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Alfredo Correa De Andreis vive en el Caribe colombiano

El gran legado del sociólogo cienaguero que mostró las verdades que duelen, vive para todo aquel que quiera conocer la región, de verdad, verdad.

Por Jorge Sarmiento Figueroa

«El día que haya una democracia verdadera, los textos de Alfredo Correa De Andreis dejarán de ser necesarios. Mientras tanto…» Jair Vega Casanova

El jueves 16 de junio de 2016 el profesor Alfredo Correa De Andreis volvió a la Universidad del Norte. Vestía como siempre, de jeans desteñidos, camisa amplia y mocasines sin medias; acababa de darse un baño pero aún así el cabello le lucía ensortijado. Atravesó en silencio el vestíbulo del restaurante 1966, entró al salón principal y aprovechó que había una silla vacía en la última fila, junto al doctor Yidis Páez. Una joven presentadora graduada de Comunicación Social, muy joven como para haber sido estudiante suya, anunció el inicio del acto: «Señoras y señores, sean ustedes bienvenidos a la presentación del libro ‘Sociología desde el Caribe colombiano’, del profesor Alfredo Correa».

-¡De Andreis!-, complementó enseguida desde la primera fila Eloisa De Andreis de Correa en suave pero firme amor de madre.

Esa voz madura de jefatura maternal hizo sonrojar a la joven presentadora, pero mucho más al profesor Correa De Andreis. Aquella voz era para él demasiado cercana, toda suya. Bajó por un momento su mirada de animal tierno, escondiéndola de los conocidos que allí se encontraban. Entre las filas había varios profesores que fueron compañeros suyos, como el economista Jairo Parada, de gran influencia en las ciencias sociales de la ciudad y de la región. Había otros de la generación siguiente, como Leonardo Romero, quien se hizo sociólogo porque lo inspiraron los resonados discursos del profesor. Estaban también varios de sus hermanos, y en primera fila su madre y su amada esposa Alba Glenn. El profesor subió de nuevo la mirada y se quedó un instante en el cabello de Alba, en sus hombros anchos. Esa mujer estuvo con todas sus fuerzas detrás de esta obra póstuma. Y entonces miró definitivamente al frente y sonrió feliz al ver que el evento lo presidían, sentados en dos poltronas, su invaluable amigo y compañero José ‘Pepe’ Amar Amar; y su muy apreciado estudiante, también compañero y colega, Jair Vega Casanova.

Los profesores José Amar Amar y Jair Vega Casanova al frente. En primera fila la familia, amigos y sociólogos del Caribe colombiano.

Los profesores José Amar Amar y Jair Vega Casanova al frente. En primera fila la familia, amigos y sociólogos del Caribe colombiano.

José Amar escribió el prólogo de este libro. Jair Vega compiló la obra. El primero, con la autoridad de haber liderado al profesor y trabajado junto a él en múltiples aventuras intelectuales, todas dedicadas y comprometidas con la sociedad del Caribe colombiano. El segundo, uno de los primeros en su clase, las que el profesor Correa De Andreis dictó en la Universidad del Atlántico, que dictó también en la Universidad Simón Bolívar, en la calle, en las esquinas, en cualquier mañana o en las noches inolvidables en las que se arregla el mundo.

Amar Amar inició fiel a su estilo, sin rodeos leyó lo escrito en el prólogo, que fue una disección del pensamiento de Correa De Andreis para describir cómo éste se relaciona con las revoluciones políticas más importantes del mundo moderno, y sus raíces filosóficas, al mismo tiempo que comprende con la precisión de un investigador las expresiones autóctonas del pueblo del Caribe colombiano y su manera de manifestarse en el devenir social de la cultura del Hombre Caimán. «Este libro será lectura obligatoria para quienes quieran conocer la historia del Caribe colombiano desde la sociología de la cultura, desde lo cotidiano, desde los conflictos y problemas sobre los cuales, mediante la investigación, Alfredo Correa De Andreis pretendía no solo evaluar su realidad social, sino también proponer alternativas para que los ciudadanos fueran consolidando su vocación democrática y participativa en la vida de su comunidad», sentenció.

A pesar del tono circunspecto de la lectura y la estatura intelectual de su contenido, la voz de Amar Amar llegó al final trastabillando de nostalgia, solo sostenida por la admiración y la amistad pura. Cuando terminó, Jair Vega aprovechó para ceder su turno a un video en el que apareció Melissa Correa Glenn durante la presentación de la obra en la Feria del Libro de Bogotá. De esta manera el profesor Alfredo Correa De Andreis volvió a ver a su hija.

Video realizado por el colectivo audiovisual Pimentón Rojo

Ya es toda una profesional, una mujer en conciencia. Pero es su hija. Su siempre niña. Ella siente lo mismo y lo dice con todo su amor. Termina el video y Jair Vega repite la afirmación que es el motor de este acto y de todo el proyecto que es ‘Sociología desde el Caribe colombiano’: «El propósito de la familia de Alfredo Correa De Andreis con este libro, y por ende de nuestro trabajo, es que llegue el día cuando uno busque en Google ‘Alfredo Correa De Andreis’ y aparezcan en los primeros lugares los vínculos que nos lleven a su obra, a sus libros, a sus discursos, a su pensamiento, a su gran legado. Que en el Caribe lo recordemos por su vida».

Jair Vega y José Amar Amar hablaron de esta vida y de la otra de un hombre que les dejó una huella grande, como su figura.

Jair Vega y José Amar Amar hablaron de esta vida y de la otra de un hombre que les dejó una huella grande, como su figura.

