Uno de los últimos juglares del vallenato, murió este sábado a tan solo una semana de su cumpleaños, en medio de una severa situación económica.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
Fue bautizado como José María Martínez y había nacido en el poblado de Hatico, al sur del departamento de La Guajira, el 26 de febrero de 1.935. Quien era conocido como uno de los últimos juglares vallenatos, falleció este sábado 18 de febrero lejos de los aplausos, del alboroto festivalero y de la tierra que lo vio nacer.
Cuando ‘Chema’ Martínez dejó este mundo en un frío cuarto de clínica en la ciudad de Barranquilla, estaba prácticamente ciego, pero también tenía padecimientos relacionados con el glaucoma, la glicemia y los pulmones. Todo esto aunado a una difícil situación económica que le dificultó el acceso a un tratamiento oportuno, le había generado un cuadro depresivo severo que incluso le quitó el apetito.
Dice la leyenda que aprendió a tocar a los 12 años, en medio de las corralejas en las que participaba junto a su familia, tanto en los pueblos guajiros como en el Magdalena. De hecho, fue justo en San Ángel donde inició profesionalmente su carrera, allá por los años 40 del siglo pasado. Estaba bajo la tutela de su hermano Luis Enrique Martínez, conocido como el ‘pollo’ vallenato.
Interpretaba el vallenato genuino de entonces, desprovisto de cajero ni guacharaquero (eran escasos y caros, como ahora), pero tampoco no se las exigían. Se convirtió rápidamente una personalidad en las famosas correrías, algunas que incluso se extendían hasta tres años; como aquella que hizo por Yucal, La Bomba, Punta Piedra, Moler y todas las fincas de los alrededores. Solo tocaban el acordeón, al que acompañaban con su voz. Por ese entonces, agrega “Chema”, cobraban un peso por canción, y en una parranda, en promedio.
En Fundación, ganó a los 16 años, su primer concurso de acordeón. En esa segunda edición del concurso había un ambiente premonitorio, ya que un precoz Alfredo Gutiérrez, de apenas 9 años, fue declarado “Niño Prodigio del Acordeón”.
“Su vida profesional tuvo muchas glorias entre ellas estar al lado de Alejandro Durán quienes se ganaban 80 pesos en cada toque que hacían en las poblaciones y haciendas de la ribera del río Magdalena“, contó el folclorista Ricardo López , a la cadena RCN Radio.
En esa época no había fórmula mágica para consagrarse. Además del talento, la perseverancia era esencial para lograr un lugar en el ámbito musical dentro de la música vallenata. Su primera grabación discográfica fue a los 19 años como cajero junto a Luís Enrique Martínez.
La oportunidad de inmortalizar su ejecución del acordeón le llegó por vez primera en 1.966, con Armando Zabaleta y su Conjunto. Fueron tres larga duración para los sellos Fuentes y Phillips.
Chema Martínez fue coronado Rey Vallenato categoría Semiprofesional, en el Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1974.
Pero a pesar de la industria discográfica, su fuerte siempre fueron las parrandas vallenatas, especialmente las que tuvieron su época de oro en las décadas de los años 40, 50 y 60. Vivió muchas glorias y era toda una celebridad.
‘Chema’ fue homenajeado por última vez el 7 de agosto de 2016, por parte de la alcaldesa de Fundación, Magdalena, Mallat Martínez Castillo. Homenaje que en esa oportunidad compartió con Alfredo Gutiérrez y con Camilo George, el llamado precursor de los concursos de acordeón en Colombia.
Pero ese homenaje no pudo compensar la difícil situación que ya venía atravesando desde hacía varios años. El vallenato dejó de ser un canto de correrías para convertirse en una industria discográfica que se fue alejando de ‘Chema’, enviándolo hasta el rincón del olvido.
El folclorista Ricardo López Solano escribió para El Espectador a raíz de su muerte, que en los últimos años hicieron esfuerzos para lograr apoyo particular, institucional y gubernamental para dignificar los últimos años de ‘Chema’ Martínez. Tocaron puertas, algunas se abrieron y otras no tanto.
López Solano elogió la memoria y el tesoro que dentro de su mente, escondía ‘Chema’ Martínez. En virtud de su estado físico, contó que por gestión del médico Edgar George, exalcalde de Barranquilla, y del economista Juan Lora, contactaron a su amigo, Gustavo Aroca, folclorista vallenato, quien de manera inmediata y oportuna se encargó, al lado del doctor Álvaro Urbina, primo del reumatólogo y autor de “La Reina”, Hernán Urbina Joiro, de la atención de ‘Chema’.