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Carnaval de las Artes 2019, donde literatura y el goce bailaron juntos

Por Chachareros

https://youtu.be/I29HU2y47Z8?t=4   El jueves 14 de febrero en la jornada inaugural del XIII Carnaval de las Artes el escritor y filósofo antioqueño Tomás González Gutiérrez, fue el encargado de pronunciar «Las primeras palabras», que él tituló ‘Importancia de la imaginación en este mundo historial’, cuyo texto completo es el siguiente: El mundo humano es creado por los humanos de arriba abajo. Lo forma nuestra imaginación. Desde que nacemos somos artistas en el sentido literal de la palabra, pues le damos forma a aquel sustrato amorfo que llamamos Realidad, Mundo, Dios, Tao. Ello, Algo. En el instante de ver, creamos lo que vemos. Lo mismo hacen los caimanes y los tigres. Todo en este mundo nuestro es imaginario. La imaginación es lo que da forma más o menos duradera a aquello que no tiene forma fija. El mundo de los caimanes es distinto al de los tigres y al de los seres humanos. Cada ser vivo imagina de manera diferente. Cada animal crea el mundo a su modo desde el mismo ser sin forma fija que es la Realidad. Pero los humanos aprendimos, además, a servirnos de muchos medios físicos para plasmar las imágenes de nuestra imaginación: pigmentos, arcilla, mármol, sonidos, palabras… Incluso hielo. Esculturas de hielo. Castillos de hielo. Incluso arena. Mujeres de arena, bustonas, tendidas en la playa. Formas que llegan a la imaginación de los escultores aún niños que trabajarán con arena o hielo y plasmarán sus imágenes sobre las arenas futuras de las playas y al pie de los futuros árboles sin hojas de los parques invernales. Por miles, tal vez por millones de años, seguirán haciéndolo. Siempre que haya invierno y nieve harán sus esculturas, siempre que haya mar y arena, siempre que haya humanidad. Para que estas formas artísticas aumenten en variedad y alcancen su mayor riqueza es necesario que la gente joven tenga acceso a ellas, que las vean y las sientan y las disfruten. La juventud y la niñez son propicias. Después todo se endurece un poco, se pone menos flexible y el golpe de su influencia, si bien no se acaba, tiende a debilitarse. [caption id="attachment_100290" align="aligncenter" width="699"] Tomás González Gutiérrez nació en Medellín en 1947. Desde muy joven se inclinó por escribir poesía. Luego estudió filosofía y durante varios años vivió en Estados Unidos. Es autor de la novela ‘Primero estaba el mar’.[/caption] Las imágenes que creamos los humanos duran bastante, pues se transmiten y reelaboran de generación en generación. Leonardo Da Vinci está vivo en nosotros. También Lao Tse. La imaginación de Leonardo, de Lao Tse y la de cientos de miles de artistas ha enriquecido los mundos de los seres humanos que vinieron después. En el arte de Picasso están vivos los pintores de las cavernas, cuya imaginación era tan fértil como la de Picasso. No hay progreso en la calidad. Desde las cavernas logramos ya la perfección artística. Hay progreso en la diversidad de lo que se representa, así como en los medios o herramientas que se ponen a nuestra disposición para plasmar lo que vemos. Además de convertirse en figuras de arena y de hielo, las imágenes de la imaginación se vuelven mármol esculpido, sonidos, tintas tejidas que forman textos asombrosos. Alturas de Machu Picchu, Piedra de sol. «Del aire al aire, como una red vacía», decía Neruda, «iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo, en el advenimiento del otoño, la moneda extendida de las hojas, y entre la primavera y las espigas, lo que el más grande amor, como dentro de un guante que cae, nos entrega como una larga luna». Y Octavio Paz hablaba de un árbol bien plantado, más danzante, que giraba, retrocedía, daba un rodeo y llegaba siempre. Es posible que los nombres de las obras duren más que los de sus creadores o que sean desde el principio anónimas. Da igual. El árbol seguirá siendo danzante y el Yo seguirá pasando, como por una red vacía, entre las nubes y el crepúsculo. Lo que importa es que las mujeres de arena y los textos de tinta tejida lleguen con fuerza a otros humanos e influyan en su manera de imaginar el mundo. Unas cosas influyen en las otras, unas cosas se convierten en otras. Esa es la esencia de toda metáfora. Las ballenas se volvían aceite y ardían en las lámparas. El petróleo se vuelve suéteres, plásticos, la gente se vuelve humo. Aunque la ciencia se ocupe de ellas, las