Jair Vega fue estudiante de Correa De Andreis en el segundo semestre de 1986. Estaba a punto de retirarse de la carrera habiendo apenas terminado el primer semestre de Sociología, porque no aguantaba más la distancia sideral que sentía de los profesores en las clases. Alguien le recomendó que esperara el segundo, que allí se iba a encontrar con otro tipo de personajes. En efecto sucedió. Apareció en la escena el profesor Alfredo, con sus textos de inminente actualidad, con su voz de trueno que convertía el salón en un luminoso aguacero de ideas y realidades cotidianas del hombre de la acera y del filósofo contemporáneo. «Nos ponía a leer sus propios discursos y nos instaba a que lo analizáramos desde varios autores. Era un aprendizaje que nos ponía a pensar la vida y a mirarla de frente en nuestro propio entorno», dijo Jair Vega, a la vez que relató cómo el profesor seguía dando clases en la calle, armando debates intelectuales al salir de la universidad mientras caminaban rumbo a casa. «Recopilar su obra fue recorrer su vida, y fue también rememorar aquellas veces cuando Alba gritaba desde arriba en el edificio en el que vivían para llamar a Alfredo a advertirle que era la una de la mañana y que ya estaba bueno de tanto debate».

Vega ubicó a los asistentes al acto de este jueves en una época en la que la sociología estaba en su mayor apogeo, con la izquierda protagonizando los más agitados debates nacionales y continentales. Para ser sociólogo se llevaba por fuera y por dentro el espíritu de rebeldía y el sello de intelectual. Para un país como Colombia, para un continente como América Latina, ser sociólogo era sinónimo de comunismo, de guerrilla. Pensar era un ejercicio que resultaba demasiado peligroso a los ojos de una derecha que tenía como símbolos continentales a personajes como Augusto Pinochet, capaces de afirmar: «¡Los estudiantes tienen que ir a la universidad a estudiar, no a pensar!».

El panorama no cambió mucho con el tiempo. Al contrario, se recrudeció. El exterminio de la Unión Patriótica y el ascenso del paramilitarismo al poder nacional hicieron de la sociedad colombiana un lugar en el que se señala al que piensa. Sin embargo, Jair Vega Casanova, que recorrió de cabo a rabo el devenir de su profesor, sostiene: «A nadie pueden matarlo por lo que piense o escriba, porque nada de lo que uno piense y escriba justifica la violencia». Su reflexión, clara como una piedra pulida, se sustenta en la forma en la que él vio al profesor actuar en momentos de debate político. «Cuando asistíamos a congresos y conferencias, los estudiantes a veces cometíamos el error de acusar o señalar con aversión a nuestros adversarios; entonces aparecía él y nos corregía: ‘la manera de hacer democracia es defender las ideas, incluso las de la oposición'».

El acto fue un homenaje lleno de relatos conmovedores y un recorrido intelectual por la obra de Alfredo Correa De Andreis.

El acto fue un homenaje lleno de relatos conmovedores y un recorrido intelectual por la obra de Alfredo Correa De Andreis.

Las escenas que Jair Vega describe hacen que el profesor Amar Amar abra sus recuerdos. Pide la palabra y hace lo propio con momentos que solo alguien como él puede tener de Correa De Andreis. «Una vez me llamó la vicerrectora administrativa de aquí de la universidad, a contarme que tenía unos cien regalos para dar en navidad, que yo decidiera qué hacer con ellos. Alfredo estaba a mi lado y enseguida me dijo: ‘Nos los llevamos para Tasajera’. Él siempre estaba pensando en su gente, así que juntos nos fuimos en un carro con esa cantidad de regalos. Cuando llegamos salió un alud de niños acompañados de padres, tíos, yo pensé que nos despedazarían. Pero Alfredo se bajó con su gran figura, les habló, y eso fue suficiente para que la gente se ordenara en filas y recibiera en armonía lo que les llevábamos». Ese recuerdo, y otros que discurrieron este jueves 16 de junio, confirmaron la precisión de la frase que acompaña el título de la obra póstuma de Alfredo Correa De Andreis: «La mirada de un sentipensante».

Sociología desde el Caribe colombianoConcluidas las palabras de Amar Amar y de Vega Casanova, se abrió la participación a los asistentes, desplegados en elogios y gratos recuerdos sobre el profesor. Llegó el punto culminante: Alba, su querida Alba, se pone en pie, agradece con sentimiento a los profesores, a los editores del libro, a la Universidad, a la familia, a todos, y anuncia que un nuevo libro de su esposo empezará a ser realizado. Es entonces cuando Alfredo Correa De Andreis se percata que su foto está en la portada de ‘Sociología desde el Caribe colombiano’. Vega resalta que es la primera vez que un libro de Ediciones Uninorte lleva el rostro de su autor en portada. Correa De Andreis sonríe pícaro, él hubiera preferido salir con un disfraz de Hombre Caimán. Se levanta en silencio, sale antes que todos, en el camino revisa de nuevo los rostros de sus compañeros, amigos, familiares; los ve sonrientes, los oye alegres, y eso le hace sentir una serena felicidad: su gente ha empezado a recordarlo con vida.

La familia de Alfredo Correa De Andreis junto a Jair Vega, compilador de la obra.

La familia de Alfredo Correa De Andreis junto a Jair Vega, compilador de la obra.

 

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Practicante del periodismo desde niño, comunicador de profesión, artista por vocación. Email: jorgemariosarfi@gmail.com Móvil: 3185062634
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