ser humano. El club donde los capitalistas gestionan sus negocios según Marx.

Razón tenía Flaubert cuando afirmó: “¿Qué puede esperarse de un sistema donde la ignorancia decide el destino de los hombres?” Ignorancia cultivada por el relato libero-conservador para orquestar una democracia poblada de rebaños, diría yo.

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