transmutaciones incesantes no son de temperamento científico. Son carnavalescas. Son la reafirmación emotiva de que el mundo no tiene forma fija. Todas las cosas, con la euforia y la angustia del carnaval, se convierten en otras. La alegría del ternero que se da cuenta de pronto de que Es, de que existe, y da brincos en el potrero, es parte de la transmutación en ternero del aire, del agua, del pasto. Y la angustia del elefante que siente llegar la muerte es parte de su transmutación en infinidad de formas, hormigas, buitres, gusanos, hienas, mariposas que se alimentan en sus inmensos vientres podridos y son la reafirmación de algo que tal vez sea uno de los más comunes de todos nuestros lugares comunes. Cuál es, ya lo voy a decir. “La vida es un carnaval”. La imaginación es la que forma el mundo y el mundo es un carnaval. Por eso mismo trabajamos con euforia y concentración nuestras maderas talladas en forma de ancianos con bastones o garrotes o de ancianos agobiados o muertos, y expresamos nuestros lamentos con golpes de madera en madera, con alambres tensados, con cueros estirados sobre cilindros de madera, con instrumentos de cobre que permiten modular el aire, darle la forma de la antiquísima tristeza humana y superarla al decirla con alegría, al decirla con sentimiento, para usar una frase muy del gusto de los músicos mismos. Me puse a oír mi colección de vallenatos para ambientarme y tal vez encontrar la manera de empezar el texto y de cerrarlo, y vi que, en efecto, respaldaban lo que en él iba diciendo. Además, me di cuenta de que se me estaba brindando la oportunidad de expresar mi admiración por la calidad de sus letras. Cada vez se ve más claro que si uno oye rancheras va a entender mejor a Rulfo, y viceversa: si entiende a Rulfo, mejor va a oír las rancheras. Y si oye música de la Costa va a entender mejor a García Márquez y se dará cuenta de que tampoco su obra es de una sola persona sino una creación colectiva de las generaciones vivas y muertas del Caribe. Cervantes dice, refiriéndose a todo lo anterior –Juan Manuel Polo Cervantes–: Lucero espiritual, eres más alto que el hombre. Yo no sé dónde te escondes en este mundo historial. Yo no quiero que te escondas en este mundo historial. Yo, pensando en esa estrella, que tiene figura de un globo, yo siempre soy Juancho Polo en mi tierra y fuera de ella. Pero yo no quiero que te escondas en este mundo historial. Lucero espiritual, eres más alto que el hombre. Yo no sé dónde te escondes en este mundo historial. Antes de terminar quisiera mencionar también la física moderna en apoyo de lo que venimos diciendo. Física cuántica la llaman, bello nombre. Misticismo. Poesía. ¿Y qué más carnavalesco puede haber, que más eufórico y místico que el hecho de que una misma partícula exista en dos lugares al mismo tiempo? Nada hay firme, sólo hay ondas. Por eso mismo, porque solamente hay ondas, no sólo las partículas sino todas las cosas están en todas partes al mismo tiempo. Y no nos olvidemos, por último, de Emilita. Incluso ella, Emilita, la persona que desencadenó esta indagación al lucero espiritual, está en todas partes. Y no importa que Juancho Polo Cervantes no lo vea exactamente de esa manera. Lucero espiritual, dice, dame razón de Emilita, me le llevas estos versos, cuando la encuentres solita.  

Un remate de fiesta

El sábado la nota musical estuvo a cargo de Ivo Díaz, quien, en charla con el periodista Óscar Montes, se refirió a su padre, el legendario compositor invidente Leandro Díaz Duarte, e interpretó los mejores temas del repertorio de su ilustre progenitor, acompañado en el acordeón por el Rey Vallenato 2011 Almes Granados. Prosiguieron con la parte musical ‘Nelson y sus Estrellas’, grupo venezolano radicado en Cali, dirigido por el destacado pianista caraqueño Nelson González. En La Cueva, el sábado en horas de la tarde, se realizó un significativo y bien proyectado homenaje póstumo a la ‘Novia de Barranquilla’ Esthercita Forero. Y luego correspondió el turno al reconocido pianista cubano César ‘Pupy’ Pedrozo y sus muchachos, en homenaje a la afamada agrupación habanera los Van Van. El cierre este domingo fue con la Cumbia de Charles Mingus y para los niños el cierre de ‘¡Fantástico!’ fue con ‘Luciano Rosso’. Concluyó así un evento que en solo 13 años ha conquistado un sitial de honor como atractivo cultural, musical y turístico de Barranquilla.   https://youtu.be/eKRoOsvv3aU?t=2]]>

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