Polémico, elocuente, el congresista más veterano de Colombia sigue logrando que cada palabra suya sea referente en algunos de los debates que agitan la opinión pública nacional.
Por Celmira Figueroa Turcios – Entrevista publicada en el diario La Opinión, de Cúcuta
¿Con quién se tomaría un tinto? Si la vida me diera la oportunidad me tomaría un tinto con el científico Stephen Hawking.
¿Por qué? Porque es un portento de inteligencia, de disciplina y constancia de superación y una mente hiper-privilegiada. Un hombre que desde su silla logra descubrir los secretos del universo. Sin poder hablar como uno, sino por medio de un equipo que tiene que forzar para saber lo que dice. Es una persona por fuera de serie, teniendo como serie a la humanidad.
¿Se considera conservador puro? El más puro de los conservadores. Desde 1964, desde que me inscribí para concejal de Barranquilla. He defendido las tesis de mi partido y he acompañado a mi partido en las horas de derrotas. Tres veces acompañé a Álvaro Gómez en su candidatura presidencial a sabiendas que iba a perder. Otra vez acompañé a Andrés Pastrana y lo mismo hice con Betancur.
Juez, gobernador, embajador, ministro y senador. ¿En dónde se ha sentido como pez en el agua? En el Senado. Llevo demasiados años. Conozco a casi todos sus integrantes y me siento más cómodo en la comisión primera a la que he pertenecido desde 1968.
¿Siente frustración por no haber sido candidato o presidente de Colombia? No. Una vez me dijo Evaristo Sourdis: no se deje picar por la mosca presidencial, porque se le desorganiza para siempre la vida. No me he desvelado por el poder, afortunadamente. Las cosas me han llegado sin buscarlas. El presidente López me nombró gobernador sin consultarme. Betancur me nombró ministro sin consultarme.
¿Por qué Martha Lucía Ramírez y no usted? Sí, porque Martha Lucía tuvo alguna acogida entre los miembros del directorio nacional que le auspiciaron la candidatura. No he buscado candidatura alguna y no tengo vocación presidencial.
¿Extraña la plaza pública? No, porque estoy permanentemente en ella. Me he pasado mi existencia entre mi biblioteca, el Congreso y la plaza pública.
¿Una sola razón por la que Santos debe ser reelegido? Santos debe ser reelegido porque es una fuerza tranquila, es una persona que no ha usado el poder para perseguir a sus adversarios, o para distorsionar la activiad pública o para distorsionar la política. Es una garantía para todo el mundo, para sus amigos y para sus enemigos.
¿Qué diferencia existe entre el partido Conservador y el Movimiento Nacional Conservador? En que uno es manejado por el Directorio Nacional y el otro, por Gustavo Rodríguez… esa es la única diferencia.
Mujer con mujer y hombre con hombre… ¿por qué no comulga con esa fórmula? Porque contraría la naturaleza. Porque no genera vida. Aprovecho la oportunidad para aclarar que nunca he combatido a la persona como gay. Respeto esa situación. Es más, creo que tiene una variable genética muy importante. La naturaleza nos ha impuesto esa condición y hay que vivirla. Pero lo que no comparto es que pretendan que esa unión pueda denominarse matrimonio. El matrimonio es otra cosa.
¿Odiado o querido por los colombianos? Creo que ambas cosas. He encontrado unos sectores que me detestan y nisiquiera se porqué. No pretendo antagonizar con nadie. Digo lo que pienso y trato de pensar lo que digo. Hay otras personas que me quieren, que sienten que les he servido. He procurado no ser factor de distracción, ni de odios, ni de persecución. Entonces uno, a veces no logra entender por qué “me detestan”.
Usted siempre posa de serio, de recto, de agresivo. ¿Cuándo muestra la cara amable? Yo tengo la cara amable (risa). Lo que pasa es que tengo la que Dios me dio. Pero procuro no fruncir el seño. No soy una persona agria, pretendo, como ser racional, ser amable. De pronto tengo una cara adusta, porque así llegué al mundo y así me iré del mundo.
¿Esas rabietas le bajan el azúcar o le suben la mermelada? Ni se me baja el azúcar, ni se me sube la mermelada. Porque no hay cosa más peligrosa, hasta en la polítca, que se suba o baje la glicemia. La mermelada no se cómo se me va a subir o a bajar porque no la he visto.
¿Con qué argumento está convenciendo al elector? Con el argumento “primero la familia”.
¿Es gomoso de la tecnología? La tecnología es indispensable en el mundo contemporáneo. La tecnología lo abarca todo. La vida está enchufada, no solo a la tecnología, sino a los cambios apresuradísimos que hay, pero no quiero ser esclavo del computador ni del teléfono móvil, no quiero reducir mi vida a teclear, porque se me hace que la vida no es fértil.
¿Se ha disfrazado de garabato en Carnaval? Sí, claro. He disfrutado el garabato, como disfruto de los carnavales. En mi familia hemos tenido reinas y es una motivación más.
¿A usted si le alcanza el sueldo para tanquear su carro? Sí me alcanza. Los congresistas tenemos un sueldo suficiente para atender las necesidades básicas de la familia. No es un gran sueldo, pero tampoco es un mal sueldo.
¿Qué sintió al ser abucheado… en una convención del mismo partido? Desprecio porque ni siquiera sabían lo que iba a decir. Sentí rabia porque sabía quién estaba detrás del abucheo y para qué era el abucheo.
En alguna ocasión usted dijo que no se iba del Congreso porque no había encontrado reemplazo. ¿Aún sigue sin encontrarlo? Sigo sin encontrarlo. No lo digo por orgullo ni por vanidad, porque he trabajado durante 45 años al servicio de la causa política. Toca buscarlo con tranquilidad.
Un vistazo a su hoja de vida
Habla con vehemencia. Ese siempre ha sido su fuerte. Desmenuza, con mucha agilidad, cada pregunta y mide con exactitud las palabras que va a decir. Roberto Víctor Gerleín Echeverría se vanagloria de su partido Conservador, el mismo que lo abucheó y el mismo que lo llevó a ser concejal de Barranquilla, gobernador del Atlántico, ministro de Desarrollo, embajador ante las Naciones Unidas y al Congreso. Fue representante a la Cámara y considerado uno de los alumnos más juiciosos y antiguos del Senado.
A simple vista refleja ser un hombre serio, huraño, agrio, pero por dentro resuena la alegría del Caribe, que lo hace disfrazar y bailar en la danza del garabato durante el carnaval de Barranquilla.
Terminó abogacía, en 1961, en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y se especializó en Derecho Laboral en esa misma institución en 1963. Y sólo por un año ejerció como juez.
Es uno de los caudillos del Atlántico que genera odios y amores, que aún usa la plaza pública, que visita las universidades, que recorre el país para tomarle el pulso y que es abierto al uso de la tecnología.
Cada respuesta suya se convierte en frase y aquí rescatamos algunas de esta entrevista que concedió vía celular desde Bogotá:
-“No soy esclavo de la tecnología”.
-“Me gusta contagiarme con las cosas cotidianas de la vida”.
-“Creo que hay que respaldar un eventual proceso de paz, porque no podemos pasar 300, 400 años de guerra”.
-“No he sido ambicioso. He tenido una vida tranquila”.
-“He obrado con transparencia y efectividad”.
-“Si propone mi nombre para candidato a la República lo demando”, le sentenció a un copartidario suyo.